La ministra de Seguridad Patricia Bullrich participó ayer de una entrevista que le realizaron Ernesto Tenembaun y María O’Donell en el programa que conducen, «Corea del Centro», en la que se refirió al hecho sucedido en San Miguel del Monte donde tres personas, dos menores y un mayor, perdieron la vida, y una cuarta menor pelea por su vida en el Hospital El Cruce, de alta complejidad.
Los tres menores y el mayor de edad circulaban en un Fiat 147, y fueron tiroteados por la policía hasta que impactaron contra un camión detenido a la vera de la ruta.
El hecho que primero fue anunciado como un accidente, luego se descubrió, por la participación de testigos voluntarios y de las propias familias, que se trató de una intensa persecución policial porque el auto no tenía papeles.
7 policías fueron detenidos y más de una decena apartados de la fuerza. La justicia considera que se trató de un homicidio.
En la entrevista la ministra no fue muy clara con respecto al actuar de la policía. Si bien dijo que en la trama parece descubrirse que hay otras cosas «más profundas», como un hecho de corrupción en la comisaría, no condenó el uso indiscriminado de la fuerza y realizó comparaciones casi ofensivas.
Así afirmó que «Las persecuciones policiales son peligrosas para unos y para otros», algo que al caso no aplica porque es clara la superioridad policial tanto en el vehículo que utilizaban como en la portación de un arma.
De esta manera sugirió que los policías corren peligros, y el uso del arma de fuego los pondría a salvo. Tan a salvo, parece, que ahora se encuentran presos.
En el día de ayer un episodio de uso de arma de fuego indiscriminadamente por la policía terminó con un policía muerto en Lincoln tras confundirse en medio de un operativo. Esto demostraría que el llamado «gatillo fácil», que Bullrich alienta, termina por cobrarse la vida de los policías o por hacerlos responsables únicos de lo que actúan.
En la entrevista, la minsitra también relativizó lo sucedido, pidiendo aguardar por lo que determine la justicia. Y dijo que en otros casos que se habló de «gatillo fácil» terminaron demostrando que no fueron así. Y así citó el caso de Luciano Arruga.
«Lo que pasaba antes en la Argentina es que cuando un policía actuaba, independientemente de lo que hubiera hecho, aparecía un aparato ideológico con el CELS, CORREPI, APDH que lo condenaban por el solo hecho de ser policía2, dijo sobre los organismos que denuncian cuando la policía actúa fuera de la ley.
Y aunque las cifras no se condicen, sostuvo: «nosotros cambiamos esa doctrina y a la vez generamos el modelo de control interno a las conductas policiales más amplio de la historia de nuestro país».
«Con el caso Arruga se encontró la prueba de que nunca se lo había llevado la policía, que apareció en la General Paz porque lo había atropellado un auto y que estaba como N.N enterrado».
«Arruga fue una construcción como quisieron hacer con el caso Maldonado. El juez del caso Arruga me llamó y me dijo que él no había tenido la valentía que tuve yo en el caso Maldonado y que se fue de la causa. Todo lo que se construyó en el caso de Arruga se demostró que era mentira”.