Hoy se conmemora una fecha especial para Chacabuco. Hace 95 años nacía en esta ciudad Haroldo Conti, un 25 de mayo de 1925. Hijo de Petronila Lombardi y Pedro Conti.
Un escritor cuya vigencia aumenta con el paso del tiempo y su obra es redescubierta en oleadas por el público general. Defensor de la libertad en todas sus formas y figura clave entre los intelectuales latinoamericanos en la década de 1970.
Fue perseguido, secuestrado y desaparecido un 5 de mayo de 1976, a poco tiempo de instaurada la dictadura cívico militar, hecho por el que se conmemora todos los años el día del escritor bonaerense.
En sus cuentos, Conti hace especial referencia a Chacabuco, su paisaje y también sus caminos, que llevan al álamo Carolina o donde se corren Las Doce a Bragado.
Por David Chiecchio
En una ciudad los caminos explican muchas cosas del paisaje y de quienes lo habitan. En Chacabuco hay de todo tipo: el del cementerio, en cuya arboleda salvaje vive el verano todo el año, el camino largo y silencioso hasta la cañada de los peludos con un paisaje de madreselvas, o la ahora suspendida caminata hasta el arco de entrada de la ciudad, más allá del cruce del ferrocarril San Martín.
Y aunque nacieron nuevos, del otro lado de la ciudad está todavía el ancho camino de tierra, del que nos decían: “por acá se va a Bragado”. O “si seguimos por este se va a Irala, donde nací”, como contaba mi viejo mientras remontábamos el camino al puente de las sardinas.
Este tipo de caminos, en la historia y la cultura de esta región, no separa un pueblo de otro, une las distancias. Solo por eso, Haroldo Conti puede hacerle decir al narrador en el cuento Las 12 a Bragado, que el tío Agustín “Siempre preguntaba sobre caminos”. Por eso no es curioso que Chacabuco, porfiado, cada vez sea más la ciudad de Haroldo Conti. Y que cuando uno va por el camino de un pueblo cualquiera, Haroldo parezca susurrarle al oído palabras que describen el paisaje.
En ellos las personas, sus acciones y la naturaleza (un almacén, un apellido, el árbol que nace de estaca) dan la referencia que facilita representar ese espacio dilatado, y deviene en común para el intercambio social. Este es el caso del álamo Carolina “ese que se levanta solitario detrás del campo de Cirigliano y que desde el camino real parece todo un monte y que para el tío era su única meta reconocida”, escribe en Las 12 a Bragado.
Para Conti un álamo Carolina y un camino son cosas muy semejantes según puede leerse en La Balada…: “hasta sintió que había dentro de él como un camino, aunque todavía no supiese lo que era eso, lo supo recién al año siguiente cuando los pastos quedaron todavía más abajo y detrás de los pastos vio un alambrado y detrás del alambrado vio el camino, que es una especie de árbol recostado sobre la tierra con una rama aquí y otra allá”.
En cambio, en Las 12 … el camino es parecido a un árbol: “Es el camino de tierra entre Chacabuco y Bragado, ese mismo semejante a una áspera corteza de árbol viejo con tantos y tantos surcos”.
Un protagonista como el tío Agustín tiene que ser indiferente a la delimitación topográfica entre Chacabuco y Bragado, al igual que lo es el camino: “es el mismo límite entre los dos partidos, según dicen los carteles de chapa en una y otra punta, y uno imagina que hay en el aire una línea invisible y que el aire es sutilmente distinto a cada lado de esa línea”.
También fueron una red, sobre todo para estos inhóspitos parajes que ahora son orgullosas ciudades. Comunidades nacidas juntas, entre cañadas: en ellas los caminos son la consecuencia del movimiento de las personas, de las relaciones sociales. La misma historia de Chacabuco y otras ciudades se hizo de la vida de un montón de hombres y mujeres que por más de un siglo y medio abrieron caminos.
¿Quién hubiera dicho que una vez un hombre sin rostro se animara a cerrarlos, a hacer de ese límite imaginario un muro visible? Dijo aquí no pasan. Y por primera vez, a un lado y otro se respiró un aire diferente. Ahora el camino y el movimiento que abrió los caminos se convirtieron en una solapada amenaza.
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Una mirada diferente sobre H.Conti y su obra.Muy perspicaz y sensible el paralelo entre el camino y el árbol o la naturaleza,el paisaje q embriagaba al escritor en sus lares.Hermoso texto para recordarlo y apreciar la belleza de su obra!!!!