Este fin de semana en distintos puntos de la ciudad de Chacabuco se registraron serias falencias en el servicio de agua potable que en más de un barrio llegó a verse totalmente interrumpido por falta de presión en la red de agua.
El problema fue advertido en los primeros días de calor intenso en diciembre por la mayoría de los ciduadanos que descubrieron junto a los medios de comuciación no solo la falta de obras en los 5 años de gobierno del intendente Víctor Aiola, sino también el punto crítico que han alcanzado los servicios que presta la municipalidad.
El fin de semana posterior a la celebración de la Navidad se vivieron episodios lamentables con sectores de la red donde no salió una gota en 48 horas. Beber, lavarse las manos, bañarse no fue posible por los medios habituales. Sin olvidar que el agua de la red no puede beberse.
Otro episodio se vio en el Hospital municipal, donde los Bomberos tuvieron que concurrir a llenar la reserva vacía ante la falta de presión. Y así podríamos contar los videos que mostraban una canilla seca, un chorrito vergonzoso o bien el relato de bañarse con agua de la heladera.
Como quienes se bañan con champán, hubo quienes utilizaron con fin higiénico el agua mineral. Otra postal para acompañar el recuerdo que en Chacabuco ya hay buena parte de la población que elige el agua que se vende porque las propias autoridades locales reconocieron que no tiene los valores de arsénico recomendables.
La respuesta desde la Municipalidad es, otra vez, responsabilizar a los vecinos del problema, tema con el que el gobierno local volvió a insistir en las redes sociales al señalar el consumo que generan las piletas. Esas redes sociales que el gobierno convirtió en aliadas, le descargaron toda la furia.
El posteo con el título de «Sabías qué», proponía la comparación del consumo de una pileta de 25 mil litros con el de una familia. Casi sin sentido, porque las piletas de ese tamaño generalmente se alimentan de bombas. La avalancha de quejas hizo que fuera eliminado por la propia prensa municipal. Y aunque es un acto insignificante, marca la tendencia de un gobierno que se jactaba de obtener el principal apoyo por las redes sociales.