Por David Chiecchio
¿Qué condiciones deberían cumplirse para que la Argentina pueda volver a ejercer la soberanía sobre las Malvinas? ¿Es posible que las Malvinas vuelvan a ser argentinas? ¿Es realista reclamarlo? Mientras unos recomiendan dejar de usar esa idea, a otros les parecen preguntas fundamentales. La muerte de más de 1000 soldados argentinos, en el escenario del conflicto armado o por las consecuencia de sobrevivir a la guerra, ¿nos enseña algo sobre la paz? ¿Se puede practicar la paz? El reclamo soberano de Malvinas ¿debería ser una política de Estado impulsada por todos los gobiernos?
En 2022 se cumplen 10 años de un año clave para Malvinas y la Argentina: 2012, bajo la presidencia de Cristina Fernández. Entonces el gobierno tejió estrategias y acciones para reafirmar la soberanía que realmente marcaron la diferencia. ¿Eso tiene algo que ver con el presente? Las palabras de Cristina sonaron fuerte dentro del Frente de Todos este 2 de abril de 2022.
Porque no hay otra forma. Malvinas, cada año desde 1982, se superpone al contexto actual del país. Hoy, a 10 años de 2012, ¿qué significa Malvinas para la política argentina? ¿Y para el gobierno del Frente de Todos?
En parte ese desafío está planteado por la expresidenta y actual vicepresidenta, quien a 10 años de aquel año 2012 participó de un acto donde se recordó la colaboración con Reino Unido para identificar los soldados enterrados como NN en las islas, que ya lleva contadas 119 coincidencias de los 121 soldados enterrados en el cementerio de Darwin. En ese encuentro la presidenta fue sugestiva en sus declaraciones.
En la demanda de soberanía argentina por la colonización de Malvinas planteó una situación global, estratégica de nuestro país y habló de «eso que nos pasa a los argentinos«. ¿El qué? En una anécdota sobre las negociaciones del equipo de Alfonsín con el FMI, la vicepresidenta pareció cuestionar la forma en que se procedió actualmente con el Fondo, tema por el cual crujen las grietas en el partido de gobierno.
Entre las acciones de aquel año 2012 se destacaron la desclasificación del informe Rattenbach primero y de los archivos de la dictadura sobre Malvinas en general después. El planteo y sostén de la causa en la apertura de sesiones del Congreso y en la Organización de las Naciones Unidas. La decisión de solicitar a través de la Cruz Roja Internacional la posibilidad de identificar los soldados enterrados sin nombre en las islas. Asimismo, la participación en el Comité de Descolonización de la ONU, donde realizó una intervención para solicitar el dialogo con el Reino Unido. ¿Hay o no hay cosas para hacer?
La decisión y el año
La presidenta Cristina Fernández tuvo aquel año un contexto muy particular para su mandato. Recientemente había sido reelecta, en las elecciones de octubre de 2011 con un balance exitoso del gobierno que había logrado incrementar en 5 millones los puestos de trabajo, haber descendido la cantidad de personas pobres de 3 millones a 1,2 millones. La desigualdad se había reducido en los último 8 años a la mitad: medida con el coeficiente de GINI, la diferencia entre los más ricos y más pobres pasó de 32 veces a 16 veces.
2012 es el año en que la oposición tensa la cuerda ideológica identificando a la inflación como su reclamo principal y realiza las primeras denuncias por corrupción a Cristina Fernández de Kirchner: esta estrategia es la que llevará en 2015 a Mauricio Macri al poder. Pero es el año también de la estatización de Yacimientos Fiscales Petrolíferos (YPF), una política fundamental del gobierno si se piensa el actual contexto económico. Es también el año de avance de los reclamos de los fondos buitres. 2012 es incluso el año donde se produjo el accidente ferroviario de Once, allí murieron 51 personas de una forma trágica. En la investigación de esos hechos se demostró mal desempeño de funcionarios del gobierno nacional.
Desclasificaciones
Los documentos oficiales de la dictadura sobre el conflicto armado en Malvinas se mantuvieron bajo secreto de Estado hasta 2012, 30 años después. La desclasificación comenzó con el informe que elaboró una comisión que presidió el general Benjamín Rattenbach para determinar cómo habían actuado los cargos jerárquicos en la guerra. Demostró, tal como denunciaban los excombatientes, que en las islas los jefes aplicaron torturas y vejámenes a los soldados, así como la falta de perspectiva en la conducción de la guerra.
La decisión política permitió el establecimiento de una verdad histórica ya que se encontró toda la evidencia de crímenes contra la humanidad. Se demostró así que los máximos representantes de las Fuerzas Armadas de la dictadura no estaban capacitados para desempeñarse en un conflicto bélico defendiendo al país, solamente estaban entrenados para interferir en la política nacional y practicar el terror. En este sentido, la guerra formó parte del terrorismo de Estado, ya sea con el conflicto armado, los secuestros, las desapariciones o las torturas.
De Malvinas a la AMIA, y al FMI
Aquel año el gobierno intensificó su reclamo sobre Malvinas con sentido estratégico. Esa actitud también alcanzó a causas como la AMIA, una causa de la que ya no sabremos nunca qué sucedió por el desvío de la investigación. ¿Qué hacer en esos casos? Así nació, también en 2012 el memorándum con Irán, que proponía tomar declaración a testigos iraníes o acusados mediante un viaje del tribunal a Irán. En ese país está prohibido extraditar a los ciudadanos, por lo que solo pueden declarar en suelo iraní.
Ese memorándum le valió el enjuiciamiento a Cristina Kirchner y su canciller Héctor Timermann, y una nunca antes vista campaña mediática en su contra que se desató. Sucedió la muerte del fiscal de la UFI AMIA, Alberto Nisman, que terminó exponiendo la trama de relaciones entre la justicia, los servicios de inteligencia y otros poderes constituidos. Varios años después, la expresidenta terminó sobreseída. El memorándum fue declarado inconstitucional y los iraníes no declararán nunca. AMIA no avanza. ¿Qué debemos pensar al respecto?
Esto además se plasmó en activas intervenciones en la ONU y dejando en claro la interrelación de varias cuestiones argentinas con diversos actores internacionales como el Fondo Monetario Internacional, al que por entonces Argentina no le debía dinero. Sin embargo, el FMI operaba en favor de un minúsculo grupo de acreedores que compraron bonos argentinos a precio vil en medio de la crisis, se los conoce como fondos buitres. Esos fondos reclamaban a la Argentina el pago del valor total de los bonos que habían comprado a muy bajo precio.
Tan complejo fue aquel tema, que incluyó un embargo sobre la Fragata Libertad cuando la tripulación amarró en el puerto africano de Ghana. La lucha del gobierno con aquellos fondos buitres fue épica: un momento especial lo constituyó cuando se recibió en el puerto de Buenos Aires a la fragata. El gobierno se negaba a pagar una suma millonaria que demandaban, pero apenas asumió la presidencia Mauricio Macri el pago se realizó.
El escenario no fue fácil, pero a medida fue avanzando el año, la respuesta que elaboró el gobierno fue la de plantear con claridad el problema aunque tenga una complejidad que lo hacía a veces incomprensible. En el horizonte, aparecía cada vez más nítidamente la figura de una oposición capitaneada por Patricia Bullrich y Mauricio Macri decidida a terminar con las chances electorales del gobierno explotando tres temas: inflación, inseguridad y corrupción.
Colonialismo en el siglo XXI
Cuando a principio de año se anunció la desclasificación del Informe Rattenbach, la presidenta lo hizo en la Casa Rosada. Dijo «estamos ante un hecho de política de Estado, de política nacional».
Y adelantó el reclamo argentino por la soberanía de las islas con referencia al derecho internacional: «No se puede achacar al pueblo argentino una decisión y basarse en esa decisión para negarse a cumplir lo que ha ordenado Naciones Unidas, que es sentarse a dialogar y negociar acerca de la cuestión de las Islas Malvinas».
Lo interpretó como un caso de colonialismo que afecta no solo a Argentina: «Es global y regional porque es un anacronismo en el siglo XXI seguir manteniendo colonias. Hay solo 16 casos en todo el mundo y 10 de esos casos son de Inglaterra y en estos 10, también estamos conociendo nuevamente como recrudece el reclamo de España frente al Peñón de Gibraltar». En efecto, el gran paso de acceso al mar Mediterráneo (la ciudad de Gibraltar) está controlado militarmente por Gran Bretaña.
La entonces presidenta también explicó la posición estratégica que representan las Malvinas, por sobre todas las cosas. Explicó: «también se están depredando nuestros recursos naturales, pesca y petróleo, sin ningún tipo de control ambiental» pero además «están militarizando el Atlántico Sur una vez más. No podemos interpretar de ninguna otra manera, a pesar del mayor esfuerzo y voluntad». Por ese entonces el gobierno del Reino Unido decidía reforzar la presencia militar en las islas.
Aquel año 2012 se cumplían 30 años de la guerra. Y en febrero de 2012, el primer ministro David Cameron confirmó el envío del destructor más moderno de la flota naval a las Malvinas, el HMS Dauntless. La militarización innegable de la zona era explicada por el gobierno inglés como operaciones ya previstas. Ese año además se concretaría la visita a las islas del titular del Ministerio de Relaciones Exteriores inglés con el objetivo de conmemorar el 30 aniversario.
Sobre la desclasificación del informe, Cristina opinó que su utilidad consiste en que «corre el velo a un conflicto que los argentinos tenemos que procesar con seriedad, con responsabilidad, sin falsos chauvinismos, haciéndose cargo cada uno del rol que tuvo en eso».
Además realizó un anuncio para los excombatientes, para atender los problemas de salud que la guerra les dejó: «Durante el mes de marzo, no recuerdo la fecha que me ha informado el señor ministro de Defensa, vamos a inaugurar el Hospital de Salud Mental Islas Malvinas para todos los que combatieron en el frente en Malvinas y que estuvieron en territorio malvinense. Hay, si no recuerdo mal, 439 ex combatientes que se suicidaron, algunos tirándose, inclusive, del Monumento a la Bandera, allá en Rosario».
Terminó ese acto reclamándole al primer ministro del Reino Unido, David Cameron, por la negociación pacífica por las islas: «tampoco nos confundimos como argentinos frente a estas cosas y si a Cameron le pedimos que le dé una oportunidad a la paz, a los muertos en la guerra les decimos honor y gloria en nombre de todos los argentinos».
Militarización
La reivindicación de estos temas también fue realizada en la inauguración de las Sesiones Ordinarias del Congreso. Allí Cristina explicó que el reclamo del gobierno argentino es «que se respete la resolución 2065 obtenida durante la presidencia del doctor Arturo Illia«. Aquella resolución invitaba a los gobiernos a que dialoguen pacíficamente.
Ahí la presidenta propuso enviar cartas a los órganos bursátiles para informar que operar en Malvinas o la zona podría derivar en litigios con el Estado argentino. Esto podría afectar la cotización, por ejemplo, de empresas pesqueras o petroleras que realicen actividades económicas en la zona. «En todos los organismos bursátiles hay obligación de informar de todas las cuestiones que son litigiosas al momento de comprar acciones de las empresas», de esa manera además se desalentaría la explotación económica de la región comprendida.
La presidenta calificó de «negativa terca» la posición del gobierno inglés a «sentarse a dialogar contemplando el interés de los isleños«, como reza el texto de la resolución de la ONU. Para ejemplificar la militarización de esa zona del Atlántico, la presidenta ejemplificó: «Hoy las islas Malvinas tienen una población de 1955 personas, hay mil efectivos, más de un soldado cada tres personas. Si eso no es militarización yo no sé qué es la militarización».
Por último, anunció que el gobierno iba a pedir que los vuelos realizados por la empresa LAN desde Chile a Malvinas, partan de suelo argentino y que sea Aerolíneas Argentinas quien ofrezca el servicio. Alternativas, propuestas, reafirmación de la soberanía.
Cristina Kirchner va al Comité de Descolonización
En junio de ese año Cristina Fernández participó del Comité de Descolonización de la Organización de las Naciones Unidas, acompañada del canciller Héctor Timmerman, excombatientes y madres de soldados. De una manera extensa, detallada y clara desplegó el planteo argentino sobre Malvinas.
En esa oportunidad la presidenta logró concretar otro importante hecho político: el apoyo de los miembros de la oposición con representación parlamentaria en la argentina a la postura que llevó la presidenta. Algunos de ellos acompañaron a la comitiva, mientras que otros brindaron su apoyo sin concurrir.
Dijo: «Me acompañan también excombatientes, me acompañan también madres de combatientes sepultados en Malvinas cuyos restos no han podido ser identificados aún», y comentó entonces que se le envió una «carta al presidente del comité de la Cruz Roja solicitando la posibilidad de conformar un equipo forense que permitiera a estas madres de Malvinas que quieren saber donde están los restos de sus hijos, cuál e s la tumba de su hijo para poder ponerle una flor».
Y agrupó al episodio bélico con el terrorismo de Estado: «no son las únicas mujeres que todavía buscan a sus hijos en la república Argentina, también hay otras madres que siguen buscando los restos de sus hijos para ser identificados, casualmente desaparecidos en la dictadura del 24 de marzo de 1976″.
«Esa misma dictadura«, dijo sin vueltas «que decidió unilateralmente, sin consulta a ningún argentino los hechos del 2 de abril», es decir, la declaración de guerra.
Kirchner fortaleció el perfil pacifista de la Argentina y su política ejemplar de Derechos Humanos: «Nuestro país hoy en el mundo es líder en materia de Derechos Humanos», «pocos países tienen tanta libertad inmigratoria, pocos países reciben ciudadanos de todo el mundo«, «desde 1983 solo integramos misiones de paz» y con agudeza señaló que «estamos en Haití y en Chipre, no nos van a encontrar ni en Irak ni en Afganistán». Una alusión a los conflictos mundiales que llevaba adelante Estados Unidos junto a Gran Bretaña.
«Tenemos demasiados antecedentes de un pueblo de paz«, redondeó para ofrecer una vez más el dialogo con Gran Bretaña, peldaño fundamental de la propuesta argentina durante el gobierno de la entonces presidenta. Malvinas, en su punto de vista, «afecta al orden global«, «es un desafío a nosotros mismos, a los organismos multilaterales, a los gobiernos de que sean capaces de superar prejuicios, clichés, de lo que ya no son ni volverán a ser».
Insistió: «queremos dialogar, no estamos pidiendo que nos den la razón». Se preguntó: «¿puede alguien en el mundo contemporáneo negarse a dialogar y luego querer convertirse en adalid de los derechos humanos, las libertades, del mundo civilizado, del mundo occidental y cristiano, la verdad que no».
Identificación de soldados
El proceso de identificación a los soldados argentinos se inició en ese 2012 con el envío de una carta al CICR (Comité Internacional de la Cruz Roja) para solicitar su intervención con el objetivo de hacer posible la identificación de los restos de los combatientes fallecidos y enterrados como NN en el cementerio de Darwin.
En 2013 se conformó un equipo de trabajo bajo la coordinación del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos para elaborar protocolos que permitieran obtener información de cada familia sobre su ser querido caído en Malvinas. Gran Bretaña aceptó la propuesta.
Esta decisión marcó un antes y un después, incluso en la escena mundial ya que se trató de la primera iniciativa de este tipo con un mandato conjunto específico de dos Estados que se enfrentaron en un conflicto armado.
La historia es que al día de hoy se han identificado la casi totalidad de los soldados enterrados en Malvinas sin identificar y se han realizado dos ediciones de este programa.
El 2 de abril de 2022
10 años después, el 2 de abril de 2022 la expresidenta, ahora presidenta del Senado por integrar la fórmula presidencial con Alberto Fernández, eligió participar de un acto de reconocimiento a veteranos de Malvinas, que se desarrolló en el parlamento. Habló después de varios días en que se hicieron especulaciones en torno a su persona por las diferencias que hubo en el partido de gobierno sobre las negociaciones con el FMI que desembocaron en un acuerdo para refinanciar la deuda contraída en 2018.
El endeudamiento original era por más de 45 mil millones de dólares que solicitó el gobierno de Mauricio Macri. El más importante en la historia del FMI. Como se desconoce el destino de ese dinero, presuntamente fugado apenas llegó al país, una parte de los dirigentes del Frente de Todos cuestionó la legitimidad del préstamo y critica las negociaciones llevadas a cabo por el Ministerio de Economía que termina por convalidar aquel préstamo original.
Eso abrió más de una discusión interna que terminó con la renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque de diputados de la nación, en desacuerdo con los resultados de las negociaciones con el FMI. Desde entonces Cristina Kirchner no se refirió a lo sucedido.
Su posición sobre el acuerdo quedó expresada tácitamente en una propuesta: un proyecto que impulsa el Senado para formar un fondo con dólares fugados en los últimos años que pague la deuda con el FMI. El proyecto propone levantar el secreto bancario y premiar a quienes ayuden a localizar cuentas o fondos fugados. Es decir, para quienes han cometido un delito.
La segunda parte de su postura vino este 2 de abril cuando habló frente a excombatientes y otras autoridades en el Senado de la Nación.
Contó cómo fue que nació la idea para identificar los restos de los soldados sepultados en Malvinas como NN: «fue una idea que increíblemente trajo un inglés, Roger Waters el de (la banda musical) Pink Floyd. Me vino a ver impulsado por una periodista. Y ahí nomás armamos la estrategia de convocar, de pedirle al Comité Internacional de la Cruz Roja como organismo humanitario, y totalmente neutral que se pusiera en contacto con el Reino Unido». Dijo que hubo «una respuesta inmediata».
El resultado: «hoy de los 121 NN, ‘Soldado argentino que solo conocía Dios’, ya hay 119 identificados. Recorrimos el país, recorrieron el país contactando a los familiares para que pudieran suministrar muestras de ADN e identificar a los combatientes«. Unos días antes, contó «habíamos firmado el decreto desclasificando el informe Rattenbach». 10 años después.
Kirchner usó para explicar la guerra de Malvinas habló de los que «urdieron esa guerra«, la dictadura. Por eso el museo de Malvinas está en la exESMA, contó la actual vicepresidenta. Nombró el caso del excombatiente Lovey, «quien ademas de ser excombatiente es hijo de desaparecido». «Hijo de desaparecido y combatiente de Malvinas, qué Argentina. ¡Qué Argentina mamita! Fuerte, muy fuerte».
Los combatientes, dijo, «fueron finalmente los que parieron la democracia y fue precisamente Malvinas la que terminó y puso punto final a la historia del partido militar en la Argentina«. El partido militar que comenzó con el golpe de Estado de Uriburu y Justo en 1930, a Hipólito Yrigoyen.
De Malvinas al presente
Ayer y hoy están muy cerca. Cosas del pasado duelen todavía y actores importantes, globales, muestran cuán vigente están. Kirchner habló de la necesidad de «defender» los intereses de nuestro país frente a las potencias. Como anécdota puso el caso de la gestión que realizó el ministro de Economía del presidente Raúl Alfonsín (1983-1989), Sourrouille ante organismos internacionales que explica cómo «seguimos yendo al almacén a comprar con el manual del almacenero».
El ejemplo que puso está en el libro Diario de una temporada en el quinto piso, de Juan Carlos Torre (asesor del ministro Sourrouille). En él, explicó «relata las experiencias del primer gobierno democrático«: van al Banco Mundial a privatizar el polo siderúrgico y el petroquímico. Privatizar es la clásica receta tanto de los Estados Unidos, del FMI, y el Banco Mundial, por lo tanto esperaban una reacción favorable del organismo.
El argumento de la comitiva argentina es que la privatización haría mucho más eficiente a esos sectores. La respuesta fue que no porque si son eficientes competirían contra ellos. «El problema no es de Estados Unidos, el problema es de nosotros los argentinos», dijo.
Por eso, sobre la causa Malvinas pidió «actuar, trabajar y planificar«, sobre todo en el actual contexto bélico: «a 40 años de Malvinas en este mundo donde la energía y los alimentos se han convertido casi en un botín de guerra, prepararnos para revisar y repensar nuestro sistema de defensa».
Y retornó al año 2012 cuando se estatizó YPF: «Tengamos en cuenta que tenemos la primera reserva de gas no convencional del mundo en Vaca Muerta y la cuarta de petróleo no convencional. Pequeña digresión: fue nuestro gobierno el que recuperó Vaca Muerta, hoy todos hablamos de que vamos a exportar, vamos exportar, vamos a exportar… Bueno, si no hubiera habido un gobierno que recuperara YPF como lo hicimos en el 2012 no habría Vaca Muerta ni soberanía hidrocarburífera».
Y pidió centralmente trazar una estrategia para sostener la soberanía de Malvinas, criticando tal vez a quienes nombran a Malvinas para cada aniversario del comienzo de la guerra: «Yo creo que Malvinas no solamente puede ser una evocación espasmódica cada 2 de abril. Ademas de ser un imperativo categórico constitucional que nos obliga a seguir luchando y trabajando por ellas, además de luchar hay que hacerlo con inteligencia, con aliados y fundamentalmente trabajando en lo que tal vez sea más duro, que no es afuera, es adentro, lo que nos pasa a nosotros los argentinos«.
«Se hace necesario, se hace imperioso que podamos que discutir políticas de Estado a partir de estas cuestiones», dijo y cerró asegurando que «Una Argentina diferente es posible«. Esa última frase, tal vez, parece despertar conjeturas de mayor dimensión.