La prisión parece no significar un obstáculo para las organizaciones de comercialización de drogas. Poner tras las rejas a un jefe narco no anula de por sí su capacidad de acción. En un mundo enlazado por las comunicaciones, el engranaje logístico de esas bandas no requiere de reuniones en persona para continuar con el movimiento de cargamentos. Con un teléfono, los cabecillas de esas bandas sostienen su posición en el negocio, pese a estar detenidos.

Si bien los presos no deberían tener a su disposición celulares, recientes investigaciones demostraron que en las cárceles puede coordinarse la compra y venta de cargamentos. Los Monos mantienen de esa forma su esquema de tráfico. Y una banda cordobesa usaba el sistema de llamadas telefónicas desde una prisión bonaerense para mantenerse en el negocio narco.

Desde la cárcel bonaerense de Junín un preso comandaba una banda en esta ciudad. Compraban pasta base en la frontera con Bolivia, la cortaban y la distribuían. Después de una serie de operativos, quedaron detenidas seis personas, entre ellas, varios familiares del jefe, que estaba tras las rejas.

Juan Adrián «Fufi» Quevedo, de 35 años, lleva varios meses detenido en la Unidad Penitenciaria 13 de Junín. Cayó cuando intentaba huir a Brasil por una causa relacionada a drogas iniciada en Buenos Aires.

En Córdoba -confirmó al diario porteño La Nación el fiscal federal Enrique Senestrari no era un nombre vinculado al mundo narco. «Pero cuando empezó la investigación, el cruce de llamadas, el vínculo surgió. Un nombre va llevando a otro», comentó el fiscal.

Entre los detenidos figura Marcela Sánchez, esposa de Quevedo y quien recibía las órdenes para seguir operando con la banda.

También fueron apresados Diego Quevedo, hermano de «Fufi» y sus suegros, los padres de Sánchez. Los detenidos están imputados por diferentes delitos, como organización para la producción de estupefacientes, almacenamiento y tenencia de droga para su comercialización.

Los efectivos del destacamento de Río Ceballos de Gendarmería llevaron adelante el allanamiento en el que se incautaron 1.543.832 de pesos y 23.468 dólares; también había reales y un kilo de oro.

«Aunque se discute si los presos deben tener o no teléfono, lo cierto es que los consiguen y se comunican. Así daba las indicaciones Quevedo, se comunicaba desde la cárcel y manejaba desde allí las cosas», describió Senestrari, quien está encargado de la investigación.

Las líneas seguidas indican que la banda tenía contactos con varias «cocinas» en distintos puntos de Córdoba donde «estiraban» la pasta base y luego la distribuían. «No sabemos si se vendía en la provincia o en todo el país», admitió el fiscal.

Además del dinero, en otros procedimientos se secuestraron 3,5 kilos de sustancias para «estirar» la pasta base y 7,6 kilos de cocaína ya producida. La banda contaba con seis autos de modelos costosos; en uno de esos vehículos una Volksvagen Amarok , se encontró dinero escondido.

Las llamadas interceptadas

El fiscal Senestrari indicó que la interceptación de las comunicaciones telefónicas fue la base de la investigación. «Fufi» Quevedo era quien daba las instrucciones para que compraran pasta base en Bolivia y decidía cómo continuar el proceso de comercialización.

Los allanamientos fueron en distintos barrios de esta ciudad y zonas cercanas, desde la casa donde vivía la mujer de Quevedo, en Capdevilla, hasta viviendas en Yofre, San Jorge, Argüello Norte y Villa Allende. Son zonas donde hay «quioscos» de drogas, pero la hipótesis de trabajo de los investigadores apuntan a que las operaciones ilegales alcanzaban otros puntos de esta provincia.

El fiscal insistió en que desde las cárceles este modus operandi no es extraño. De hecho, hace tres días se llevó adelante un allanamiento en la Unidad Penal de Federal, en Entre Ríos, donde un detenido manejaba una organización narco. A partir de ese procedimiento hubo 21 allanamientos en Entre Ríos y Santa Fe para desarticular a una banda que ya tenía a su líder preso.

FUENTE: DIARIO JUNÍN