Adjudicar de manera directa y poner parches para renovar y prorrogar las licencias de bingos y casinos fue una costumbre tan opaca como redituable para políticos y empresarios bonaerenses.
Por primera vez en 23 años en 1995 el juego pasó a la órbita provincial, la gobernadora María Eugenia Vidal llamará a una licitación pública para renovar la administración de 3860 máquinas tragamonedas que funcionan en siete de los doce casinos provinciales. En paralelo, cerrará tres casinos y un bingo en Temperley.
«Que el juego no creciera fue un objetivo que yo le planteé a los vecinos de la provincia. Y ese objetivo se cumplió. En dos años no se agregó una sola tragamoneda ni una agencia de lotería», le dijo Vidal a LA NACION ayer por la tarde, al anticipar junto al titular del Instituto de Lotería y Casinos de la provincia, Matías Lanusse, el llamado a licitación por 20 años de las máquinas de esas siete salas, que se formalizará por decreto esta semana.
Además, Vidal decidió dar de baja los casinos de Mar de Ajó, Valeria del Mar y Necochea, tres salas inviables por la poca cantidad de gente que concurría. Y también el bingo de Temperley, cuya concesión estaba en manos de la empresa española Codere, con prórroga vencida en diciembre de 2017.
Según fuentes del gobierno bonaerense, la decisión no pone en riesgo despidos en el sector si no que se prevé reubicar al personal afectado.