En el día de ayer Chile llevó adelante un plesbicito para decidir la continuidad o no de la actual constitución, sancionada bajo la época del dictador Augusto Pinochet en 1980. El resultado fue contundente, el 78% de los votos fue a favor de dejar atrás la actual carta magna.
Este punto culmina la lucha de quienes demostraron los crímenes que la dictadura chilena causó. El proceso para una nueva constitución solo fue posible gracias a las constantes protestas callejeras que se dieron lugar en los últimos tiempos, principalmente a lo largo de 2019.
Ese estado de manifestación tuvo gran acompañamiento de la sociedad, y envolvió a toda la sociedad chilena en una discusión generalizada de las leyes y los derechos que gozan los ciudadanos que no pasó por alto el problema de la educación en ese país.
Además de decidir dejar atrás la actual Constitución, los chilenos aprobaron por una mayoría igual la decisión que se conforme para redactarla una Convención Constitucional conformada por 155 personas elegidas por el voto popular, y que con una representación igual de hombres y mujeres. La opción derrotada en esta segunda consulta era la de Convención Mixta donde el 50% de los integrantes provenga del actual parlamento.
Chile y América Latina
La suma de las diferentes dictaduras que América Latina vivió en el último cuarto del siglo 20 conformaron un plan generalizado, a escala regional: Brasil, Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay… Todos tuvieron sombrías dictaduras que en ningún caso lograron mantenerse en el poder y más tarde que temprano, a lo largo de la década de los 80, debieron reconocer que el plan había fracasado.
El retorno a la democracia fue un camino complejo. Leyes como la de Punto Final y Obediencia Debida en la Argentina, o la constitución chilena que impulsó Pinochet buscaban que la democracia siguiera funcionando bajo los cánones de la dictaduras.