Si entre las cotidianas críticas que se le realizan a la sociedad argentina, de propios y extraños, habría que hacer una salvedad segura, esa sería que es una sociedad comprometida con los derechos humanos. No es una cuestión política, sino una cuestión de principios, muy bien arraigada en los ciudadanos que han comprendido en la triste realidad del pasado el horror de las dictaduras.

En ese avance, que ahora el gobierno de Cambiemos ha detenido someramente, la memoria comienza a llegar a todos lados. El pasado martes fue señalizada la comisaría local como «sitio de memoria», pues allí funcionó durante la última dictadura militar un centro ilegal de detención. Entre otros, estuvo allí detenido ilegalmente el gremialista Lazcoz.

Tras la señalización y las palabras que se virtieron en el acto (el testimonio del propio hijo de Lazcoz, las palabras de Sandra Raggio y una carta de Juan Chazarreta) sobraron las muestras que es también una forma de reparar aquella herida abierta, y que pese a haber más transcurrido más de 40 años, todavía no logra cerrar la experiencia de los que tocaron más de cerca las atrocidades del régimen militar que llegó al poder en 1976 gracias a un fuerte acompañamiento de poderosos sectores de la sociedad civil.

Luego del acto, La Posta entrevistó a Ana María Pregal, hermana de la detenida y desaparecida María del Carmen Pregal, que se ha desempeñado como Directora de Derechos Humanos de la Municipalidad de Chacabuco y es miembro activo de la Comisión Memoria y Justicia Chacabuco.

«En Chacabuco pasaba lo que pasaba en todo el país»

Cuando la historia se aleja de los grandes centros urbanos, su intensidad parece debilitarse. La línea que ata los pueblos del interior con la política de las grandes urbes siempre es más difícil de rastrear. En este punto, siempre ha sido ingenua la mirada que se tuvo sobre lo acontecido en Chacabuco durante la última dictadura.

Pregal abordó directamente el tema, al analizar la importancia que tuvo el acontecimiento: «La habilitación de un centro clandestino de detención en nuestra localidad cuando siempre socialmente se han negado mucho las consecuencias y el accionar de la dictadura militar en Chacabuco. Mucha gente dice que en Chacabuco no pasaba nada y sí, en Chacabuco pasaba lo que pasaba en todo el país: secuestros a militantes políticos, a delegados gremiales».

«La importancia de una señalización no es solamente poner una placa, es una marca para modificar relatos y mostrar la verdad de una época que se trató de ocultar. Culturalmente, esto tiene una importancia fundamental porque uno no puede dejar de pensar, por ejemplo, lo que hicieron los sobrevivientes del Holocausto judío: ellos hasta el día de hoy sostienen con una firmeza y fuerza a nivel universal las marcas que muestran lo que significó el nazismo en Alemania, y para el pueblo judío es lo que se debe hacer cuando hay como en nuestro país un genocidio», destacó.

«Esta militancia de sobrevivientes y de familiares, madres, abuelas, hijos, es fundamental y es un trabajo para siempre. Porque las generaciones aparecen, vienen y las marcas son la explicación de ese pasado para poder continuar, para que no vuelva a a ocurrir. Eso es fundamentalmente lo que significan las marcas de la memoria y nada menos que en un lugar que funcionó como centro clandestino de detención», explicó Pregal.

Cómo funcionaba el centro de detención en la Comisaría

Acerca del funcionamiento que tuvo en el circuito represivo de la zona, cuyo centro neurálgico se encontraba en Junín, Pregal explicó: «Algunos de los que fueron detenidos en esa época contaban que acá era como un centro de paso. Los detenían para luego trasladarlos».

«Así era, los iban a buscar el personal policial local que orientaban los domicilios de las personas que venían a buscar. La participación fue plena y concreta, entonces acompañaba las fuerzas militares y policiales que las coordinaba (Ramón) Camps en la provincia de Buenos Aires, que era el jefe de Policía en aquellos años, o sea que la participación fue completamente directa y esta señalización está cargada de verdad», aseveró Pregal ante quienes anteponen dudas acerca de la participación del centro ilegal Comisaría de Chacabuco en el marco de la represión, el secuestro y la tortura.

Sobre el relato histórico basado en las grandes ciudades, Pregal dijo: «Cuando se habla de memoria y lo que pasó en la dictadura se habla de la Capital Federal, de La Plata y de ciudades grandes y no se habla de ciudades chicas donde también hubo desaparecidos».

Es la construcción de un gran mapa

Pregal también se refirió a las política de Derechos Humanos que se han dado grandes movimientos por la Memoria como Abuelas o Madres de plaza de mayo: «Esa es la construcción de un gran mapa. En nuestro país no quedó ni un rincón en el que no hayan sido víctimas sus pobladores, sus militantes, su gente. En todo el país la dictadura militar persiguió a distintos sectores, no solamente políticos si no gremiales, culturales, todo un abanico de actividades que para la dictadura cívico militar de aquella época significaba el peligro rojo, comunista«.

«Desgraciadamente una parte grande de la sociedad repetía lo mismo, porque también estaban los medios de comunicación que ‘acompañaban’ el accionar represivo de las fuerzas del Estado. La sociedad en parte por el terror y la desinformación livianamente decía: ‘No, pero si en Chacabuco no pasa nada, acá a mí no me van a molestar si yo no hago nada, no participo en nada, no estoy en cosas raras'», recordó pregal sobre el discurso que dominaba en una época y hoy está desacreditado ante la luz de los hechos.

«Para nuestra comunidad esto es muy importante porque va a haber muchísima gente que se diga: ‘Mirá vos… y yo que dije que acá no había pasado nada’. Por eso la importancia que tiene como marca, es un hecho fuerte y cultural para transformar relatos que tenían que ver con la negación, y el negacionismo es una lacra en nuestra historia, negar esos hechos son de una gravedad muy grande y con ese negacionismo lo que no se permite es la continuación de los castigos a los responsables que para muchos todavía no les llegó la justicia. Esto tiene una enorme importancia y por eso celebramos este momento«.

Un gran mapa de encubrimiento civil

Acerca de cómo se encubrió en aquella época lo que sucedía y cómo fue posible sostener un relato acerca que «no pasaba nada», sostuvo con claridad: «No sólo hubo responsables, si no que hubo un gran mapa de encubrimiento civil desde los medios, la Iglesia y la misma ciudadanía que negaba los hechos o los confundía con enfrentamientos que no eran tales».

«Por ejemplo, recuerdo perfectamente que Clarín titulaba: ‘Cinco delincuentes subversivos abatidos en enfrentamientos’. No habían sido enfrentamientos, habían sido fusilamientos que después nos enteramos cómo funcionaban. Los trasladaban desde donde estaban secuestrados y los fusilaban en un determinado lugar e incluso hasta se les tiraba papeles o se les ponían armas para construir ese relato horrendo y mentiroso para que la sociedad diga que eran pone bombas o subversivos y que la policía hizo lo que tenía que hacer. El mensaje era ese y para eso la dictadura necesitó la complicidad de los medios de comunicación que tenían intereses económicos. La dictadura fue un proyecto económico, político y cultural y accionaron en son de eso».