Una mujer precoz. La vida mutilada de una mujer precoz. El nacimiento en el mismo instante de la muerte. Un cuerpo sosteniendo la vida de una niña. Xuela, una niña que sólo conoce ser mujer y habita la pérdida desde su nacimiento. ¿Cómo se convive con la ausencia de lo que no conocemos pero aún así duele?

Autobiografía de mi madre es el título que le da fuerzas a la historia de Xuela, una dominiquesa que vio morir a su madre cuando en sus ojos apenas ingresaba el mundo. Este hecho significó por siempre tener una mirada que no permite interposiciones, pero también una vida que se construyó sobre la soledad. Xuela no da lugar a creer en el arrepentimiento. Casi justificándose dice: “sin embargo no se puede confiar en un recuerdo, porque tantas experiencias del pasado se ven determinadas por las experiencias del presente“.


La novela abre y reabre cicatrices de un cuerpo compañero, de un andar denso en busca de libertad. El recuerdo de la protagonista es la construcción del relato, que parte desde su infancia, para recorrer las tierras caribeñas haciendo eco de la esclavitud.

El alejamiento de su padre es un hilo extenso que recae sobre su pequeño manto de pertenencias. Xuela, solitaria mujer fuerte, conoce esto que “los culpables y los agotados y los desesperados llaman vida” y se pregunta sobre el amor, el deseo y también sobre qué hace girar el mundo. Pregunta que apunta a la iglesia y da lugar a un párrafo extraordinario. 

Autobiografía de mi madre (2021; La parte maldita)

El cuerpo y sus olores están más que presentes en esta novela que transmite una esencia de sabiduría, mérito de la escritora Jamaica Kincaid y una interpretación y traducción sensacional como nos acostumbra Inés Garland

La editorial La parte maldita nos trajo de nuevo al plano literario, una obra que se lee con la misma sensación y emoción de estar leyendo un poema. Notablemente, a la autora no le quedó espacio sin invocar a la poesía.

Por Ariana Trompino