El sábado disertó en nuestra ciudad el Dr. Javier Ortega, respecto a los procesos nacionales y populares en América Latina. La charla se dio en conjunto con Julieta Garello, en el local que tiene el espacio que ella dirige en Almirante Brown y Mendoza. Ortega es abogado, máster en desarrollo económico en América latina, doctor en derecho público y economía de gobierno, doctor en ciencias políticas y relaciones internacionales, y docente de la Universidad Nacional de Avellaneda. La jornada fue organizada por Unidad Ciudadana y Primero la Patria. Antes de llevarla a cabo, Ortega dialogó con La Posta acerca de los mencionados procesos, la llegada de gobiernos de derecha a través del voto popular, y el panorama electoral. 

Vino a disertar sobre los procesos nacionales y populares, sobre lo que pasó, pero también sobre lo que viene… ¿De qué se trata esto?

En cuanto a los procesos nacionales-populares, lo que tratamos de hacer es una provocación a los oyentes, de explicitar que esto no es una idea reciente. Es una fuerza en pugna que viene desde 1810, y antes también, respecto de dos visiones enfrentadas de país: una que concibe según cómo es mirado desde afuera, y los intereses foráneos; y otra visión que concibe al país mirado desde adentro, según los intereses de quienes lo habitan. Tuvimos con Correa en Ecuador, con Lugo en Paraguay, con Chávez en Venezuela, con los Kirchner en Argentina, con Lula en Brasil, donde todo ese ideario nacional y popular, que si lo pensamos históricamente, viene desde Mariano Moreno, Castelli, Belgrano, enfrentando a los Saavedristas. O Juan Manuel de Rosas en contra de Urquiza, de Mitre… es un proyecto que tiene que ver con refundar la Nación en pos de los intereses nacionales, reivindicando la política energética, poniendo al estado al servicio de la fuerza de los trabajadores. Con Yrigoyen, con Perón. El último jalón que tenemos fue algo de Illia, que tuvo algunos atisbos en ese sentido, hasta llegar a los Kirchner. Por cuestiones geopolíticas, porque siempre hay que mirar el panorama completo, hubo un paréntesis en la región dado por este renacimiento de las derechas sudamericanas, que toman tanto poder como en Brasil, en Ecuador.

El renacimiento de las derechas también se ve a escala mundial, con partidos políticos fascistas ganando elecciones u obteniendo cargos en los Parlamentos europeos a través del voto popular. ¿Cómo se explica este fenómeno?

Hay un manejo muy inteligente por parte de la derecha reaccionaria de la información. De cómo presentarse en sociedad. Estamos en época de algo que llamamos «posverdad». ¿Qué es la posverdad? Aquello en que se cree sin necesidad de comprobación empírica. Es decir, la posverdad es prejuicio. Alguien cree en algo pero por más que la evidencia empírica demuestre que eso no es así, sostiene esa creencia. La posverdad se construye en esta revolución informática, comunicacional que tenemos, donde estamos bombardeados de información. Hoy no en día el ocultamiento de la información no se da no mostrando un hecho, sino al revés: te lo ocultan bombardéandote constantemente, las 24 horas del día, con estímulos informativos, en el cual no podés discernir ni tener el tiempo como para tener un espíritu crítico respecto a ese bombardeo. La posverdad no sería otra cosa que los sofistas de la antigua Grecia pero con los fierros del sistema comunicacional actual. La derecha tiene el poder en los medios, para bombardear, y bajo ese aspecto se estimulan ciertos aspectos emocionales. Todas las personas tenemos miedo a lo que no conocemos, a enfrentarse a lo desconocido. Entonces, básicamente se toma eso para manipular a la población: el miedo a través de los medios. Puede ser el miedo al distinto, al extranjero, ergo hacemos responsables al extranjero de todos los males que estamos sufriendo. Tenemos miedo a la gente que vive en la pobreza, porque es el lugar en el que no queremos estar pero sabemos que podemos estar. Entonces, ese miedo se trata de vencer diciendo que los pobres son vagos, son perezozos, que son pobres porque no quieren trabajar. Echarle la culpa a las víctimas de las consecuencias de la concentración de riquezas, que es básicamente lo que propone el modelo neoliberal. Eso hacen. Crece la delincuencia debido a que se deteriora el tejido social, y en vez de atacar las causas, atacamos las consecuencias. La metodología es clara: se trata de instalar a un enemigo simplificado, bien visible, pero sobretodo vulnerable.

Ante ese escenario, ¿cómo se deben reformular los movimientos nacionales-populares?

Con política y organización. Hay que insistir en revalorizar la política como herramienta de debate, de acuerdo. Los más excluídos, los más humildes, no tienen otro medio de organización si no es a través de la política. Por eso es que la política tiene tan mala prensa. Porque los grupos concentrados, las minorías, no necesitan tanto de la política para ponerse de acuerdo, porque son pocos y encima son los dueños de los medios de producción. Entonces ellos no necesitan de la política como herramienta. En Argentina tenemos que ponernos de acuerdo 44 millones de tipos, y es un proceso arduo, trabajoso. Pero en cambio, la cúpula empresarial ¿cuántos son?. Un centenar de personas, que tienen los mismos intereses entre sí. Ahí hay que hablar, que convencer, volver a recuperar el sentido crítico, el ideario de un proceso nacional.

Este año habrá elecciones en nuestro país. ¿Cómo ves el panorama nacional teniendo en cuenta estos procesos que acabás de mencionar?

Soy optimista con respecto a un cambio de modelo gubernamental, político, en Argentina. No obstante estoy preocupado por el futuro: lo que estamos viviendo ahora, lo vivimos en el 2001, y pensé que como pueblo habíamos aprendido de eso. Sin embargo, en 2015, me di cuenta que no aprendimos tanto porque volvemos a repetir exactamente lo mismo. Soy optimista con que vamos a cambiar de modelo, vamos a poder salir adelante económicamente. Pero va a costar muchísimo, porque el daño ya está hecho. Pero mis temores van con que una vez que volvamos a recuperarnos, vamos a volver a tropezar de nuevo con este tipo de cuestiones que deberían ser para no volver. Sin embargo, por otro lado, también soy optimista porque hubo cosas que sí aprendimos. Por ejemplo, en materia de derechos humanos. Cuando han tocado aristas importantes de los derechos humanos, hubo un consenso generalizado sobre que ahí no se avanzaba. Ese consenso también debemos lograrlo en soberanía económica, política, en respeto al ciudadano, en políticas equitativas.