Voy a Almafuerte 88. «Estoy yendo», le aviso. «Entrá nomás», me contesta, haciendo referencia a que atraviese sin llamar la puerta con campanita y el pasillo hasta donde me espera.
Raul Velázquez es profesor de música, músico instrumentista, y desde hace 30 años es la principal figura de la música de jazz en la ciudad de Chacabuco, como guitarrista no tiene qué desearle a ninguno.
Pero su principal virtud, a mi forma de ver, como exacólito suyo, es combinar la simpleza en el trato con una gran complejidad en la comprensión y el «tocado» expresivo del instrumento.
A veces parece su humildad excesiva, pero en realidad no busca el lisonjeo, se ocupa de su arte y listo. Y a todos enseña con igual dedicación y todos tocan lo que buscan. Así los alumnos se desarrollan en libertad, tocando lo que gustan. A cualquier edad, ser escuchado y comprendido no es poca cosa.
De su estudio, cuya puerta ilumina un farol gardeliano en medio de un patio que habita un loro, salió esta entrevista en la que hablamos de su extensa trayectoria de 30 años como músico instrumentista que comprende el trabajo junto al productor Rubén Aguilera y el cantautor Marcelo Ferrer.
Se formó con dos grandes del jazz argentino, como Walter Malosetti y Ricardo Pellican, y no le faltan los elogios de grandes figuras aunque él se encargue de negarlo, su modestia dolinesca no se lo permite.
Sobre la actualidad del trabajo es el mismo que para el docente de música e instrumentista en general, no es sencilla por la restricción a la actividad económica. Y así empieza:
-En el caso mío yo doy clases particulares con el barbijo, el acohol, la línea blanca. Es más que un supermercado o una farmacia porque estamos lejos y hay uno solo… pero es lo que hay. Lo estamos manejando con gotero digamos.
-¿Cómo empezó la idea de enseñar, el amor por el jazz?
-Lo del jazz es porque a las dos escuelas que fui eran las dos de jazz. No sé si uno se puede considerar un músico de jazz. La improvisación, la rearmonización, aplicado a lo que venga porque toco folklore puedo tocar tango, jazz obviamente, he tocado cumbia muchos años. Laburo, digamos, de instrumentista. Ni siquiera músico que es otra historia, pero bueno, pasa uno en bicicleta con la guitarra y dicen ‘Ahí va un músico’. No, va uno que hace la menor, un músico es otra cosa.
-¿Y de chico habías arrancado?
-Si porque yo tengo tres tíos que tocaban, tocan actualmente, siguen tocando con la guitarra, folclore. Yo me crié escuchando, no sé, una zambita de Los Chalchaleros. En mi casa se escuchaba folklore y tango. Yo no sabía de la existencia de los Beatles, de Sui Generis, de los Rolling Stones, nada. Después me enteré.
-¿Qué año?
-Y setenta y pico. Mis viejos escuchaban tango y folklore en la radio. Nada más…
-Y así empezó…
-Los tíos venían y tocaban, los fines de semana se juntaban y ahí alguien me dio una guitarra, me habrá enseñado algún acorde, no me acuerdo. No tenía guitarra yo. Por ahí viene la cosa. Obviamente me gustaba. Hasta que un día escuché en un programa de televisión que justamente uno era Walter Malosetti, entones dije «Waw»… yo quiero eso. Acá no había eso, había (educación) clásica, estilo conservatorio. Un método, ponele, el solfeo del tipo que está rezando en la iglesia, do-fa-fa-fu… toda esa historia que no le importa a nadie y no sirve para mierda eso. Ví esos tipos y «Waw», improvisaban, no sé qué hacían ahí. Entonces a partir de ahí empecé a llamar a todos los Malosetti que había en Buenos Aires hasta que dí con Walter que tenía la Academia Superior de Jazz en ese momento, coordinamos un día, fui y a partir de ahí no paré más. Después se mudó…
-¿Qué edad tenías?
-Yo empecé de grande a los 22 o 23 años cuando me fui a estudiar en esa época. Ellos te daban armonía e improvisación con los métodos Berklee preparado para tocar con púa, aparte. Estuve un par de años con Walter, después Walter se fue y me quedaba re lejos, así que fui con (Ricardo) Pellican, que estaba en Caballito, me tomaba el tren ahí en once y en 15 minutos estaba. Y estuve un par de años con Ricardo, tampoco que estudié 20 años, unos 7 años.
-¿Vivías allá o viajabas?
-No no, me he quedado algunas veces que hemos ido a tocar, pero viajaba en tren.
-El que todos hemos tomado…
-El tren que todos hemos tomado y era barato, antes había trenes jajaja. Y bueno, nada, de ahí lo del jazz. Pero más que nada lo que es el concepto del jazz, la improvisación, se aplica a todo. Vos escuchás ahora un grupo de folklore o tango y vas a escuchar jazz detrás. No se toca más como se tocaba antes, más que nada el folklore… ahí hubo un gurú llamado Chango Farías Gómez, bueno, él le dio una vuelta importante al folklore. A partir de ahí creó una escuela del folklore. Tocaba Luna tucumana con dos millones de acordes… No sé si estaba bien o mal, pero a partir de ahí todos los que tocamos folklore fuimos escuchando eso y diciendo ‘ah, mirá vos’. Y después cuando estudiás te enterás de dónde venía eso…
-Has tocado con Marcelo Ferrer, tuviste un recorrido por diferentes trabajos de diferentes géneros…
-Trabajos, he acompañado cantantes, y géneros todos… salvo, no sé, música celta creo que me faltó, después he tocado de todo. Lo que venga, el laburo lo que salga, porque uno cuando estudia dice ‘voy a tener mi propia banda, voy a ser el líder… Mentira, no existe eso. Después tenés que laburar…’che, hay tanto, ¿vamos a tocar cumbia?’ Y vamos a tocar cumbia, vamos a tocar tango… Lo bueno es que yo ya lo sabía porque de chico escuchaba tango y folklore y ya los tenía medio incorporado. No lo tuve que aprender eso. Lo otro había que estudiar….
-¿Y cómo fue estudiar para vos?
-Yo era una locura… En el tren venía mirando lo que me había dado el tipo. No veía la hora de llegar a mi casa para ver qué era. Y creo que a todos nos pasó eso, cuando estudiamos algo que nos guste, ¿no? Aparte ya grande, no tenía 15 años, tenía 22 o 23. Estaba buenísimo, me encantaba. Gracias a Dios tuve dos profesores con toda la onda, nos cagábamos de risa, hablábamos de otra cosa, improvisábamos, por ahí nos íbamos al carajo… No era una regla a seguir, si bien decía ‘agarrá esta 6 hojas del Berkley y traelas armadas para la semana que viene’, por ahí nos íbamos sobre otra cosa, nos poníamos a improvisar. Yo siempre estudié particular, porque en esas escuelas tenés otros profesores, pero en ese momento ya laburaba tocando (y se ganaba bien) pude tomar clases con esos tipos personalmente. Era un poco más caro con ellos.
-Y ¿cómo es la relación con tus alumnos? Parece que son bien diferentes las clases
-Y las clases particulares siempre son diferentes porque el alumno viene ya con algo en la cabeza, con algo que quiere tocar él, para un estilo, yo lo que le doy son herramientas porque el tipo viene de cero con un bajo, una guitarra, un teclado. Hay que enseñarle herramientas básicas, después vamos para el lado que quiere el alumno, no para el lado que yo quiero. Y simplificamos, yo simplifico a más no poder cualquier cosa que sea, sin que el alumno deje de entender lo que está haciendo. Hacerla fácil al tipo que quiere tocar, porque algunos vienen tres clases y se dan cuenta que no es lo que quieren, y está todo bien.
-No siempre es así, es muy común que nos digan qué hacer, sin seguir el interés de uno…
-En los conservatorios y en las grandes escuelas se usan métodos y no te podés salir de ahí ni a palos. Un ejemplo, aún hoy en los conservatorios está prohibido tocar con púa en el conservatorio. Una locura, pero gracias a ellos tenemos pibes que tocan rock, que tocan blues, que agarran la guitarra como estén cómodos.
-¿Improvisar?
-No, en el conservatorio no. Leen música, salen muy buenos lectores, eso sí, de obras clásicas. Es distinto. A mí me encantan los guitarristas cásicos cuando tocan, los primeros tres o cuatro temas, después me voy, me aburre, pero me gusta el tipo que toca una obra de Bach bien porque estudió 10 o 15 años.
-¿Y la improvisación es sólo para la música o tiene un sentido más genérico de la vida?
-Y sí, claro, totalmente, a veces hay que aplicarla…
-Escuché en un documental que Miles Davis donde cuentan que él decía que la improvisación permite cosas como que una nota equivocada pueda cambiarse con la siguiente…
-Sí claro, el objetivo es la última nota, o sea hay que resolver en algún momento. Pero la improvisación se estudia, no es que uno agarra un instrumento y toca cualquier cosa. Se estudian escalas, arpegios, armonía, rearmonización. No es ni mejor ni peor que lo clásico, es distinto. Un poco más divertido.
-¿Qué es lo que lo hace divertido?
-Improvisación es igual a libertad, ya ahí partimos de una cosa importantísima. O sea, previamente vos estudiaste porque no tocás cualquier cosa, tenés técnica, herramientas. Es aplicarlas y con la experiencia y los años uno sabe qué puede hacer en tal lugar. Si estás tocando instrumental es una cosa, si estás acompañando a alguien es otra porque el protagonista es el cantante. Acompañás hacés una intro, y por ahí como en el caso de Marcelo (Ferrer) que está un poco loco, se da vuelta hace así (gesto con la mano) y tenés que salir y resolver, pero no está pautado eso. La música en general es curativa, aparte.
-¿Y hay espacios, proyectos para los músicos, para los docentes de música? ¿Tienen posibilidades de desarrollarse?
-¿Para tocar?
-En general
-En las grandes ciudades que hay más gente. Capital Federal, Córdoba, Rosario. No en este momento, pero en un momento normal se puede tocar todas las noches en las grandes ciudades, hay úblico para todo. No vas a ganar una frtuna pero podés vivir de eso.
-¿Y falta público o falta, en el caso del jazz, ponele, o le falta exposición?
-No, público hay, lo que pasa es que hay que salir a tocarlo porque nunca lo escucharon. Hay 3 o 4 tipos tocando algo que no sabe lo que es, porque nunca lo escuchó el tipo, capaz que le choca un poco, dicen ‘está loco ese, no sé qué están haciendo’, pero bueno, nosotros hemos tenido la oportunidad de tocar juntos y se han parado a aplaudir solos de un baterista, cosas muy raras de verlas en Chacabuco, acá es complicado, qué se yo, se siembra soja, se duerme la siesta, es muy distinto a las grandes ciudades. Si vos se lo ofrecés si salís a tocar, siempre a alguien le gusta. De última, es música popular también, no es clásico. Distinto es cuando tenés un cantante en jazz, o una cantante, ahí mucho mejor, más llevadera, tenés más posibilidades de trabajar. En la música instrumental son muy pocos los líderes de bandas que tocan un instrumento, muy pocos, no tanto. En Argentina te puedo nombrar muy pocos… Luis Salinas y listo, no hay más tipos que con uns intrumento puedan llenar un teatro y puedan ser populares, como lo fue Santana, los más conocidos del mundo junto a Paco de Lucía. No tienen nada que ver una cosa con la otra. Es muy difícil, por eso todo el mundo termina tocando «con», acompañando algún cantante, laburás de eso. No hay muchas opciones de elegir. Hay que tocar lo que venga, que es lo que hicimos casi todos. Yo no sé hacer otra cosa.
El estudio te lleva a manejar cosas como escribir los arreglos o lo que fuere, es a fuerza de ensayo. A ver acá que hacemos, y allá… El profesional no trabaja así, te entrega 15 días antes te da el repertorio que va sa tocar, a veces el mis día. He trabajado con Rubén Aguilera de Junín, hemos hecho un solo ensayo el mismo día que íbamos a tocar. Un solo ensayo de 15 temas, pero claro 20 días antes tenías la partitura. Eso está mucho mejor, a mí me encanta, sí (risas). Son todos profesionales, no profesionales porque tocamos bien, sino por la experiencia, el estudio. Yo llamo profesional a eso, no porque tocás bien. Profesional es un tipo que sabe lo que hace, que sabe leer, que puede escribir, que puede resolver aluna situación musical compleja. La música es fácil, nosotros la complicamos, son 12 sonidos. Más si escuchás algunos guitarristas que escucho yo.. Y no es que escuche un solo estilo, me gusta Angus Young, Yngwie Malmsteen, pero también Hugo Rivas tocando tango, Luis Salinas tocando folclore, y hay otros.
-Hemos hecho un pequeño recorrido…
-Un pequeño recorrido de hace ya unos 30 años, ponele. Algo así, no sé, no me acuerdo. Empecé a dar clases en el ’94 o ’95, así que 25 años seguro que hago esto.
-Y han pasado muchos alumnos y músicos por acá…
-Si, algunos han quedado y otros, ya te digo, han probado y, o no les gustó cómo les había enseñado, o se dieron cuenta que no iban a poder hacer en guitarra el fa mayor (los guitarristas saben lo que es eso) y hay gente que no lo pudo hacer. Políticos que estuvieron acá no pudieron hacer el fa mayor, no voy a dar nombres, pero claro si el tipo no lo puede yo no lo voto por las dudas (risas). Es complicado.
Entrevista: David Chiecchio
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