En una alocución de no más de dos minutos el Presidente Jair Bolsonaro no aceptó explícitamente el haber sido derrotado en la segunda vuelta electoral del pasado domingo, ni reconoció, en consecuencia, a Lula como ganador de la contienda. En su lugar, fue el Supremo Tribunal Federal de Brasil el que emitió un comunicado en el que, interpretando los dichos de Bolsonaro, destacó: «La importancia del pronunciamiento del presidente de la República para garantizar el derecho de circulación respecto a los bloqueos y, al determinar el inicio de la transición, reconocer el resultado final de las elecciones».

Así, Bolsonaro se convierte en el primer presidente de Brasil que no acepta claramente el haber sido derrotado en un proceso electoral democrático. En su lugar, de manera general y evasiva, dijo que: «Mientras siga siendo presidente y ciudadano siempre jugaré dentro de la Constitución».

Por otra parte, agradeció a sus votantes, destacó la consolidación de la derecha en el parlamento y enarboló las consignas de «Dios Patria, Familia y Libertad». Además, añadió que: «nuestros sueños siguen más vivos que nunca y estamos por el orden y el progreso».

También desalentó los movimientos de transportistas que paralizaron buena parte del país en las últimas horas y que pedían la impugnación de los resultados, pero fiel a su estilo, Bolsonaro no dudó en justificar a los que sembraron el caos: «Los actuales movimientos populares son fruto de la indignación y el sentimiento de injusticia de cómo se dio el proceso electoral. Las manifestaciones pacíficas son bienvenidas, pero nuestros métodos no pueden ser los de la izquierda, que siempre perjudicaron a la población, como invasión de propiedades, destrucción del patrimonio y cercenamiento del derecho de ir y venir».

Finalmente, Bolsonaro no dudó en que: «La derecha surgió de verdad en nuestro país«. No respondió a las preguntas de los periodistas presentes y generó un gran desconcierto sobre la transición que conducirá hacia el nuevo gobierno de Lula, el cual fue disipado por el máximo órgano judicial inmediatamente finalizado el breve discurso del Presidente.

El vicepresidente electo Geraldo Alckmin será el encargado de coordinar el proceso de traspaso de mando, que concluirá el próximo 1 de enero cuando Lula asuma su tercer período presidencial, acontecimiento político inédito en el vecino país.