Editorial
Redacción
08-08-2019
De seguro que el tema del aborto ha enriquecido muchísimo a la cultura política argentina como sucede generalmente entre nosotros.
Quienes visitan nuestro país se admiran de cómo lee y se informa el argentino. Pero también es cierto que la confrontación política es mayor. Ahora, ¿es necesariamente esto último un rasgo negativo? Creemos que no.
El debate permanente en el que parece sumergirse la Argentina ha sido la clave con la que hemos desarrollado una legislación social de avanzada única en América y citada enormemente en el mundo. Cierto es que muchas veces parecería que lo olvidáramos y que en nuestro país, todo pero todo, lo que se hace y se hizo está y estuvo mal. Pero no, la discusión política en nuestro país no debiera ser signo de vergüenza o transformarse en un pedido «que los argentinos nos pongamos de acuerdo». Enhorabuena estamos en desacuerdo y lo expresamos.
El debate intenso sobre el aborto nos dejó también muchas cosas positivas pase lo que pase, salga lo que salga. Tanto hombres como mujeres que la apoyan, luchan a su vez no solo por el aborto legal, sino por cambiar de una vez la situación de la mujer en nuestra sociedad. Ello no tendrá vuelta atrás, pase lo que pase. Se seguirá hablando en cada mesa, en cada relación, porque lo que se cuestiona en las ideas tarde o temprano se cuestiona con hechos. Se detendrá un proyecto, si se pierde la votación, pero no detendrán tanta gente en acción.
Si se pierde
Dicen que podría perder la votación el proyecto y comenzar un nuevo derrotero institucional. No se sabe, a pocas horas que comience el debate, lo único que sí sabemos es que aquellos que se movilizaron seguirán estándolo.
Antes del debate por el aborto, antes del Ni Una Menos nadie pensaba que tal vez esté mal decir «niños» para incluir con una palabra a los niños y las niñas. «Niñes» la Real Academia no lo reconoce, es cierto. Pero se usa, y muchos más leemos a las que lo usan. Se usa, circula, se habla y eso no volverá atrás.
Se insultaron, pero se crearon también nuevas palabras, interesantes. Como «machirulo», «sororidad» y «aborteras». Las aborteras de hoy, ayer fueron locas o prostitutas señaladas por el pueblo. Pero el resultado de la votación, sea el que sea, no cambiará la lucha que llevan adelante las mujeres cada día. Ayer fue para poder votar como los hombres lo hacían hacía medio siglo para poder trabajar en igualdad de condiciones, por el matrimonio civil, más tarde por la creación de un registro de deudores alimentarios, y ya más cercano a nuestro tiempo la sanción de una ley de violencia de género y hoy la despenalización del aborto.
Si se empata
Dicen que podría haber un empate en los votos. Es plausible, pero nadie puede asegurarlo. Pero también dicen que Michetti debería desempetar, y que Michetti ya se posicionó contra el aborto. No importa, porque Michetti no sabe algo que cualquiera en este país (a esta altura) sabe: que al otro día estarán de nuevo, con su pañuelo verde, agitando para que se haga justicia.
La sociedad argentina vivió este proceso con suma atención, se enriqueció muchísimo en le debate, y todos han necesitado exponer su opinión de un modo u otro, obligados por la confrontación que generó en debate. Sea en las redes sociales, en el trabajo, en las aulas, en los grupos de WhatsApp, a través de la televisión todos participaron o se vieron involucrados en el debate.
Eso pasó en cada casa, en cada lugar. Las encuestas muestran que quienes avalan una normativa son una amplia mayoría de los argentinos, porque la argentina cambió con el debate por el aborto legal. Todos tomaron posición y se informaron. Muchos cambiaron incluso de posición.
Antes de evaluar qué pasa si se aprueba, queremos señalar que esta lucha, principalmente protagonizada por mujeres también liberó a los hombres. Porque los hombres también son víctimas del machismo, por no poder elegir un color porque es de «nenas», porque algunas disciplinas están vedadas porque «es de niñas», porque deben atenerse a algunos roles sólo porque «es de macho». Soltarse de esas ataduras hará a cada hombre más feliz y dispuesto a vivir una vida de igualdad con las mujeres. La ola la comenzaron las mujeres.
Si se aprueba
Por último, ¿qué pasa si se aprueba? Es lo más probable, porque los señores senadores tienen muy en claro qué votarán, y por las razones que lo harán. No importa que los curas de pueblo los presionen con el escarnio. Los senadores que votarán en contra saben muy bien que el camino «por las dos vidas» no salva a ninguna, y que una mujer tiene derecho a decidir sobre su cuerpo como el hombre en el suyo, y que la maternidad debe ser también un deseo, no una circunstancia desgraciada, y saben que un embrión no es un feto, como saben que hace meses aprobaron la ley Justina, entendiendo un concepto de «vida» muy similar al que ahora se quieren negar a emplear.
Lo sabe la gente. Los grandes y les niñes. Les de un género u otro. Lo saben los diputados, y también los senadores.
Lo saben todes, por eso #SeráLey pase lo que pase.