En Misiones dos hermanos mataron simplemente y sencillamente para saciar su sed de sangre, fueron condenados a 20 años de prisión en un juicio oral y público.

El crimen ocurrió en la noche del domingo 22 de marzo de 2015 en la Costanera de la localidad de El Soberbio, en la frontera con Brasil.

Los acusados y ahora sentenciados, Miguel Ángel Castro de 23 años y Luis Ederson Castro de 26 años, irrumpieron en el lugar a bordo de una moto y, sin que mediara una discusión o pelea, inmovilizaron a Omar Martínez de 34 años, a quien hirieron de muerte de dos puntazos.

En base a los testimonios, se pudo establecer que fue el mayor de los hermanos quien tomó del cuello y de uno de los brazos a la víctima mientras Miguel Ángel le asestaba dos profundas heridas en el pecho y el abdomen. En esas circunstancias también hirieron, aunque no de gravedad, a un hermano de Martínez.

La intervención de otras personas evitó que las víctimas fueran más, ya que los hermanos Castro parecían fuera de sí, declararon las fuentes. Tras el crimen, ambos lograron escaparon del lugar en moto, aunque dos días después la policía los detuvo.

El día del crimen los involucrados habían estado en la inauguración de una cancha en el paraje La Barra, pero ningún testigo reportó una pelea o discusión entre ellos.

La fiscal Estela Salguero de Alarcón sostuvo que los imputados «no tuvieron piedad y actuaron con total desprecio por la vida humana. Quedaron cuatro chicos huérfanos y los padres perdieron a un hijo sin ningún motivo, porque durante el juicio no se estableció que haya habido un problema previo con la víctima», agregó en su alegato final.

Para la fiscal «sin dudas, esa noche los hermanos Castro llegaron a la Costanera a cometer un ilícito y por eso fueron armados. De casualidad no mataron a Anderson y Valdir», los hermanos de Omar.

Los defensores intentaron encuadrar el hecho en una pelea callejera e incluso arriesgaron la hipótesis que fue uno de los Martínez quien apuñaló a su propio hermano al intentar atacar a los Castro. Los jueces no le creyeron y los imputados deberán cumplir una pena de 20 años de cárcel.