Frente al abrupto aumento de casos en Chacabuco y el notable aumento en la ocupación de camas que puso la terapia intensiva al borde del colapso, la confianza en las escuelas decayó. Más familias deciden elegir no enviar niños, niñas y niñes a los establecimientos y aumenta el ausentismo, según recogió este medio de diversas fuentes informativas.
El temor de las familias se alimenta de la falta de información, explican familiares de alumnos. En las escuelas se hace «como si nada», dicen, y apenas se les informa cuando hay alguna burbuja que debe aislarse.
Ante la falta de preocupación de las autoridades por el tema, el razonamiento de la mayoría de las familias parece acertado: «todo lo que se pueda perder dejando de enviar los niños a las escuelas por un tiempo se gana con tranquilidad o salud». Agregan que el derecho del niño puede seguir cumpliéndose en los hogares como se hizo el año pasado.
En la reunión que mantuvieron los gremios de docentes y auxiliares quedó claro que tanto el gobierno municipal como el de la provincia van a seguir sosteniendo la bandera de la presencialidad. El reclamo gremial también fue llevado a las autoridades provinciales por medio del comité de crisis.
Situaciones críticas similares a la de Chacabuco se dan en Pergamino y General Pueyrredón que también sostienen las clases presenciales. En General Villegas, en cambio las clases se suspendieron a pedido del intendente.
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