El Papa dio ayer un mensaje de paz desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, tras la bendición «Urbi et Orbi». Además en los días previos realizó la vigilia pascual de la que compartimos algunas imágenes.

Durante el mensaje ayer, Francisco enmarcó sus pedidos de paz y convivencia en un mundo que, según sus propios términos «está lleno de personas que sufren en el cuerpo y en el espíritu, mientras que las crónicas diarias están repletas de informes sobre delitos brutales, que a menudo se cometen en el ámbito doméstico, y de conflictos armados a gran escala que someten a poblaciones enteras a pruebas indecibles».

El obispo también pidió:

Que su mensaje pascual se proyecte cada vez más sobre el pueblo venezolano, en las difíciles condiciones en las que vive, así como sobre los que tienen en sus manos el destino del país, para que se trabaje en pos del bien común, buscando formas de diálogo y colaboración entre todos.

En el mismo sentido, expresó:

Que la próxima Cumbre Mundial Humanitaria no deje de poner en el centro a la persona humana, y desarrollar políticas capaces de asistir y proteger a las víctimas de conflictos y emergencias, a los más vulnerables y a los perseguidos por motivos étnicos y religiosos. Y que se promueva en todo lugar la cultura del encuentro, la justicia y el respeto recíproco, lo único que puede asegurar el bienestar espiritual y material de los ciudadanos.

Francisco insistió con su preocupación por los emigrados de África y aseguró que son una muchedumbre cada vez más grande de emigrantes y refugiados, incluyendo muchos niños, que huyen de la guerra, el hambre, la pobreza y la injusticia social.

Al efecto, manifestó:

Estos hermanos y hermanas nuestros, encuentran demasiado a menudo en su recorrido la muerte o, en todo caso, el rechazo de quien podrían ofrecerles hospitalidad y ayuda. Por eso, llamo a reanudar con mayor vigor la construcción de caminos de reconciliación con Dios y con los hermanos, que tanto necesitamos.

Además, el Papa pidió «que la imagen del hombre nuevo, que resplandece en el rostro de Cristo, fomente la convivencia entre israelíes y palestinos en Tierra Santa, así como la disponibilidad paciente y el compromiso cotidiano de trabajar en la construcción de los cimientos de una paz justa y duradera a través de negociaciones directas y sinceras».

En otro pasaje de su bendición, el Pontífice reiteró la «cercanía a las víctimas del terrorismo, esa forma ciega y brutal de violencia que no cesa de derramar sangre inocente en diferentes partes del mundo, como ha ocurrido en los recientes atentados en Bélgica, Turquía, Nigeria, Chad, Camerún y Costa de Marfil».

El eje ambiental también estuvo presente:

«Pienso en las zonas afectadas por los efectos del cambio climático, que provoca sequía o inundaciones, con las consiguientes crisis alimentarias en diferentes partes del planeta».

 

Culminó sus bendiciones, con las siguientes palabras

«Que el mensaje de vida, proclamado por el ángel junto a la piedra removida del sepulcro, aleje la dureza de nuestro corazón y promueva un intercambio fecundo entre pueblos y culturas en las zonas de la cuenca del Mediterráneo y de Medio Oriente, en particular en Irak, Yemen y Libia».