(Publicación pedida)
Cuando con una actitud mercenaria y una asquerosa genuflexión hacia sus superiores de la política, algunas personas ofrecían en sacrificio derechos adquiridos por nuestras hijas e hijos, otras, al grito de «LA PATRIA ES EL OTRO», dijeron: acá estamos con ustedes.
Gracias a todas y todos los que pusieron su granito de arena para que en Castilla se recuperen los derechos a una educación digna, perdidos con el gobierno anterior. Son tantos que sería imposible recordarlos a todos. Pero es necesario nombrar a algunos. Martín, que logró que nuestro reclamo trascienda las fronteras del pueblo al llevarlo al congreso. Para que haya una avalancha, una piedra tiene que empezar a rodar, y las huellas en ella, siempre serán las tuyas. Y la máxima injusticia sería no nombrar al abogado de las familias y al invencible FORO EN DEFENSA DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA, que durante tres años y medio sostuvieron nuestro reclamo. Andrés, ¿cuántas horas de tu vida diste, sin cobrar un peso, en el dilatadísimo proceso judicial? ¿Cuánto tiempo dieron los integrantes del foro en sus infinitas gestiones, que con el correr del conflicto se fueron transformando en nuestra única esperanza? Sabíamos que el final de la pesadilla iba a llegar, porque ustedes nunca se iban a rendir, y que la voz que nos comunique la deseada noticia, Susana, Norma, Mari, iba a ser la de una de ustedes.
El «SÍ SE PUEDE» que ponía 23 estudiantes en un aula, de 3 años distintos, como única oferta educativa para nuestro pueblo, con la justificación que la diferencia generacional enriquece y los más grandes debían enseñarles a los más chicos, fué derrotado por ustedes que honraron la consigna: «LA PATRIA ES EL OTRO», haciendo de ella un arte al llevarla a su máxima expresión.
Además necesitamos nombrarlos para agradecer tanto afecto y contención que nos han dado en estos tiempos de angustia, como así también, el profundo respeto que nos demostraron al aceptar nuestras estrategias y NUNCA REPRESENTARNOS DE MANERA INEXACTA.
Pensamos en ustedes y recordamos a ese oficial norteamericano que gracias al paracaídas salvó su vida cuando derribaron su avión en Vietnam. Tras varios años prisionero, regresó a Estados Unidos y se hizo famoso contando su experiencia. Un día alguien que lo reconoció se acercó y le dijo: -yo empacaba tu paracaídas- el aviador agradeció al hombre porque ese paracaídas bien doblado había salvado su vida. Esa noche casi no pudo dormir pensando en ese hombre, al que tantas veces habría cruzado durante la guerra sin prestarle atención. Desde ese día en sus charlas, el oficial invita a sus oyentes a que intenten notar a esas personas que les están construyendo un futuro mejor sin ser advertidas. Pensamos en ésto porque creemos que sus actos nunca serán debidamente recordados. El mejor gol de todos los tiempos tiene infinitas imágenes y un relato único que lo honran, pero no hay imágenes y un relato de Víctor Hugo que inmortalicen su extraordinaria solidaridad, como tampoco hay un agradecimiento a la altura de la misma. Ojalá en el futuro, algunas de las niñas y los niños que tendrán una buena educación gracias a ustedes, se acerquen y les digan: -gracias por haber empacado mi paracaídas-. Creo que solo ese día recibirán en sus corazones una caricia semejante a la que ustedes le han dado a los nuestros. Que estas reflexiones no ofendan. Sabemos que nunca buscaron una foto o ver cuan fuertes eran los aplausos el día que el objetivo se haya cumplido. Pero así como entendemos que para ustedes el único objetivo era luchar por un mejor futuro para nuestras hijas e hijos, y que cualquier reconocimiento por ello es algo muy secundario, les pedimos que entiendan, que para nosotros es primordial, casi tan necesario como respirar, felicitarlos por lo que hicieron y que sepan de nuestra admiración y gratitud por siempre.
Eternos en los corazones de las familias Vallejo y Quevedo