Después de 10 años, la Argentina reabrirá sus cuentas y números económicos al Fondo Monetario Internacional (FMI) para ejecutar una misión, que consistirá en realizar una auditoría financiera, que es la que deben permitir todos los socios del organismo que maneja Christine Lagarde basada en la inspección de técnicos enviados desde Washington y que el país se negaba a autorizar desde que Néstor Kirchner en 2006 pagó la totalidad de la deuda con el FMI.

Según la gestión anterior, se trataba de un resguardo a la soberanía nacional. Para el FMI, era una manera de ocultar la manipulación de las estadísticas del INDEC.

Para el Gobierno de Mauricio Macri la intención es cambiar radicalmente la relación, y abrirse a las inspecciones previstas en el «Artículo IV». Según el Ejecutivo, ya se saben las críticas que se harán desde el FMI. Desde el Ministerio de Hacienda y el Banco Central se mostrarán las cartas locales sobre la mejora en la situación estructural de la economía, incluyendo la salida del cepo y la normalización de la relación con el sistema financiero internacional luego de pagar a los holdouts.

La misión culminará entre el 27 y el 28, con la visita del mexicano de origen argentino Alejandro Werner, actual director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, quien viene a cerrar la misión y a participar de un seminario abierto organizado por FIEL.

Finalmente, en noviembre, cuando el organismo se reúna en Washington, habrá una declaración del directorio donde se determinará el resultado final del examen al que se someterá la Argentina.