Hoy se cumplen 210º Aniversario de la Revolución de Mayo, un episodio que en parte sigue siendo incomprendido, debatido, y utilizado con fines políticos. Compartimos una entrevista realizada en 2019 a Fabio Wasserman.
La Posta entrevistó a Fabio Wasserman, doctor en Historia por la Universidad de Buenos Aires, facultad de Filosofía y Letras, investigador del CONICET y miembro del Instituto Argentino de Historia Americana Dr. Emilio Ravignani.
Su principal área de interés es la época de la revolución, el proceso de independencia y el proceso postindependentista.
En esta entrevista le consultamos acerca de tres puntos básicos. Primero, el desfinanciamiento que realiza el gobierno del sistema de ciencia y tecnología. Segundo, acerca de la relación entre la visión de los historiadores sobre la revolución y en cómo es enseñada en las escuelas. Por último, acerca de la propia revolución: ¿fue tal cosa?
Los invitamos a disfrutarla:
-Antes que nada, quisiéramos pedirle una opinión sobre la situación de desfinanciamiento que denuncian muchos científicos, como consecuencia del cambio en las políticas de ciencia y tecnología
-El problema es grave y tiene muchas aristas, pero para decirlo en pocas palabras, el gobierno de Macri lo que hizo en estos años es llevar a cabo una política de desfinanciamiento que no sólo dificulta el crecimiento del sistema científico y tecnológico tal como se había prometido, sino que también pone en peligro su continuidad. Más allá de cómo afectan al sistema en lo inmediato estas medidas, lo más nocivo de la política científica del gobierno nacional es que los jóvenes formados o que quieran formarse como investigadores se ven en la necesidad de buscar otros horizontes, ya sea dedicándose a otras actividades o procurando seguir su carrera fuera del país. A este debe sumarse una campaña de desprestigio por parte de algunos medios y comunicadores afines al gobierno y que en las redes sociales expresa su versión más salvaje, particularmente en el caso de los investigadores del área de ciencias humanas y sociales que sufren permanentes ataques de trolls.
-¿Qué opinión tiene sobre cómo abordar la educación la conmemoración de la Revolución de Mayo?
-La Revolución de Mayo es nuestro «mito de orígenes» como nación y, como tal, no puede tratarse como un hecho o un proceso más. Contamos por suerte con una producción historiográfica que renovó las interpretaciones tradicionales (entre otras cuestiones, poniendo en cuestión la relación entre revolución y origen de la nación, contextualizando al proceso local en un más amplio marco hispanoamericano y atlántico, prestando atención a la importancia del accionar de las clases subalternas, etc.) y con historiadores jóvenes interesados en transmitir esos u otros conocimientos históricos al conjunto de la sociedad, ya sea a través del sistema educativo (manuales, capacitaciones docentes, etc.) o de otros medios como los audiovisuales, redes sociales, textos pensados para lectores no especializados, etc.
En ese sentido, lo primero que habría que lograr es que las líneas más importantes de esta renovación estén al alcance de los docentes y que se entable un diálogo más fluido (y de ida y vuelta), entre el «mundo académico» y el sistema educativo. En cuanto a cómo abordarlo, diría que además de considerar las especificidades de cada nivel (inicial, primaria o secundaria) y de las modalidades de transmisión más importantes en cada nivel (por ejemplo, en inicial y primaria probablemente sean más importantes los actos que lo tratado en el aula), lo más importante es que los alumnos puedan entender la dimensión de proceso histórico, considerando para ello algunos hechos significativos (como las Abdicaciones de Bayona) y los aspectos estructurales (como las disputas inter imperiales entre Francia, España e Inglaterra y el lugar de América dentro de estas disputas). Asimismo creo que una buena forma de comprender el proceso es reconstruir las alternativas que se les presentaban a los actores, sus expectativas, sus concepciones, etc., ya que esto permite entender mejor sus acciones.
-Algunas visiones cuestionan que el proceso vivido en aquellos tiempos fuera una revolución. ¿A qué se deben los cuestionamientos? ¿Puede afirmarse que hubo una revolución? ¿Desde qué punto de vista?
-Esta pregunta remite a dos cuestiones que están articuladas pero pueden tratarse por separado. La primera es que decidir si fue una revolución o no, implica contar con una definición o una interpretación sobre qué es y qué no es una revolución. En ese sentido, las revoluciones más importantes (primero la Francesa, y en el siglo XX la rusa) suelen ser utilizadas como modelo para medir o evaluar el carácter de otras revoluciones considerando por sobre todas las cosas la necesidad de que se produzcan transformaciones radicales en las estructuras socioeconómicas. En el caso de la Revolución de Mayo tradicionalmente se la consideró como una revolución nacional que puso fin al dominio colonial al expresar el surgimiento de una nacionalidad, la argentina.
Posteriormente esta interpretación fue impugnada o criticada al plantearse que no fue una verdadera revolución ya que sólo produjo una transferencia de poder de la Corona española a las elites criollas, pero no hubo cambios estructurales socioeconómicos. Se habría tratado así de una revolución política e ideológica y, en ese sentido, una “no” revolución, o fallida, o incompleta o falsa. Buena parte de los estudios actuales, por el contrario, evidencian que hubo profundos cambios no sólo políticos sino también en las relaciones sociales. Pero ello implica, entre otras cuestiones, utilizar otras periodizaciones que no se reduzcan la “década revolucionaria” (1810-1820).
Y, también, considerar la segunda cuestión, que es plantearse cómo lo vivieron y entendieron los actores del período, y que es lo que ellos y ellas entendían que era una revolución. En ese sentido, y para no hacerlo muy larga, no cabe dudas que se trató de una revolución, una ruptura radical en la experiencia social que implicó un antes y un después, una reestructuración de las relaciones sociales, de poder y, también, de las identidades colectivas.