Entre quienes lo conocen nadie le dice «Ricardo», simplemente es «el Flaco». Ricardo Gaitán es operador de sonido de radio y televisión, hijo adoptivo de Chacabuco, pero sin distinción. Nació en El Palomar, donde vivió hasta los catorce, el mismo lugar en el que le «robaba» la radio a la tía para escuchar bajo la almohada.

Desde entonces desarrolló una tarea de amor a la profesión que lo lleva ahora a recibir una distinción en los premios CADUCEO, que se entrega desde 1992 a periodistas, técnicos y operadores. Comezó trabajando en la televisión local cuando entonces era Canal 3 CCTV, antes que fuera vendida al gran consorcio actual y que en aquella época supo reunir a hombres y mujeres pioneros en el despliegue tecnológico.

«Me tomó muy de sorpresa, no lo esperaba», dice sobre el anuncio a La Posta. «Jamás esperé que me dieran un premio. Cuando empecé a trabajar lo hice porque me gustaba y porque iba a ganar plata, no para ganar un premio».

El premio será entregado a Gaitán por su trayectoria que abarcó desde Radio del Plata a Radio Rivadavia, y le permitió trabajar junto a las máximas figuras de entonces, como Juan Alberto Badía, o participar de la cobertura de momentos de gran trascendencia para la historia nacional reciente, que lo posicionan como un testigo privilegiado, por ejemplo, al sostenerle al propio Alfonsín el micrófono cuando lanzó aquello de «la casa está en roden», luego del alzamiento militar contra su gobierno democrático.

¿Quién pudiera? Es tal vez, el sueño cumplido de todo periodista o cameraman. Pero también Gaitán es portador de una vivacidad y actividad única. Aún trabaja en la señal municipal de televisión y además dicta clases en la Escuela de Actividades Municipales.

En la foto, en el extremo izquierdo aparece Gaitán. Juan Alberto Badía en el centro

Para reconocerlo a nivel local, ayer el Concejo Deliberante de Chacabuco lo distinguieron. La Posta le realizó una entrevista para recorrer con sus palabras un oficio que lo apasionó desde niño y que ahora lo ha llevado, sin quererlo y sin buscarlo, a que sea reconocido.

-¿Cuánto hace que trabajas en esto?

-Empecé en el año 78/79 en el antiguo Video 3 Circuito Cerrado de Televisión. Ahí fue la primera vez que entré a un medio. Hacíamos programas, el director en ese momento era Guillermo Lázaro, quien nos dio mucho a los que trabajábamos sobre lo que era un medio de difusión o de comunicación. Así empecé y un día me dijo «flaquito, te veo condiciones. ¿Por qué no rendís en el ISER para operador? Podés andar bien» y la verdad es que yo le dije que sí por decirle que sí, no era algo que me entusiasmaba, porque no conocía.

Ahí me computaron tres años de los que yo había trabajado en el Canal y pude rendir libre. Presenté toda la documentación que yo tenía de acá del canal, rendí y me fue bien. Toda mi vida quise trabajar en Radio del Plata, yo nací en Palomar y viví ahí hasta los 14 años. Le sacaba la radio a mi tía, la ponía abajo de la almohada y escuchaba a un señor que hablaba de Los Beatles y siempre decía ¿cómo será?

Gaitán junto a Marcela Feudale y producción

Siempre digo que todas las cosas que me pasaron fueron por casualidad. Fue casualidad que yo entrara al canal. Yo trabajaba en una fábrica, tuve un accidente y a raíz de eso terminé enyesado. Conocí a dos pibes que trabajaban ahí, a Claudio Donadío y a José Luis Frontera y entre los dos me dijeron: ¿por qué no venís a tomar unos mates al canal ya que no podés trabajar? Ahí entré y no me fui más. Ahora que pasaron los años puedo contarlo: yo los cubría a ellos los sábados, les hacía audios. Nos llegaban a agarrar y los echaban porque no se podía.

Presenté la documentación en el ISER y rendí la primera materia que fue Reglamentación de Radiodifusión, éramos 35 y aprobamos 2. A los cuatro o cinco meses rendí Electroacústica y después la parte práctica la rendí en Radio Nacional, por eso yo digo que tuve suerte. Cuando voy a rendir la parte práctica le dije al operador que estaba ahí que yo era de televisión, no era de radio: el operador de radio trabaja cada tres minutos, que es lo que dura un tema, y el de televisión tiene un corte cada ocho minutos. Entonces me dice «no te hagas problema, te voy a ayudar por dos cosas: porque me dijiste la verdad y porque parecés un buen tipo» y me ayudó. Después de varios años esta persona fue la que me recibió cuando fui a Radio del Plata. Yo tenía 22/23 años.

Tenía un primo lejano que era amigo del vendedor de la agencia de publicidad que manejaba Radio del Plata, Radio Continental y Radio Mitre. Entonces cuando le conté lo que yo estaba haciendo, me contactó con el amigo. Fuí, tuve una reunión y me mandaron a hablar con el jefe de operador de Radio del Plata, ahí toqué el cielo con las manos. Cuando llegué había un montón de operadores anotándose y cuando le dije quién era y que iba «de parte de» me hicieron pasar. Me dio cosa porque había muchos chicos esperando. Me tomaron todos los datos y me vine para Chacabuco.

El 1 de diciembre me llamaron al canal para preguntarme si al día siguiente podía tener una reunión al mediodía. En ese momento hablé con Hugo Gargaglione que era el director del Canal y no hubo problema.

Me fui en el tren al otro día, llegué a Radio del Plata, charlamos y la última pregunta que me hicieron fue ¿cuándo puede empezar a trabajar? Yo dije, «es hora o nunca», y le digo «ayer». «Bárbaro» me dicen, «¿usted puede venir esta noche a las 12 de la noche?», «Sí» le dije. Me explicaron que durante un mes iban a trabajar 30 pibes todas las noches y que de ellos iban a elegir a 2 operadores.

Me volví a Chacabuco a la tarde, pasé por el Canal y le avisé a Hugo y a las 7 de la tarde me fui en tren a Buenos Aires. Ahí empezó la carrera. Fue todo por casualidad.

-¿Cómo es ser operador técnico?

-El operador técnico es el encargado de poner al aire todo lo que vos escuchás. Diciéndolo así es muy fácil, pero todo operador tiene una rutina donde te van diciendo todos los pasos que ténes que dar. El operador es el encargado de que la transmisión salga como los productores quieren que salga en la rutina. Tenés que estar muy activo en todo e ir por lo menos cinco o diez minutos adelante de la transmisión.

Leés la rutina, y ves qué cosa sigue después de cada una. Te programás en lo que tenés que hacer sin dejar de escuchar el aire. Es un trabajo muy atrapante y hermoso. Es el único lugar de una radio en el que no puede haber errores. El locutor se puede equivocar y al aire pueden pasar dos cosas: o se rectifica o no dice nada y sigue. El musicalizador se puede equivocar, quizás en vez de salir un tema lento te sale un rock, no pasa nada.

¿Dónde está el problema del operador si se equivoca? Está en los baches, esto me lo marcaron desde el primer momento. Si hacés un bache de un segundo y a los diez minutos hacés otro tenés dos segundos; si en la siguiente tanda se te escapa otro bache, al final de la hora tenés ocho, diez o quince segundos. Eso es muy importante para el dueño de la radio, por las pérdidas de dinero que tiene cada segundo. Eso te lo controlaban, te decían detallado cómo querían que lo saques al aire.

Es hermosísimo, yo me enamoré, sigo enamorado y creo que hasta el último día de mi vida voy a ser operador, es muy lindo. Recién ahora se está reconociendo el trabajo del operador.

Submarino Amarillo, 500 programas

Conocí a quienes habían hecho la campaña a Alfonsín cuando ganó, y me decían cómo habían armado todo. Yo pensaba «qué bárbaro, qué visión», eso me sirvió después para hacer publicidad. Empecé como operador y terminé como productor. ¿Cómo? No tengo ni idea, pero me animé, lo hice y me fue muy bien.

Los programas que edité u operé ganaron algún premio y se los daban a los locutores, el operador siempre fue dejado de lado. Recién este año empezaron a dar un Martin Fierro a la operación técnica y me parece bárbaro, siempre estuvimos guardados. Hacíamos ganar premios y ni las gracias te daban. Pero bueno, nos pagan para eso y hay algunos que se olvidan que si no está el operador no podés hacer nada. Cuando hay plata hay que repartirla y cuando hay laureles también.

-Empezaste desde chico, pero, ¿alguna vez te quedaste sin trabajo?

-Nunca me quedé sin trabajo, por lo menos en Capital. Cuando conocí a Badía tuvimos muchas charlas, hicimos mucha publicidad y trabajé mucho tiempo en una buena idea: yo me encargaba de la producción de los videos y de la parte publicitaria. Armé en la agencia de Juan un par de publicidades. Por ejemplo, las campañas de Drean, Jockey suaves, Tofi, que eran a nivel nacional.

A mi me daban una carpeta donde tenía la publicidad escrita, una vez que la leía y entendía tenía una reunión con el departamento creativo. Les contaba lo que había entendido, me daban el visto bueno y empezábamos a grabarlo. De ahí en adelante me movía yo solo, tenía que buscar los lugares, la gente, peinador, vestuarista, maquillador. Hemos grabado a las cinco de la mañana, me tocó ir a Mendoza, Salta, Punta del Este, todo con publicidades.

Juan siempre me decía: «si sos buena persona, buen tipo y prolijo, te van a venir a buscar». De Continental me ofrecieron y fui, de Rivadavia me ofrecieron y fui, de FM Horizonte también, Radio Mitre lo mismo. Tuve la suerte de ser parte del staff de Diego Torres, los Midachi, armé junto con Marcela Feudale FM Cielo en San Bernardo.

Siempre tuve trabajo, nunca necesité ir a buscar. No sé si es malo o bueno. Del Plata siempre fue una muy buena vidriera para los próximos trabajos. En ese entonces hacían cola para trabajar ahí. A partir de eso se me empezó a conocer en el ambiente.

Gaitán en actividad

A Chacabuco me vine por cuestiones particulares: nace mi primer hija y fallece mi mamá, ya después no quería dejarla sola en el cementerio, locuras. No me quise ir. Todos los años me llaman para hacer trabajos y ahora no puedo, uno ya está grande. Me casé, tengo tres hijas y mi mujer que me banca en todo. Me quedé y actualmente estoy trabajando en el canal municipal y tenemos Radio Planeta con Gustavo Poltrone.

Radio Vida fue la primera que me dio la oportunidad de trabajar cuando me vine. Después que falleció mi mamá, Quique Cieri, periodista fallecido, me dijo que tenía que volver a trabajar. Se aprende de todo: de quienes están, quienes no, quienes te usan, quienes te aprecian, y valoran lo poco o mucho que aprendiste y sabés.

-Participaste en la cobertura de varios hechos de gran trascendencia en nuestra historia, ¿no?

-Recuerdo a la Plaza de Mayo llena de gente en el balcón de la Casa Rosada, eso para mi fue impresionante. Cuando se levantó el ejército en la tablada nos mandaron a José Luis Braga y a mí a cubrirlo. Una de las hijas de José Luis es la ahijada de Raúl Alfonsín. Cuando llegamos era un lío bárbaro. Fue algo lindo y feo, porque hay un montón de cosas: nos pasaban las balas a un metro, nos tirábamos abajo de los móviles y nosotros estábamos transmitiendo en directo.

Tuve la suerte de venirme en el helicóptero que vino Alfonsín desde La Tablada hasta la Casa Rosada, y la famosa frase: «la casa está en orden». Lo sacamos en vivo. Tenía una foto teniendo el micrófono cuando don Raúl decía eso.

En la explosión de la Embajada estábamos armando lo que iba a ser después Radio Uno, la radio de Tinelli. Estábamos haciendo la prueba de locutores y operadores y bajaron dos pibes a comprar comida, y a los cinco minutos se nos movió todo, los fui a buscar y a uno de los pibes lo encontré sin vida y al otro a 20 o 30 metros que lo había tirado la onda expansiva y a los cuatro meses falleció también. Son cosas que te marcan. 

Otra cosa que me pasó fue en Radio Rivadavia, que había comprado Radio Cuyo, me mandaron para armar la radio allá. Yo me preparé el bolso para ir a Retiro, pero me quedé dormido. Después el colectivo, desbarrancó y no quedó nadie

Uno está marcado por lo bueno y lo malo. Este oficio tiene esas cosas y experimentás cosas para las que muchas veces no estás preparado y te hacen mal. Lo de la embajada me costó mucho tiempo, ví muchas cosas feas. Después de años lo puedo contar, antes no podía, me ponía mal.