Miguel Máximo Gil fue concejal, provenía del sindicalismo, y no era un hombre de títulos ni de cargos. Había sido electo concejal en las elecciones de 1973 por el Frente Justicialista de Liberación, partido espontáneo con el que el peronismo pudo volver a participar en elecciones luego de 18 años de proscripción. Tras su asunción, se convirtió en presidente del Concejo Deliberante de Chacabuco.

Dictadura y violencia institucional

18 años de proscripción y de gobiernos de facto. La excepción de Illia y Frondizi son honrosas, es cierto, pero fueron democracias condicionadas, tuteladas por un aparato militar siempre amenazante que a la más mínima maniobra de los presidentes serían depuestos. Así fue en ambas ocasiones.

Pero allí no acaba. El peronismo era el movimiento que más ampliamente representaba las expectativas del pueblo trabajador, al que se le sumaba el de los estudiantes, algunos empresarios importantes y una sólida organización política de los sindicatos y agrupaciones que luchaban por el retorno de Perón desde 1955.

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Ese regreso sólo sería posible una vez ganadas las elecciones que convirtieron a Héctor «El Tío» Cámpora en presidente de los argentinos: el gobierno de facto que entregaba el poder había convenido que la única forma que se realizaran elecciones era que Perón no participe de las mismas. Así fue. Cámpora fue candidato y luego presidente por un histórico caudal de votos.

En Chacabuco, el candidato del FreJuLi a intendente fue el rawseño Osmar Granados, que representó también el resurgir de un peronismo popular en nuestra ciudad. Los peronistas de aquella época recuerdan sus prácticas políticas: a toda hora atendiendo a la gente. Las elecciones se celebraron el 11 de marzo, el principal candidato que enfrentó al FreJuLi en Chacabuco fue Antonio Ponce de León, por la UCR, y también de Rawson.

Granados y Ponce de León protagonizaron una reñida elección: 10.791 para el Frente Justicialista de Liberación, y 9.154 para la UCR. Fueron electos concejales:

  • FREJULI: LANZAVECCHIA, Mateo Reynaldo; MINGUILLA, Juan Francisco; CHARI, Jorge Ernesto; MUHAPE, Elio Rubén; GIL, Miguel Máximo; PETTINAROLI, Rubén Pascual; FLORES, Arnoldo y MUHAPE Segundo Silvano.
  • UNION CIVICA RADICAL: CASSINO, Eduardo José; ABELEYRA, Jorge Rubén;
    SERVINO, Mirta Haydée; CISNEROS, Eduardo Manuel; GALINELLI DE URCELAY, Estefanía; RODRIGO, Osvaldo; DATRI, Aldo Antonio.
  • PARTIDO INTRANSIGENTE: CANTONI, Federico Angel.

Pero entre los concejales suplentes que confirma la Junta Electoral de la Provincia de Buenos Aires, figura quien tendría dos años después un marcado protagonismo en el asesinato del presidente del Concejo Deliberante: María Elena Nin Sarachaga, quien junto a su esposo Luis Sffaeir promovieron la radicalización de un grupo de concejales para tensionar el conflicto ideológico (y luego armado) ya existente dentro del peronismo.

Pero esta ala reaccionara, ultraconservadora, militarista del peronismo, comenzó a tomar mayor virulencia cuando Perón tomó su tercer mandato. Ante la proscripción del peronismo, las continuas dictaduras militares, los crímenes cometidos por el estado, las encarcelaciones injustificadas y un sinnúmero de atrocidades cometidas por las dictaduras militares antes del triunfo de Cámpora, la tendencia revolucionaria del peronismo (principalmente Montoneros) comenzó a postular la opción armada como una forma legítima ante la falta de elecciones y de libertades de prensa, individuales y sociales, de desplazar del poder a los militares encabezados por Lanusse y los grupos concentrados de la economía del poder. El clima internacional acompañaba: abundaban revoluciones, movimientos de liberación y nuevas doctrinas que llegaron hasta la propia iglesia bajo los papados de Juan XXIII y Paulo VI.

Pero el poder de turno también encontró aliados entre la derecha peronista, que quería un gobierno de ese partido sin que se alterara el orden económico y social. Ellos también tomaron la opción de las armas pero de una manera diferente. Se aliaron a grandes poderes económicos, utilizaron el puñado de sindicatos que controlaban como una herramienta de presión, y establecieron sólidos vínculos con los aparatos represivos.

La masacre de Ezeiza fue protagonizada por estos grupos de ultraderecha, de cuyos miembros el más ilustre fue José López Rega, un hombre que tuvo una importancia mayúscula para un cuerpo debilitado como el de Perón. Apodado «brujo», López Rega prodigaba cuidados corporales de todo tipo al general envejecido, por lo que es comprensible la confianza con la que Perón lo coronó. De allí pasó a ser su secretario, y desde allí a manejar junto a Isabel, la tercer esposa del expresidente, asuntos de suma importancia para el movimiento peronista.

Este enfrentamiento tornó inmanejable el gobierno para Cámpora. Baste un ejemplo: en las cárceles abundaban los presos por razones políticas, al ganar Cámpora las organizaciones de la izquierda peronista coparon las cárceles y realizaron masivas manifestaciones para la liberación de los presos. Cámpora no tenía posibilidades de negociar, concedió un indulto.

Aparatos paraestatales

Como se ve, las organizaciones de la derecha peronista se pensaron a sí mismas como aparatos paraestatales, como una policía clandestina, que mantuvo fuertes vínculos con la inteligencia, y ya sea antes o después del retorno de Perón, asociados al Estado para asesinar a líderes estratégicos de lo que consideraban «infiltración marxista»: sindicalistas, docentes universitarios, dirigentes de la izquierda peronista, escritores, estudiantes, diputados o quien consideraran aplicaba.

Cuando Perón tomó el gobierno, luego de ganar las elecciones de 1974 que había convocado Cámpora, puso en su gabinete como ministro de Bienestar Social a López Rega, y a su esposa Isabel (quién de más confianza) como vicepresidenta.

En ese extenso, complejo e intrincado contexto se produce el asesinato del presidente del Honorable Concejo Deliberante de Chacabuco, Miguel Máximo Gil.

¿Por qué Gil?

Esta pregunta está repleta de conveniencias. Conveniencias políticas. Nunca, ninguna figura política en Chacabuco ha sido tan debatida y recordada como la de Miguel Máximo Gil. ¿Qué honor es ese?

Pero la figura de Gil ha sido distorsionada, malograda, puntualmente porque Gil ha muerto. Lo asesinaron a balazos, por la espalda, luego de secuestrarlo en su domicilio.