El 10 de diciembre es el Día Internacional de los Derechos Humanos, aprobado en 1948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. En Argentina recordamos el Día de la Restauración de la Democracia porque Raúl Alfonsín asumió formalmente el gobierno en 1983. Pero también cada 10 de diciembre, nuestra ciudad recuerda el secuestro de Liliana Irma Ross, hija de Chacabuco desaparecida en 1976 en el marco de la última dictadura cívico militar, y que se mantuvo en esa condición hasta 2011, cuando sus restos fueron identificados.
Al momento de su secuestro cursaba estudios universitarios en La Plata, como Visitadora de Higiene y Asistencia Social. Militaba en la Juventud Universitaria Peronista y en Chacabuco formó parte de los grupos de jóvenes católicos que organizaba el sacerdote Zaccardi.
Junto a su esposo, Adalberto Rosetti compartieron la militancia y abrazaron la política como una herramienta de cambio social.
Fue desaparecida en las intersecciones de 11 y 37 en La Plata mientras cursaba el cuarto mes de embarazo. Fue la primera desaparecida del grupo que colaboraba con Zaccardi, cuenta Juan José Chazarreta en su libro Operación Chacabuco.
Tanto el esposo de Liliana como los padres de ella buscaron intensamente durante años información que pudiera darles certeza acerca de los frutos del embarazo.
En esas circunstancias, la desaparición significó también para la familia de Liliana (como para todas las familias de desaparecidos) un tremendo golpe que disloca la vida cotidiana.
Su madre, Pety Ross, fue miembro de Madres de Plaza de Mayo, y buscó intensamente a su hija y a los nietos que se creían nacidos de ese embarazo. Tuvo una activa participación en el reclamo por la aparición con vida de los desaparecidos y la restitución de los niños que se apropiaron ilegalmente.
Los restos de Liliana finalmente fueron encontrados en 2011, restituidos a su familia y descansan en el Cementerio de Chacabuco. Como determinó el Equipo Argentino de Antropología Forense, Liliana Ross fue asesinada antes de dar a luz.
Lamentablemente, esto lo conoció mucho después la familia, extendiéndose el dolor ante la creencia que habían nacido.
Gracias a su búsqueda, Pety Ross llegó a dar con la noticia de dos mellizos que habían nacido en el penal de Olmos. El dato lo confirmó un miembro de la iglesia, el Monseñor Callejas «En ese carta le comentaba que el 22 de abril de 1977, Liliana había dado a luz a dos mellizos a quienes llamó Martín y Gustavo», escribe Chazarreta en su libro.
Como esos niños fueron apropiados por el subcomisario Samuel Miara, realizaron el reclamo judicial , y recién en 1989 pudieron realizarse los exámenes de ADN. No eran hijos de Liliana, sino de otra detenida desaparecida, María Rosa Tolosa, también embarazada de mellizos.
Hace pocos meses se conoció el fallecimiento de Adalberto Rossetti, quien estuvo exiliado durante la dictadura y formó parte de Abuelas de Plaza de Mayo con quien buscó a sus hijos hasta 2011, cuando luego de 34 años supo la noticia.
Al fallecer, tras pelear con una larga enfermedad, la organización de Abuelas lo despidió: «Hasta siempre, querido hijo y compañero«.
La familia de Liliana realizó grandes sacrificios para realizar la búsqueda de lo nietos, haciendo importantes aportes para el esclarecimiento de otras causas al buscar datos y golpear innumerables puertas.
Ese aporte ha sido reconocido de diversas maneras. En la actualidad, la universidad de La Plata entrega una distinción en la carrera de Trabajo Social que lleva el nombre de Liliana.
En tanto, su hermano Guillermo, uno de los que recibió los restos de Liliana cuando se la identificó, mantiene viva la llama de la memoria. Liliana fue una de las tantas personas asesinados y/o desaparecidos, que han legado a la posteridad la alegría de disfrutar la democracia y que perdieron su vida por pensar diferente.
Nunca Más. Memoria, Verdad y Justicia