Claudia Exner es profesora de expresión corporal y trabaja en escuelas públicas de nuestra ciudad, pero además dirige junto a su hija, Martina Cuozzo, el ballet “Orchesthai”.
Exner comenzó bailando a enamorarse de la disciplina. “Me gustaba y en un momento me ofrecieron una beca para estudiar un profesorado y bueno aproveche la oportunidad”, cuenta y reconoce que no le fue fácil desarrollarse profesionalmente con 5 hijos. Trabajó en Junín en escuelas de teatro y danza, hasta que a partir de la nueva ley de educación “algunos directores más audaces en educación secundaria, empezaron a pedir danza y digamos que era la única que tenía un título de profesor”.
Claudia destaca las diferencias que hay entre trabajar en su taller privado y el trabajo en la educación secundaria. En su ballet, Exner señala “uno trata de reflexionar sobre diferentes poéticas ‘acá esto lo vamos a trabajar desde lo absurdo’, ‘acá lo vamos a trabajar desde un enunciado romántico’, bueno diferentes cosas… pero es un programa que vos te hacés. Cuando uno trabaja en la escuela, uno tiene que responder a determinada propuesta que tienen que ver con políticas públicas, donde no es solamente de pronto que los chicos aprendan una técnica, sino que uno tiene que estar en una tarea conjunta con otro grupo de profesores. Por ejemplo, mañana tenemos una capacitación, yo no puedo ir y decir, no acá en danza lo que se hace es esto. Hay un programa, un proyecto institucional a desarrollar, hay un currículum que propone la Dirección de Escuelas y uno tiene que responder coherentemente a esas respuestas”.
Sin embargo, señaló “nunca abandoné el taller particular que es como otro modo de trabajo y tuve que empezar a aprender a trabajar en la escuela secundaria porque, es muy distinto al trabajo que se puede hacer en una escuela de arte o una escuela de danza donde la gente va ya predispuesta a desarrollar un lenguaje artístico y esforzarse por ese lenguaje artístico”.
Exner interpretó esa tarea en la educación formal como un desafío. “Al principio me costó un montón porque yo pretendía utilizar las mismas estrategias y las mismas herramientas que utilizaba en las escuelas de arte, en una escuela de danza, una escuela estética y no, no son las mismas herramientas”.
Con respecto a aquellos niños que desde pequeños comienzan danza, la profesora Exner reflexiona “sería importante que los padres entiendan la danza como otros lenguajes artísticos. Primero como herramienta educativa, y que cada lenguaje va a desarrollar una cosa diferente, porque cada uno se maneja con categorías de signos diferentes. Entonces los modos de decir van a ser también diferentes y va a haber algunas categorías que van a ser más afines a nosotros, a nuestro modo de ser. Es decir que marcan más nuestra subjetividad, nos sentimos más cómodos, podemos expresarnos mejor, podemos negociar mejor con la realidad a través de esos lenguajes. A mí no me gusta demasiado esa cuestión de estimular a lo mejor en los chicos desde muy pequeños esa cosa de empezar a mirar, ya no porque vas a bailar en el Colón, y ya meter al chico en una competencia cuando todavía no conoce del todo su cuerpo”.
En su óptica, hay estereotipos como “estudiar danza desde chicos” que condicionan las expectativas de los niños. Y se pregunta en este sentido, qué es la danza. “Danza es construir sentido a través del movimiento y el gesto corporal. Eso se puede a cualquier edad, puede cualquier persona que pueda mover su cuerpo o parte de su cuerpo, aun cuando no puedan mover todo el cuerpo. Nos tendremos que preguntar qué es danza, nos tenemos que preguntar qué es arte. ¿Puede haber arte donde no se está tratando de significar lo imposible, lo que nadie se animó a significar? Porque arte hay donde aparece una propuesta y unas lecturas de los fenómenos que aparecen en el mundo que todavía no se había construido. ¿Por qué Dalí es un artista? Porque antes de Dalí nadie pintó como Dalí ¿Por qué Picasso es un artista? Porque antes de Picasso nadie pintó como Picasso ¿Por qué (Maurice) Béjart es un artista? Porque antes de Bejart nadie hizo coreografía como hizo Bejart. Digamos que los artistas son personas que abren algo. Entonces por ahí la danza educativa lo que tendría que plantearse es saber qué cosas vamos a abrir. Si porque tiene éxito el modo de bailar de los programa de Cris Morena salgo cantando y bailando al modo de Cris Morena, no estoy haciendo arte, estoy haciendo todo lo contrario, porque estoy reproduciendo estereotipos. Es más, en un momento hay personas que hacen algo novedoso, tienen éxito, siguen haciendo siempre lo mismo: se reproducen a sí mismos, chau… Entonces me parece que la cuestión es generar ciertas aperturas, ciertas propuestas, ciertos desafíos, ciertas cosas donde las personas, los chicos, los grandes, los viejos, donde todos sientan que hay algo que pueden hacer y que hay unos modos de enunciar a través de su cuerpo, del movimiento de su cuerpo, del gesto, de su modo de estar con otros”.
Para Claudia “sería una gran pérdida que no nos dediquemos más a la danza clásica”. En su forma de ver, la danza plantea ciertas limitaciones corporales, ya que tiene determinadas exigencias, pero puede disfrutarse igual sin cumplir esas exigencias. Y cuenta que pese a no tener la forma corporal para ser una bailarina clásica, la ha disfrutado mucho “y nunca sentí que la danza me discriminara por eso, parte de la educación es saber en qué lugar te tenés que parar, parte de la educación es saber qué buscas, qué es lo interesante, cuál es la búsqueda, qué es lo que me conviene desarrollar de esto, qué estoy haciendo, donde están mis posibilidades”. La danza también está compuesta de incorporar una serie de técnicas para poder expresarse, lo que en su parecer constituye “un modo de ponerle un límite a esa cruda expresión donde vos tenés esa idea de que podés expresar y hacer cualquier cosa. Cuando uno se expresa hay unas formas, hay unas convenciones, hay unas reglas, las hay en todo y una de las cosas que tienen los lenguajes artísticos es que le ponen límite a la cruda expresión. La cruda expresión es realmente violenta porque si uno dijera todo lo que piensa en el momento en que lo piensa, si uno destruyera lo que le molesta… Uno se está expresando y uno posterga esa expresión y el arte viene de pronto a sublimar esos deseos de destruir lo que nos molesta, lo que no queremos, lo que no nos gusta”.
Con respecto a la enseñanza de la danza en la escuela secundaria, Exner sostiene que a medida que pasa el tiempo los jóvenes la aceptan, la disfrutan pero a la vez “van surgiendo otras cosas, por ejemplo, en las escuelas trabajamos algunas deconstrucciones que tienen que ver con las danzas tradicionales que más allá que son nuestra tradición hay algunas cosas que se transmiten como valor. Por ejemplo las características hétero-patriarcales de nuestras danzas. No sé si está del todo bien. Digamos por un lado tenés la coreografía, pero no se puede transmitir todos esos valores hétero-patriarcales. Salimos a gritar “ni una menos” y estás en la escuela transmitiendo el zapateo, que es muestra la bravura del varón, su voluntad de dominio, y el zarandeo es la gracia y la docilidad de la dama. Está todo bien, no vamos a cambiar las coreografías, pero ¿qué posturas vamos a tomar ante estas cosas? Por lo menos hacernos algunas preguntas y me parece que fundamentalmente es esa la importancia que de pronto irrumpa una disciplina como la danza en una institución educativa. Y que la gente se haga preguntas, que se abra un debate respecto de esto. Yo no te voy a responder, a mí me parece que por lo menos hay que preguntarse si estos son valores, de qué época están tratando de trasmitir estos valores: la mujer dócil, graciosa, divina y el hombre rudo. Ahora hay otras masculinidades, hay mujeres que son luchadoras y que están en lugares de mucha responsabilidad, eso aparece a través de la danza, porque el cuestionamiento está en el cuerpo ¿Por qué un hombre, o que porta un cuerpo de varón, dice que me tiene que dominar a mí que soy mujer? y ¿qué cosas porta mi cuerpo para que tenga que ser dócil? Son preguntas”.