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«La noche boca arriba» de «Final del Juego», Julio Cortázar
Escribe: María Rosa Rinaldi – Profesora de Letras
Desde San Carlos de Bariloche
Cuando se decide hablar de Julio Cortázar, sabemos que es muy probable que no se pueda decir algo novedoso con respecto a su literatura, al menos para quien escribe este artículo.
Cortázar está considerado, entre otros, como unos de los mayores representantes de la Literatura Argentina, aunque gran parte de su vida vivió en Europa.
El cuento «La noche boca arriba», pertenece al libro Final del juego publicado en el año 1956 por primera vez, con sucesivas ediciones. En este libro, podemos deleitarnos con las hazañas y desgracias de Justo Suarez, boxeador, en “Torito” como también con ese fin de la adolescencia retratado en «Final del juego» que da nombre al libro. O como plantearnos, en la complejidad de «Continuidad de los parques» donde ubicamos la ficción y la realidad, que se entrecruzan, se unen y nos dejan casi perplejos frente al final.
Leer nos abre la puerta a otro mundo, se comienza a tener una mirada distinta de lo cotidiano, permite la elaboración de un mundo propio, al leer se transforma en propio los textos leídos y le agregamos nuestra imaginación, nuestro mundo íntimo y privado (será por eso que a partir de la lectura de este cuento, allá lejos en mi adolescencia, decidí estudiar Letras).
Nunca leemos desde la pasividad. Establecemos relaciones con otros textos, con la vida, con nuestro mundo imaginario… Todo lector establece un vínculo creativo con el texto, es decir con lo que lee y es ahí donde se aporta la significatividad.
No hay una sola manera de leer literatura ni un único modo de construir sentidos. Y me atrevo a decir que de esto, Cortázar sabía.
«La noche boca arriba» maravilloso cuento donde se funde la ciudad y la selva, donde el autor une estos dos elementos y crea una historia entre lo real y lo ilusorio. Los contrastes entre los ¿dos personajes?, la selva, lo violento, la pesadilla, y el hospital, que comparado con la selva, es un remanso (a pesar que en ambos lugares sufre y vive circunstancias adversas).
Tal vez sea necesario explicar que el cuento está encabezado por un epígrafe: «Y salían en ciertas épocas a cazar enemigos, le llamaban la guerra florida» que nos da una breve pista sobre lo que tal vez ocurra en el relato. (Las guerras floridas eran aquellas en que los aztecas salían a cazar enemigos y duraban una semana. A quienes atrapaban, los sacrificaban en honor a sus dioses).
Ordenado en un paralelismo, aparece lo fantástico representado por lo onírico, los sueños del personaje que marcan un avance cronológico a pesar de que son interrumpidos reiteradas veces. Se va perdiendo a lo largo del texto la noción entre lo real y la fantasía, entre uno y otro personaje.
Podemos decir que el personaje es un motociclista que circula en moto por una ciudad y tiene un accidente. Lo llevan a una farmacia para darle las primeras atenciones y luego a un hospital. Se duerme. ¿Sueña? Quizá. Por momentos es un moteca que huye en la guerra florida para que no lo “cacen” los aztecas. Desesperado en su sueño vuelve de ese lugar y está otra vez en el hospital. Y nuevamente está corriendo en la selva huyendo, con miedo, agazapado…
Va y vuelve del hospital y de la selva. Siempre, siempre, tal cual lo indica su título: boca arriba.
El narrador nos brinda señales para descubrir quiénes son estos personajes o ese personaje único que nos adentra en mundos disímiles y contradictorios. Hay fragmentos en que se evidencia el pasaje de una realidad a la otra. Cuento lleno de imágenes olfativas, táctiles que van uniendo a esos personajes (¿dos o tal vez uno?).
Para aclarar el sentido de este cuento, tal vez es necesario saber que dentro de las múltiples clasificaciones que se hacen de los textos literarios, pertenece a lo que se conoce como cuento fantástico. Y nada mejor que la voz del propio Cortázar para definir lo que es fantástico:
“(…) He pensado que me gustaría hablarles concretamente de literatura, de una forma de literatura: El cuento fantástico.
Yo he escrito una cantidad probablemente excesiva de cuentos, de los cuales la inmensa mayoría son cuentos de tipo fantástico. El problema, como siempre, está en saber qué es lo fantástico. Es inútil ir al diccionario, yo no me molestaría en hacerlo, habrá una definición, que será aparentemente impecable, pero una vez que hayamos leído los elementos imponderables de lo fantástico, tanto en la literatura como en la realidad, se escaparán de esa definición…, de modo que, en vez de buscar una definición preceptiva de lo que es lo fantástico, en la literatura o fuera de ella, yo pienso que es mejor que cada uno de ustedes, como lo hago yo mismo, consulte su propio mundo interior, sus propias vivencias y se plantee personalmente el problema de esas situaciones en que de golpe, nuestra inteligencia y nuestra sensibilidad, tiene la impresión de que las leyes, a que obedecemos habitualmente, no se cumplen del todo o se están cumpliendo de una manera parcial, o están dando su lugar a una excepción que no puede explicarse con la inteligencia razonante.
Ese sentimiento, que creo se refleja en la mayoría de mis cuentos, podríamos calificarlo de extrañamiento; en cualquier momento les puede suceder a ustedes, les habrá sucedido, a mí me sucede todo el tiempo”.
Fragmento de “El sentimiento de lo fantástico” Conferencia de Julio Cortázar en la Universidad Católica Andrés Bello, Venezuela, 1982.
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