El abuso sexual contra una menor de edad en Chacabuco trascendió en varios medios de comunicación durante estos días sin que se produjera información oficial. Desde la Comisaría de la Mujer negaron declaraciones a este medio y explicaron que es cierto «lo que está circulando en los medios».
La falta de fuentes confiables y creíbles significa una dificultad para el trabajo periodístico y abre las puertas al surgimiento de información que vulnera los derechos de la víctima y la familia. En este caso, además de haberse vulnerado sus derechos sexuales, la divulgación de información que conforma su identidad no se corresponde con las buenas prácticas del periodismo, es a la víctima, persona menor de edad a quien hay que proteger (Ley 26.061).
Lo que está en los medios
El abuso de la menor significa que el agresor, el pederasta, realizó un acto contra los derechos de la niña en una gravedad que se desconoce. Algunos medios de comunicación, apuntando a generar la reacción de los lectores pusieron el acento en la morbosidad del hecho e identificaron determinados atributos de su identidad, lo mismo que con el pederasta.
En los casos de abusos sexuales contra niños, niñas y adolescentes no hay que olvidar el rol central que cumple el Estado tanto en la prevención, la persecución de los culpables y la reparación de los derechos de la víctima.
Este medio promueve el tratamiento respetuoso, humano y la prevención de los delitos contra los derechos de los niños, niñas y adolescentes. Para preservar los derechos de las víctimas, este medio declara seguir la Guía para periodistas de UNICEF.
La misma señala que «Mostrar el entorno de un niño o una niña víctima de abuso o explotación puede ser útil para contextualizar la nota. No obstante, es un recurso que mal usado podría develar la identidad de la víctima a la que se debe proteger. Mostrar a sus padres, parientes, maestros, vecinos, la escuela en la que estudia o la casa donde habita, facilita su identificación y la pone en peligro, sobre todo en situaciones de trata y explotación comercial».
Y recomienda: «Cuando niñas, niños y adolescentes son noticia por estar en situación de abuso, de trata o explotación sexual comercial, la tendencia periodística hacia la morbosidad es predominante. Pero no es la única. Es valorable el trabajo de un sector periodístico que se esfuerza por encuadrar la noticia respetando los derechos de los chicos y chicas.»