Hay un giro contemporáneo en el mundo de la edición, donde varias editoriales amplían el terreno de los libros con ediciones y traducciones de autores poco frecuentes. Hace días la editorial Llantén dedicada a la traducción y publicación de poesía editó el poemario número 20 de su catálogo: ¡Que no me asfixie de hacer tanto silencio! de la alemana Inge Müller. Otra novedad es la novela de Cynan Jones La tejonera editada por Chai.
También el Caracol es una de las editoriales que promueve además de autores argentinos, la literatura japonesa. La primavera llegó en un carro tirado por caballos escrito en la primer mitad del siglo XX llegó a nuestro idioma en 2019, bajo este sello. Riichi Yokomitsu fue un conocido escritor entre 1920 y 1949. La antología de cuentos incluye un estudio preliminar que nos introduce al japón de los años 20, su cultura y la novedosa estética que surge en una generación de escritores.
«Tiempo«, cuenta la fuga de doce actores en condiciones de supervivencia luego de ser abandonados por su director y quedarse sin dinero en una pensión. «Aun cuando lográramos escapar de la muerte, nada nos aseguraba que cuando nos tocara morir en el futuro, podríamos hacerlo con tanta calma como en ese momento.» Un relato narrado con intensidad, poniéndole acción y dramatismo en medidas exactas. Una pluma acelerada que se vuelve a repetir en «Máquina«, cuento en el que los empleados de una fábrica se atacan entre sí. La paranoia y desconfianza no respetan límite alguno. «Su hostilidad creció, y aunque yo creía que era un tonto, sospeché que, justamente por su estupidez, podía volverse peligroso. Que alguien te convierte por capricho en su enemigo es bastante divertido, porque uno puede burlarse mientras dure el enfrentamiento; tardé en darme cuenta de que ese placer me estaba jugando en contra«.
En el cuento titulado «Tesoro» en cambio, narra la preocupación de un tío por la vida de su sobrina y su enamoramiento hacia la bebé. En «Mosca», – unos de mis relatos preferidos – cinco pasajeros desean abordar con premura por diferentes motivos, una carreta que los conduzca a la ciudad. Los hechos suceden como en una única escena barrial, moviéndose a modo de cámara por el aire para concluir en el desastre y la paz.
Por último, el cuento que lleva el título del libro es una película hermosa: «La primavera llegó en un carro tirado por caballos«. Un hombre cuida a su esposa que espera la muerte, entre el amor y hartazgo, el sufrimiento y la enfermedad circula el cansancio, la locura, la entrega y una nueva estación como ofrenda.
Riichi Yokomitsu se movió dentro de una corriente de escritores experimentales, frecuentemente motivados por el cine y por impregnar las páginas con lo visual, lo olfativo y lo auditivo. «La escuela de las nuevas sensaciones» influenciada según el escritor por las vanguardias europeas. Para Yokomitsu ,y parafraseando a Miguel Sardegna, «Nueva sensación» (shin kankaku) era un término destinado a lograr una comprensión inmediata de la realidad a través de los sentidos. Su objetivo era lograr una sensación no mediada, un estado donde la percepción y el lenguaje se unificaran para posibilitar el acceso a lo auténtico, sin perder la dimensión moderna e individual.
En la contratapa, Martín Felipe Castagnet dice: «Yokomitsu carece de misericordia, pero sus personajes están plenos de compasión; paranoia y generosidad van de la mano. La primavera llegó en un carro tirado por caballos es un libro conmovedor, casi epifánico, sobre los padecimientos ajenos y propios, muchas veces autoinflingidos. «Había decidido probar esos sufrimientos como la lengua prueba el azúcar, para mirarlos con la luz total de todos sus sentidos»».
Aunque el libro de Yokomitsu se constituya de relatos ajenos entre sí, construye sin embargo, una atmósfera que ronda lo hostil y lo agradable. Los saltos entre las historias, algunas más intensas, otras con aire de cortometraje. Los ritmos narrativos son dignos de una lectura voraz. Causando que las emociones nos envuelvan y necesitemos la siguiente historia.
Algunos señalan que la desaparición de este artista tuvo influencia de la crítica en inglés que no fue compasivo con él. Sin embargo en la actualidad se lo vuelve a rescatar, (parte del mérito es de También el caracol) de la mano de su reconocido amigo Yasunari Kawabata quien le dedicó algunas frases como estas en el obituario:
Tus huesos también se quebraron con esta nación rota. ¿Cuánto lastimaron esta guerra, y la derrota, a tu mente y a tu cuerpo?
Fuiste como buen japonés, íntegro, simple y sincero. Miraste al frente, te anticipaste al futuro y creíste en él.
No sé que será de tu alma ahora que has muerto, pero tu literatura vivirá por siempre. Y me pregunto si mi obra logrará permanecer como la tuya, para siempre en el corazón de las personas.
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