La poesía argentina atraviesa en la actualidad un gran momento, culturalmente hablando. Tomás Rosner es un buen exponente para el interesado en buscar una poética que hable de nuestro mundo actual, que incorpore, o se embadurne, de la realidad brutal que ofrece el escenario de Buenos Aires.
La agilidad y fluidez de sus versos invitan al lector, lo atraen. Él les habla, porque su poesía habla con otro, es casi como un diálogo, pero que se da con la precisión única de las palabras comunes. Algunas a veces olvidadas, y que no se cree que irían a estar en un poema.
Rosner además es abogado, y retomó el oficio de escritor luego de varios años en los que participó en política sindical. Yo lo conocí a través de Revista Movimiento donde leí “Planta Permanente» un poema que expone como en una vidriera las escenas de una forma de ser teniendo algo. A esas cosas que se nos presentan como un paso más cerca de la seguridad, el autor les pone un signo de pregunta: la planta permanente, pasear el perro, el wifi. Eso lo lleva escarbar buscando vida:
¿Por qué los locos andan siempre llenos de bolsas? Porque tienen que ir con todas sus pertenencias encima. Nadie está dispuesto a guardárselas.
Hay dos cosas más en Rosner, para mí, destacables. Una es que su adentro-afuera del mundo poético le permite atravesar la poesía con indagaciones novedosas. Por ejemplo, preguntarse sobre el café adecuado para terminar una relación amorosa:
Son inmortales los bares
donde terminan ciertas relaciones
“Todos Contentos”,
“Ramsay” y un ex
“Down
Town
Matías”
Y que esa forma de atravesar el universo de lo poéticamente esperable está reforzada, para la impavidez del lector, por la aparición de mundos simbólicos que permiten metáforas de videojuegos como Mortal Kombat:
¿Qué es un drama? Hay drama cuando está en riesgo algo del orden de lo sagrado. Ponele: ni vos ni a mí nos gustaría, en principio, que nos mataran este enero. ¿Y si se cortó la cadena de frío? ¿Qué es la cadena de frío? Un misterio cuántico, son eslabones de hielo, son los jugadores más pechos de la B Metro tomados de la mano haciendo una ron dita, es la bijouterie que se pone Sub-Zero cuando tiene que ir a una tertulia.
Es reconfortante que Rosner le dé poesía a lo desplazado, lo periférico, a lo abandonado y olvidado, porque a veces tal vez allí transcurre buena parte de las existencias, de las nuestras propias, en un mundo menos exigente, más libre, más genuinamente poético.
Por último: la oralidad de esta poesía se asoma en el resonar que las palabras producen en la cabeza del lector. Ni que hablar si se lee en voz alta y se comparte. Es porque la poesía de Rosner está pensada por lo oral: participa en slams, de donde probablemente salen y vuelven las poesías escritas, un movimiento que Hartog rastreó hace tres mil años en Grecia.
Tomás Rosner nació en febrero de 1986 y su primer libro fue Ginseng, que editó en 2018 y ya tiene segunda edición. Dirige la cuenta @los_fatales donde comparte poesía, textos y autores del mundo. Y también dirige Poesía en tu Sofá Argentina una cuenta que pone a circular poesía leída por autores desde el sillón de su casa (@poesiaentusofaarg).
Para leerlo:
La bijouterie de SubZero, publicado en Revista Movimiento
Planta Permanente, también en Revista Movimiento
Por David Chiecchio