La primera seguridad que puede afirmarse tras el anuncio de la expresidenta, que finalmente constituirá fórmula, pero como candidata a vicepresidenta, es que con CFK no hay seguridades.
Aunque Cristina Fernández se empeñe en mostrarse un ciudadano más, no lo es. Ayer sábado desayunó a propios y ajenos con la noticia. Al redactor le contaron un chiste gracioso, que trasladamos a los lectores, y que, más allá de la malicia política, demuestra el clima reinante en el oficialismo tras la noticia.
Dice así: El presidente, apenas se estaba levantando, fue interrumpido por uno de sus asesores. Cristina anunció que no será candidata a presidenta, sino a vice y la fórmula la encabeza Alberto Fernández. El presidente se acicaló y atravesó el pasillo que lo separa del salón donde una reunión minúscula lo aguardaba. Al entrar, saludó a los presentes «Buenas noches…».
Esto es, dejando el oportunismo del chiste, que Cristina ha dado vuelta el tablero: la movida hace que el oficialismo se quede sin quien «polarizar y enfrentarse», la ansiada estrategia con la que Macri esperaba aumentar sus chances de ser reelecto.
Alberto Fernández en ese terreno será mucho más difícil de alcanzar. Pero no es la única lectura que pueda hacerse. Es básica, para comprender una decisión que se ve reflejada en otros episodios centrales de la historia del peronismo.
Hay mucho para tener en cuenta, pero pocas son las conclusiones que puedan sacarse. Hay una pregunta urgente que la dirigencia peronista se realiza: ¿cómo impactará esto en el desenvolvimiento del armado político hacia el interior del país y los distritos provinciales y locales?
Una alianza política
Otra: ¿la presentación de la fórmula es la presentación también de una alianza? La respuesta es obvia: Sí. Alberto Fernández tiene una cuota de propio protagonismo. 9 años se alejó de Cristina y retomaron el vínculo en 2017. Lo difícil aquí es expresar lo que esa alianza significa y cómo se traducirá en un armado concreto.
De cajón se sabe que la candidatura de Alberto Fernández obedece a la posibilidad que ello signifique traer ‘de vuelta’ al tigre indomable de Sergio Massa. Parece una explicación demasiado «corta» para un evento de trascendencia histórica.
Pero las razones para acercar posiciones con Massa existen, y si alguien puede «traerlo» es Alberto Fernández… ¿O habría que decir, en todo caso, que a Massa nadie lo trae? Un espacio conjunto, en el que recalen CFK y Massa, daría la posibilidad de ganar las elecciones sino en primera vuelta, en segunda sin sobresaltos. «La decisión es de Sergio», dijo Alberto Fernández en una entrevista a Página 12 y agregó algo similar para Juan Schiaretti, de quien dijo que «es un muy buen gobernador». Allí hay una característica a tener en cuenta.
Tanto Massa como Alberto Fernández han compartido espacio, se conocen. Es cierto que sus críticas a Cristina fueron severas, incluso llegó a dudar en público de cómo se licitaron las obras durante la gestión de la ahora candidata, suya, a la vicepresidencia. Pero ni Massa ni Alberto Fernández fueron tan lejos como otros dirigentes que llegaron al terreno personal.
Ahora, su figura se ha colocado en el centro del polígono político. Es cierto que siempre ha mantenido una buena relación con aquellos que criticaron y critican fuertemente a Cristina. Pero ese es su valor mínimo. Hoy tener canales habilitados para negociar cuestiones internacionales es la clave para que el perosnimo, de ganar en las elecciones, pueda comenzar un mandato en un clima de gobernabilidad sin arriesgar un posible default ante los increíbles vencimientos de deuda que el pueblo argentino deberá enfrentar en 2020.
¿Vueltas de la política?
Otra interesante forma de mirar el tema es que Cristina ha elegido como candidato a presidente al armador político de Florencio Randazzo en las elecciones de 2017. ¿No eran traidores, como decían los más furibundos kirchneristas? Al parecer, la mirada de Cristina Fernández no les da la razón. No se trata de las vueltas de la política, sino que precisamente se ha tomado la decisión de construir un frente mucho más abarcativo que el kirchnerismo. Es un paso decisivo a revalorizar la identidad «peronsita» con todo lo kirchnerista que ello tiene.
Para reforzar esta idea, baste la cita de la propia CFK que en el video recordó las palabras de esa especie de santuario, que son las 20 verdades peronistas, respecto a la prelación de las vanidades dentro del movimiento: «Primero la patria, después el movimiento, después los hombres».
Esa frase es de manual, la conocen todos, y se ha archirepetido hasta la infinidad desde cafiero a Menem, de Kirchner a Alberto Fernández. Pocos la han cumplido y Cristina aquí hay que decirlo, ha innovado: al único antecedente de una candidatura por tercera vez en la fórmula presidencial (la fórmula Perón-Perón de Juan Domingo y María Estela) CFK opuso la fórmula Ferández-Fernández. Que en este caso la fórmula esté «invertida» es un «mensaje» de Cristina. La historia lo decodificará, hoy su significado es incierto.
Unidad y resignación
Entre las novedades que podemos tener sobre las primeras declaraciones del ahora flamante candidato a presidente, Alberto Fernández, hay una que llama la atención.
Entrevistado por Página 12 Ferández realizó jugosas declaraciones, que los reporteros supieron aprovechar al máximo. Descolló el periodista Mario Wainfeld, quien ante una declaración de Fernández le impuso una pregunta que contestó con una buena definición para marcar una característica de esta fórmula de unidad
«Estamos en un tiempo que si no no nos convencemos que la suma de las partes hacen el todo que necesitamos, vamos a tener un problema. Celebro que la que mejor lo entendió fue Cristina. Lo celebro porque Cristina era central para poder hacer esto. Lamento que otros no pudieran entenderlo, pero finalmente siempre digo que a este espacio de la unidad se viene por convicción u por resignación. Porque indefectiblemente todo conduce así», contestó Fernández en un fragmento.
Ante la afirmación del candidato, Wainfeld se rió irónicamente con el escepticismo que le impone la experiencia: «¿Y la resignación en qué consiste? ¿En ver la fortaleza de esa colectora política?». «Claro», respondió Fernández.
Espejos
Entre los espejos que se mira Cristina, que no es ninguna mona, pueden anotarse varios.
- El más obvio: Perón encabezó la fórmula de una tercera presidencia, pero fue tras el fracaso y la imposibilidad de gobernar de Cámpora. Otro contexto, y la analogía pierde poder. Contentarse con recordar que Perón no logró contener las fuerzas de su movimiento y un sucesor siempre fue un gran problema para el peronismo. Acá también se inscribe la muerte del líder, que sería el bisel de este espejo.
- Latinoamérica: otro espejo interesante para analizar, principalmente, lo que podría desenvolverse en el tramo que queda hasta las elecciones. Brasil es el más claro: el único con chances de ganar unas elecciones frente a Bolsonaro era Lula. Maquiavélicamente detenido, su sucesor no pudo captar el caudal de votos de Lula. Alberto Fernández en este sentido, puede ser un seguro.
- Cobos: si hubo un drama histórico digno de una novela y que seguramente marcó a fuego a la expresidenta es el voto de Cobos para signar la época más debil y de mayor enfrentameinto del gobierno de Cristina. Primer conclusión: el vicepresidente no sólo acompaña la fórmula. Segunda: ser la vicepresidenta no la deja exenta de la discusión. Será parte del gobierno legislativo. Puntualmente presidenta del Senado. El cargo que hoy ocupa Gabriela Michetti.
La carrera
La presentación de la alianza, también supone una nueva carrera para los subalternos, que se ven obligados a reordenarse en ese esquema. Pero también es una seguridad. Aunque sea entre dientes, la mayoría sabe que Alberto Fernández puede ser la clave para lograr el margen necesario que permita construir alianzas para recuperar distritos en manos de Cambiemos.
Quienes gozan de la alegre compañía del candidato tienen aseguradas sillas en Balcarce 50 si se convirtiera en presidente. Y eso será una nueva clase política. Porque Fernández – Ferández no es una equivalencia. Es la primera oportunidad seria que tiene Alberto Fernández, pero el caudal electoral que le permitiría ser presidente está en su mayor parte en poder de Cristina. Su candidata a vicepresidenta. «Alberto presidenta», escribió el que se atribuyó la primera pintada para la fórmula.
Pintada en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. #FernandezFernandez pic.twitter.com/M1Pn9V0iMq
— facu saya. (@facusaya) 18 de mayo de 2019
En el interior se juega con los gobernadores mayormente, quienes raudos festejaron la alianza que viene a salvarles de una probable anarquía, como la de 2017. En el interior esos escenarios son indeseables, origen de desenlaces imprevistos. Un calificativo, «imprevisto», que el peronismo del interior busca evitar, por «tradición».
El único que cruzó la alianza y la criticó fue el gobernador Juan Manuel Urtubey. Pero otro dato no menor es que Daniel Scioli anunció que enfrentará a la fórmula en internas, y sigue reacio a la unidad, que como siempre, posterga ambiciones y mata candidaturas. Ese es el principal «gesto» de Cristina.
De lo nacional a lo local
En cada distrito la principal incógnita hasta el momento era qué pasaría si a nivel nacional el peronismo presentaba más de una candidatura. Por la mañana el anuncio de la propia Cristina alivió y sembró nuevas incógnitas.
A nivel local, todos los candidatos del peronismo apoyaron y mostraron su entusiasmo. Tanto Ricardo Ciminelli como Julieta Garello y Martín Carnaghi, los tres que tienen las intenciones de competir en las primarias como candidatos a intendente de Chacabuco, realizaron declaraciones a favor.
El problema que se plantea es cómo se expresará la fórmula de unidad en los distritos que tienen internas como Chacabuco. Otra incógnita.
Entre los datos relevantes que faltan hay uno clave: ¿quién será el candidato a gobernador? Kicillof es uno de los probables. Tiene buena relación con la dupla, y Alberto Fernández dijo que es su «economista preferido», lo que no lo convierte en candidato.
El lugar es tentador para Massa, que se muestra dispuesto al diálogo. Suena una fórmula: Massa-Magario. Pero no será tan fácil. Lo que no hay dudas es que Alberto Fernández fue una sorpresa y que podría seguir habiéndolas.
Semana agitada en el PJ
Desde el PJ fue una semana agitada, y vivió con gran trascendencia lo acontecido ayer, principalmente porque esperan la definición de Julián Domínguez, el máximo conductor del espacio, que con buenas relaciones en la primera línea del peronismo, podría tornar decisiva su participación para el futuro de ese espacio. Como recordaron a La Posta: «para bien y para mal».
Pero el peronismo también vive momentos de definiciones que se van tomando con cierto grado de independencia de lo que acontece a nivel nacional o provincial. La principal de las decisiones pasa por la lista de candidatos.
Esta semana se indicó al posibilidad que Gabriela Belfortti sea candidata en primer término por el justicialismo. Esa afirmación abrió un severo planteo entre la conducción, ya que se trató de trascendidos. Según informaron a La Posta: «el acuerdo está sellado, Ricardo es el candidato a intendente». Y que «El primer candidato está acordado». Por lo que confirmaron la negociación para lograr un acuerdo, pero indicaron que no incluye el primer lugar a concejal. Lo que no confirmaron es el nombre del candidato que ocupará el primer lugar de la lista.