Según publicó hoy el diario La Nación, uno de cada diez argentinos viviría en áreas contaminados por arsénico. Según el diario, sólo en la provincia de Buenos Aires, hay 31 localidades en esta situación, entre ellas se encontraría nuestra ciudad.
El indicador tomado para dicha evaluación es la concentración del material en el agua, que según considera la Organización mundial de la Salud, cuando está presente en concentraciones que superan los 10 microgramos por litro, se torna peligroso para la salud humana.
Chacabuco, según se desprende de una infografía elaborada por La Nación, Chacabuco estaría por encima de estos niveles, incluso superaría los 50 microgramos por litro. El caso de Junín sería más llamativo ya que supera los 200 microgramos por litro.
El tema del arsénico en Chacabuco tiene una larga historia porque hace ya años que se viene discutiendo sobre el tema. En 2011 se realizaron estudios en nuestra ciudad a solicitud del Juzgado Civil del Departamento Junín en el marco de la causa“Décima, Graciela y otros c/ Ingredion S.A”. Según ese estudio “En las muestras de agua de pozo, presentaron concentraciones entre 0,033 y 0,128 y las de red entre 0,056 y 0,071 mg/l”, afirmaron quienes realizaron el estudio.
La última novedad sobre el tema del arsénico en Chacabuco fue durante 2014 cuando la actual presidenta del bloque oficialista, la Dra. Graciela Rodríguez realizó junto a Rodolfo Bertinatto una serie de charlas sobre este tema informando la situación de contaminación que sufría Chacabuco. En esa extensa campaña que se realizó por el agua, la Dra. Rodríguez incluso presentó un proyecto de resolución pidiendo «Declarar el agua corriente o de pozo de Chacabuco no apta para el consumo de lactantes y niños«.
Los problemas que puede traer al organismo son diversos. «La contaminación con arsénico en la Argentina está asociada con un mayor riesgo de padecer enfermedades crónicas graves, incluido el cáncer, lo que demuestra que es necesario implementar medidas adecuadas y oportunas», afirma el equipo dirigido por Ariel Bardach, investigador del Centro Cochrane Argentino IECS.
«El desconocimiento sobre este tema es muy grande. La gente no sabe que, en algunos lugares, el agua que sale al abrir la canilla tiene altas concentraciones de arsénico», sostiene Bardach.