Una vez más, nuestra América del Sur vive horas inexplicables tras el golpe de Estado que se produjo en Bolivia. Luego de más de 20 días de acuartelamiento policial y conspiración de las fuerzas armadas contra el presidente constitucional Evo Morales, los grupos paramilitares impulsados por las grandes empresas y políticos opositores a Morales, lograron tomar el poder por la fuerza.
En la mañana del domingo los bolivianos se levantaron con el llamado a nuevas elecciones y la renuncia forzada del presidente, que anunció él mismo mediante una conferencia de prensa. Las siguientes 15 horas del día domingo 10 de noviembre fueron de terror.
El proceso para derrocar a Morales y el alzamiento militar comenzaron tras las elecciones presidenciales que ganó nuevamente, pero sobre las que había sospechas en el recuento de votos que fueron ratificadas por la Organización de Estados Americanos, de quien se presume que ha alentado el golpe.
El principal opositor en la contienda electoral fue Luis Fernando Camacho, heredero de una de las familias más poderosas de Bolivia que antes de 2003 controlaba las explotaciones gasíferas en el vecino país. Las mismas que Morales nacionalizó al llegar a la presidencia.
El propio Camacho fue quien alentó el paro de 21 días contra Morales y quien se puso a la cabeza del grupo que impulsó el golpe de Estado.
A pocas horas de renunciar el presidente Morales y el vicepresidente García Linera, el gobierno quedó paralizado y horas más tarde grupos de vándalos saqueaban la residencia oficial del presidente.
En una situación inaudita y completamente ilegal, la violencia tomó las calles y despareció el gobierno, y con él toda legitimidad a cualquier acto de gobierno.
Evo Morales ha fracturado el orden constitucional y debe renunciar. Así también los senadores, diputados y los miembros del Tribunal de Justicia, y del Tribunal Constitucional.#FraudeEnBolivia #FraudeElectoralBolivia #concluELEXBOL19 @OEA_oficial @soyfdelrincon
— Luis Fernando Camacho (@LuisFerCamachoV) November 10, 2019
Pocas horas luego Camacho ingresó al Palacio Quemado (la casa de gobierno de Bolivia) donde tras extender una bandera en el suelo y colocar una biblia sobre ella se autocoronó como jefe del grupo golpista.
Mientras tanto fue saqueada la residencia de Morales, atacados los domicilios de ministros, algunos de los cuales están detenidos y se denunciaron amenazas y vejaciones contra miembros de diferentes instancias del gobierno.
Momentos más tarde el mismo Camacho comunicó por Twitter que tenía una orden de aprehensión contra Evo Morales y que estaba siendo buscado. El presidente derrocado denunció por la misma red social la irregularidad de lo actuado: un gobierno en manos de nadie y un nadie como Camacho comunicando una orden de arresto.
Mientras tanto grupos paramilitares continúan expandiendo el miedo por las calles de Bolivia y el ejército toma las calles.
En nuestro país, la prensa sin ideas ni espíritu democrático impulsó el golpe. Por ejemplo, Infobae publicó la carta del exministro Carlos Sánchez Berzain durante la presidencia de Carlos Mesa (condenado por múltiples crímenes contra la humanidad y corrupción). Allí se defendió el golpe en marcha, y es indudable el rol que cumple el expresidente boliviano.
Algunos de los medios de comunicación que cubrieron el tema, tuvieron actitudes desleznables. En Bolivia prácticamente no hay medios que no sean los que apoyan a los golpistas. En Chile, la mayoría también presenta lo sucedido como una renuncia de Morales.
En Argentina. Con una nota aparecida hoy el diario La Nación también apoyó (solapadamente) el golpe de Estado refiriéndose a las «vías institucionales» por las que tras la renuncia de Evo Morales se encaminaría el país. Se tituló «Bolivia: festejos y banderas indígenas arriadas».
En Chacabuco, el diario De Hoy también se alineó a la mirada a favor del golpe de Estado titulando «Evo Morales renunció a la presidencia de Bolivia» y señalando que hay denuncias de «golpe de Estado», así entre comillas.
El gobierno argentino, por indicaciones de Macri emitió un débil comunicado a través de la Cancillería donde volvió a esgrimir la teoría que Bolivia está dentro del procedimiento institucional.
En tanto, el grupo de Puebla (que reúne a líderes de latinoamérica, entre ellos al electo presidente Alberto Fernández) fue claro con su posición denunciando el golpe de Estado. Y tanta Alberto como Cristina Fernández fueron enfáticos en su condena al golpe.
En Bolivia se ha consumado un golpe de Estado producto del accionar conjunto de civiles violentos, el personal policial autoacuartelado y la pasividad del ejército. Es un golpe perpetrado contra el presidente @evoespueblo, que había convocado a un nuevo proceso electoral.
— Alberto Fernández (@alferdez) November 10, 2019
De esta manera se suma otro episodio a la preocupante situación de las democracias sudamericanas y del mundo: persecución a líderes, violaciones a derechos humanos como en Chile, Brasil, Venezuela y ahora Bolivia.