Este 24 de marzo se conmemora el Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia. Se realizará en Chacabuco y en todas las ciudades para recordar el golpe de estado cívico-militar acaecido en esa fecha del año 1976. ¿Pero qué pasó en Chacabuco? ¿Acaso la historia de nuestra ciudad también tiene lugares incómodos?

Para ejercitar la memoria, Juan Chazarreta presenta una serie de publicaciones dedicadas a la época más oscura de nuestro pasado reciente. La Posta agradece expresamente la colaboración desinteresada de Juan, quien no dudó en aceptar la propuesta en un gesto de compromiso con la historia de su ciudad.

Chazarreta actualmente está radicado en Santiago del Estero, es militante del MOCASE-VC (Movimiento Campesino de Santiago del Estero – Vía Campesina), y autor del libro Operación Chacabuco publicado en 2016 y hasta el momento el único que estudió lo sucedido en Chacabuco, desde las primeras manifestaciones del terrorismo de Estado (como la muerte del entonces presidente del Concejo Deliberante, Miguel Máximo Gil) y los años de la dictadura cívico militar junto a sus repercusiones en democracia.


«Chacabuco y el golpe de estado»

Por Juan José Chazarreta

Marzo de 1976. El gobierno de María Estela Martínez de Perón se encuentra acorralado por las Fuerzas Armadas. Estas son guiadas por los grupos civiles del poder concentrado, como la Sociedad Rural Argentina. La inflación es imparable, la clase obrera agremiada en la CGT desborda la dirigencia y una gran huelga estalla para junio de 1975. Los salarios nunca alcanzan los precios de las góndolas. La crisis económica es un hecho irremediable para el gobierno de la viuda de Perón. Desfilan los ministros de economía y todos se van sin resultados positivos. La guerrilla recrudece los ataques a las guarniciones militares y una vez más los medios hegemónicos de comunicación perfilan a los militares como la solución y el restablecimiento del «orden». El 24 por la madrugada las Fuerzas Armadas toman el poder por la fuerza.

Una de las páginas más oscuras de la historia del país estaba por escribirse… así se dice, una oración bastante utilizada en manuales, libros y documentales de historia. Pero solemos escribir esa página de la historia con los hechos de las grandes urbes, una suerte de centralismo del relato histórico. Pero porqué no ir a buscar la historia en nuestros pueblos, esa que se palpa en las calles, esa memoria que está viva en el relato de la gente.

A la izquierda, el juramento de Videla. A la derecha el de Carlos Laviano (Fuente: Operación Chacabuco – Bisemanario Chacabuco 24/04/1976)

El comunicado número 1 de la Junta Militar se oye por los parlantes de las radios de Chacabuco. Se prohíbe la actividad política y sindical. Se disuelven los principales órganos de la democracia. El palacio municipal amanece intervenido por personal policial de la Comisaría de Chacabuco y Junín a las órdenes del comisario Maturano, Jefe de la Unidad Regional de la vecina ciudad. El Honorable Concejo Deliberante queda clausurado. El intendente, Mateo Lanzavecchia, se hace presente en la municipalidad y se encuentra en su despacho con una faja de clausura, el acceso estaba prohibido por las fuerzas de seguridad. Es obligado a tomar sus pertenencias y retirarse. El general Sigwald, interventor de la Provincia de Buenos Aires, ordena la continuidad de Lanzavecchia hasta que designe un nuevo intendente.

A fines de abril, el general Ibérico Saint Jean asume la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Su paso a la fama en los galardones de la historia argentina lo hizo con una conocida frase, que por supuesto no quedó solo en palabras. «Primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores, después a sus simpatizantes, en seguida a aquellos que permanecen indiferentes y, finalmente, mataremos a los tímidos». Este siniestro personaje designó al intendente que acompañará en Chacabuco toda la presidencia del general Videla. Una vez más, se hace carne, el poder civil en el gobierno de la Junta. Un comerciante agrícola, Carlos Laviano es designado por Saint Jean como el nuevo intendente de Chacabuco, el 23 de abril del 76.

Vienen el coronel Camblor y el teniente coronel Gómez Pola de Junín para el acto de asunción de Laviano. El primero fallecido ya, era el Jefe del Comando de Artillería 101 de Junín, que por correspondencia en las zonas represivas, nuestra localidad quedó bajo la órbita de los cuarteles militares de Junín. El otro, Gómez Pola fue juzgado por los crímenes de lesa humanidad cometidos en nuestra zona, condenado a reclusión perpetua. No hubo mucha ceremonia, Camblor le toma juramento a Laviano y éste dice gobernar bajo el lema «Orden y Austeridad».

Foto de la época, 1974. De izquierda a derecha en primer plano: Osmar Granados (que entrega el mando municipal), Elisa V. de Querejeta, Eduardo Mac Donnell y Mateo Lanzavecchia (que lo asume)

El 30 de marzo, Martín Salvador es secuestrado de su propia casa en Chacabuco. Personal policial de nuestra comisaría y de Junín le revisaron todo y se lo llevaron. El primer paso por el circuito represivo de la zona fue la comisaría de Chacabuco. El Negro, como le decían a Martín, había sido dirigente sindical del gremio SMATA de la fábrica IKA-Renault en la ciudad de Córdoba. Ya marcado* por su actividad gremial y su activa participación en la gran huelga obrera conocida como el Viborazo, el Negro se vuelve a su Chacabuco natal para iniciar su carrera docente. Las fuerzas represivas, desde nuestra ciudad, lo llevan a Junín, luego a San Nicolás, de ahí a Mercedes. Estando allí, entre los tormentos de la tortura, nace su primer hijo. Lo peor no había pasado, a fines de 1976 lo trasladan a la comisaría 9 de La Plata, parte del siniestro Circuito Camps, una serie de centros de detención desaparición y tortura al mando del general Ramón Camps.

Martín Salvador, junto a su hermano Julio – Foto: Operación Chacabuco

Esto pasó en Chacabuco. Parece redundante aclararlo pero todavía hay quienes dicen que en «Chacabuco no pasó nada». Quizá por miedo, por algún vínculo con la represión, alguna complicidad, por lo que sea, pero hay quienes todavía eluden la memoria de los pueblos. Es fácil hablar de Videla pero incómodo de Laviano, es fácil hablar de Ortega Peña o alguna otra víctima de la Triple A pero incómodo del asesinato de Miguel Máximo Gil.


*«Marcado/a»: persona identificada por los aparatos represivos para ser perseguida, secuestrada y/o desaparecida