Según 11 altos funcionarios de la segunda mayor constructora de Brasil, «Andrade Gutiérrez», la empresa donó cinco millones de reales de manera ilegal a la campaña que en 2010 culminó con la elección de la mandataria.

Dichos ejecutivos así lo expresaron en las denominadas «delaciones premiadas”.

Se trata de un beneficio concedido a presos que colaboran con las investigaciones. No es considerada prueba definitiva por los tribunales, sino una contribución decisiva para que dichas investigaciones avancen sobre terreno sólido. Si no se comprueba lo dicho, las penas se agravan. Si se comprueba, son substancialmente reducidas.

De convalidarse tales hechos, el caso que involucra directamente a Dilma no tendrá consecuencias jurídicas, en cuanto se refiere a la elección de un mandato que ya terminó. Pero, de todos modos significará un golpe político para su gobierno, que siempre reiteró que no manejó dinero ilegal, en sus campañas de 2010 y de 2014.

Es la primera confesión indicando que hubo ilegalidad en la elecciones de la presidenta Rousseff. De acuerdo a las declaraciones, la constructora atendió a pedidos de uno de los 3 coordinadores de la campaña, entre los que se encuentra José Eduardo Cardozo, que el pasado lunes renunció al Ministerio de Justicia.

Otro blanco, y al cual está redirigida en verdad la operación, es el ex presidente Lula Da Silva, quien también se ve muy presionado en virtud de una alianza formada por la policía judicial, los medios de comunicación y un juez provinciano de primera instancia, llamado Sergio Moro.

Quieren pruebas de que efectivamente profirió las charlas y conferencias por las cuales cobró honorarios de las constructoras que ahora se encuentran bajo investigación para comprobar si participaron, y hasta qué punto, en el esquema de coimas en la Petrobras.

También se lo acusa de haber utilizado su imagen y sus contactos, luego de haber abandonado la presidencia, para favorecer empresas brasileñas en los países donde tenían intereses, principalmente en África y América latina.

Al igual que la actual mandataria, la idea no sólo consiste en probar toda esa acusación, pues sólo basta con empantanar la figura de ambos.

Así las cosas, Dilma Russeff, comienza a sufrir una de las desestabilizaciones más ferozmente inducidas desde que asumió el manto presidencial.