La opinión y el análisis político sobre el resultado electoral que convirtió a Alberto Fernández en presidente estuvo centrado en lo que se consideró una sorpresa: los 40 puntos de Macri y que haya ganado en CABA, Santa Fe, Córdoba y Mendoza.

Sin embargo esto sobreestima el resultado real: Macri es el primer presidente en la historia argentina (y de América del Sur) que postulándose a un segundo mandato no lo consigue.

No es una tontería, el dato es más importante de lo que parece: Cambiemos perdió las elecciones democráticamente, por un margen amplísimo y que seguramente se estire en el recuento definitivo, y perdió cuando contaba con una maquinaria gubernamental de increíbles proporciones. Millones de pesos en asesores, en pauta para canales, radios, revistas y portales web. Y el apoyo de los sectores más concentrados del país.

Puede decirse que la crisis fue el detonante de la derrota de Macri. Sin embargo, Macri y Vidal convencieron a amplios sectores de la responsabilidad de los gobiernos anteriores sobre el proceso económico crítico. En otros países en condiciones similares (crisis en medio de las elecciones) los oficialismos lograron ser revalidados.

Macri perdió porque deja el peor país nunca visto. Y si logró un mayor porcentaje de votos en las generales es porque tensó la cuerda ideológica hasta el ridículo: una marcha a favor de la democracia, replicada hasta el cansancio por redes sociales, que daba entender que el triunfo de Alberto Fernández era el fin de la democracia en Argentina.

El presidente se despide con los peores números de pobreza y desocupación de los últimos 20 años. Y se despide con el cinturón de campeón de la deuda externa: nunca un gobierno endeudó tanto en tan corto plazo.

Si logró más votos es muy claro a qué se debió: la elección se convirtió en un ballotage. Blanco o negro. Democracia o tiranía. Todo o nada. Así presentó la elección el presidente y el resultado está a la vista: los electores prefirieron un voto útil, y quienes votaron a Lavagna, Gómez Centurión o Espert en las primarias redirigieron sus votos a Macri en las generales. Y esto no es una virtud, sino una irresponsabilidad.

La lógica electoral de cualquier ballotage se invirtió, ya que los ballotages son perjudiciales para quien gobierna. Eso puede constatarse en el caso de 2015 cuando Macri logró ser electo presidente. En aquel entonces quienes habían votado a terceras y cuartas fuerzas inclinaron la balanza por el candidato opositor. Eso sucede en la mayoría de los ballotages.

Aquí cambió: los votantes de las terceras y cuartas fuerzas dirigieron el voto al candidato oficialista. La explicación se encuentra en un dato no menor: primero que Alberto Fernández y Axel Kicillof ganaron por un amplio margen las primarias que llevó a considerar virtualmente a Fernández como «presidente» en los hechos; segundo, que Macri y Vidal jugaron irresponsablemente a la victimización en medio de una gran fuga de dólares y alza de precios, impulsando una campaña del miedo y despegándose de sus roles de gobernantes; y tercero que las encuestas, previendo mayor diferencia para Fernández en las generales que en las primarias (se equivocaron), agitaron la visión política que consideraba a Fernández presidente sin haberse celebrado las elecciones generales, contribuyendo así a que el oficialismo y oposición se intercambiaran.

Percibido Alberto como el presidente virtual, con un Macri y una Vidal completamente borrados de sus lugares institucionales, la campaña sucia dio su fruto: una campaña, por cierto que ya no podrán volver a hacer, ya que solo fue posible en el gobierno y con los recursos del Estado.

El uso de los fondos públicos fue clave para el gobierno y la campaña de Cambiemos. Recibió el préstamo más grande que nunca desembolsó el FMI sin dar explicaciones para qué iba a utilizarlo. Y gracias a ese apoyo económico que ahora pagaremos todos los argentinos se mantuvo en el poder e intentó instalar explicaciones que excluían por completo su responsabilidad ante la crisis económica, principalmente gracias a los medios de comunicación dominantes.

Ahora habrá que esperar lo que suceda en los próximos 40 días hasta el 10 de diciembre. Pero lo que es seguro que lo que era ya no será: Macri no podrá sostenerse fuera del poder. El macrismo logró lo que logró gracias al dinero público. No fueron sus ideas políticas las que lo llevaron al gobierno, ni sus obras de gobierno lo que convenció a la gente, ya que no cumplió ni una de las promesas que anunció.

Ahora el presidente de los argentinos tendrá por delante un largo tramo hasta diciembre. Una vez fuera descansará más de lo que ha descansado en el gobierno. No olvidemos que también se lleva el título del presidente con más vacaciones. Nada mal para uno de los 5 hombres más ricos del país.