Según las Naciones Unidas, una desaparición forzada es “el arresto, la detención, el secuestro o cualquier otra forma de privación de libertad que sean obra de agentes del Estado o por personas o grupos de personas que actúan con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la negativa a reconocer dicha privación de libertad o del ocultamiento de la suerte o el paradero de la persona desaparecida, sustrayéndola a la protección de la ley”.
COLABORACION DEL PROF. JUAN IGNACIO MILLÁN A PEDIDO DE LA POSTA PARA CONMEMORAR EL DIA INTERNACIONAL DE LAS VÍCTIMAS DE DESAPARICIONES FORZADAS
Hoy resulta particularmente difícil, hacer mención a esta fecha sin que un nudo me oprima la garganta.
En un territorio marcado a fuego por una sangrienta Dictadura que nos dejó sin miles de compañeros, se escuchan los ecos del pasado en cada joven que sueña con un país mejor, en cada persona que defiende sus derechos en una marcha o una manifestación, en cada trabajador, en cada militante político, en cada centro de estudiantes.
Los medios de comunicación no ayudan, mienten, no comunican. Las redes sociales arden en críticas partidarias para ver qué muerte tiene más peso, qué vida vale más, a qué gobierno le cabe el difunto. Ahí mismo está la cuestión: esos muertos que piden justicia son casos de corrupción, desidia, abandono, reclamos que se apagan por el paso del tiempo.
Los desaparecidos no están, no sabemos dónde buscarlos, hacia dónde fueron. Duelen en el alma, sangran en el pueblo. Son reclamo de madres y abuelas que ya saben de memoria, de verdad y de justicia; pero aún no saben cómo cerrar las heridas del pasado porque existe un presente que las rememora a diario.
¿Dónde están? Es la pregunta que resuena en mi cabeza, cada día, cada año que pasa, cada nuevo hecho que se sucede; ya no en dictaduras, sino en democracias cada vez más reaccionarias.
¡¿Dónde están?!
En esta fecha puntual y a casi un mes de su desaparición, me pregunto: ¿dónde está Santiago Maldonado? ¿Cómo un Estado puede manejarse con tanta impunidad después de 40 años? ¿Cómo pretenden castigarnos, asustar y amenazar a los ciudadanos por la protesta social?
Otra vez el Estado que debe ser garante de nuestros derechos desaparece a un muchacho, acusándolo por alzar las banderas de una causa justa: la defensa de las tierras de los pueblos originarios. ¡¡Santiago estaba y ya no está!! Al igual que vos, que yo, no cometió ningún delito, salió a la calle a reclamar como lo hacemos a diario los docentes que exigimos una educación de calidad, reapertura de paritarias y salario digno, como lo hacen los productores que la están pasando mal porque ya no venden lo que producen, como lo hacen los trabajadores que corren riesgos de ser despedidos y que sus trabajos se precaricen cada vez más, como lo hacen nuestros pueblos originarios que piden quedarse en sus tierras aunque hayan vendido medio país a Benetton, Lewis y tantos otros.
Santiago salió a la calle, acompañó un reclamo, defendió una causa. Se lo llevó la Gendarmería. Hoy el Estado debe dar cuenta de su desaparición y mira hacia otro lado. Hoy la Gendarmería debe decir a dónde lo llevaron, qué le hicieron… por qué lo desaparecieron.
En años donde pensábamos que lo más oscuro de nuestra historia era parte del pasado, volvemos a vivir en el presente un delito de lesa humanidad que no halla respuesta en los Medios, que se vuelve un grito reiterativo en las redes sociales, que inspira a nuevos reclamos y nuevas protestas para exigir: ¡¡Con vida lo llevaron, con vida lo queremos!!
Hoy Santiago no está. Nos faltan miles y miles. Nos duelen nuestros desaparecidos que son acallados por un Estado opresor que no soporta la otra cara, la otra parte, “el otro que no se le parece”, que es distinto, que les molesta.
Hoy Santiago no está…nos falta también Julio López, nos faltan Pepe Cassino, Batata Carnaghi, Liliana Ross, Haroldo Conti, María del Carmen Pregal, Jorge Dimattía , Eduardo Cagnola, Marta Mónica Claverie… ¡¡ya son MÁS de 30.000!!
Ojalá este día nos sirva para reflexionar como sociedad, para enseñarles a nuestros alumnos y a nuestros hijos que muchas veces nos mienten, tergiversan la verdad, no quieren que saquemos las cosas a la luz. Se esconden en excusas macabras, evaden la responsabilidad y sobre todo nos quieren convencer de que hay muertos que pesan y valen más. Los muertos que aún nos duelen permanecen en la memoria de todos los que bregamos por una patria más justa, libre y soberana. Pero la “desaparición forzada de personas” es otra cosa. ¡No nos quieran engañar! Honremos a nuestros compañeros desaparecidos pidiendo “NUNCA MÁS” y exijamos al Estado responsable que dé respuesta sobre su accionar.
¡¡Memoria, verdad y justicia!!
Profesor Juan Ignacio Millán
gracias cuñado