Luego de la triste noticia sobre el fallecimiento del Padre Eduardo Ceres, durante el día de hoy, sus restos fueron velados en la Parroquia San Isidro Labrador, donde sirvió durante dieciséis años. Posteriormente, fueron trasladados al Cementerio local.

Durante la despedida, La Posta dialogó con los Padres Lucas Jerez y Tomás Ostolaza Peña, de dos generaciones distintas, pero quienes fueran muy cercanos a Eduardo Ceres.

«En realidad no es un día de tristeza para nosotros, sino que es un día de dolor. Los cristianos sabemos que en nuestra vida tenemos que pasar diferentes dificultades, dolores, la pérdida de un ser querido, más como el Padre Eduardo, que estuvo 16 años a cargo de la comunidad, hasta hace apenas un mes, así que por supuesto que es una pérdida que genera dolor», expresó Lucas, quien reemplazó hace poco más de un mes en su cargo a Ceres.

«Eduardo fue bautizado en esta pila bautismal, y ahora sus restos mortales también son despedidos en este mismo templo. Es muy significativo. Si bien esta última semana estuvo mal de salud, estaba muy contento, incluso en su nuevo rol. Es muy difícil que una persona ceda a otro su lugar y encima esté contento, y aliente, y demás. Eduardo ha sido un ejemplo de humildad«, comentó además.

«Los cristianos tenemos esperanza, y vivimos de una manera distinta las cosas, y la muerte, aunque nos genera dolor, sabemos que no tiene la última palabra en nuestra vida, porque nuestra vida no termina en un cementerio. No tengo dudas de que Eduardo está en el cielo disfrutando del abrazo del Padre», agregó y finalizó.

Tomás, en cambio, conocía al Padre Ceres desde que era un estudiante en el Seminario. «Es una noticia que causa mucho dolor a toda la comunidad de Chacabuco. A Eduardo lo conocí desde que ingresó al seminario, fuimos muy amigos. Compartimos acá en Chacabuco mucho tiempo como sacerdotes. Era una persona muy interesante, sobretodo en sus predicaciones, muy profundo en sus reflexiones escriturísticas, le gustaba mucho la Sagrada Escritura. Entonces tenía una preparación muy profunda en ese sentido», dijo.

«Humanamente, muy buen compañero, muy buen amigo, varias veces me invitó a pasar vacaciones juntos, con su madre, su familia. Guardo un recuerdo hermoso de él. Nosotros siempre lo buscábamos, queríamos estar con él, porque era un tipo que no era aburrido, en todas las reuniones naturalmente queríamos estar cerca de él», continuó el cura párroco, quien hoy reside en la vecina ciudad de Chivilcoy.

«Ojalá que muchos sientan el mismo llamado del Señor para servir a la comunidad como Eduardo, desde la fe, desde la esperanza», concluyó el Padre Tomás.