El gobierno nacional y provincial concentran los esfuerzos contra el coronavirus en la región con mayor concentración poblacional, lo que denominan AMBA, es decir, Buenos Aires y el conurbano. Ayer se anunciaron nuevos casos, en menor cantidad.

Mientras tanto, los municipios de la provincia de Buenos Aires toman medidas «adelantadas» a la provincia y la nación. Tan adelantadas las acciones, que lejos de ganar coherencia y coordinación, en los distritos predomina la lógica del ahora y ya, sin importar el largo plazo.

Primero fueron unos pocos los que tomaron la iniciativa de bloquear los accesos. Como fue el caso de Chacabuco, también lo hizo Pehuajó, Dolores y Lezama. Más tarde, por la presión de la propia gente, ante el miedo que contagia, los intendentes de otros distritos se vieron «obligados» a hacer lo mismo, este fue el caso por ejemplo de Junín.

Como respuesta a esa medida, en la reunión de la que participaron los 135 intendentes de la provincia, desde el gobierno provincial reclamaron a los intendentes de abstenerse de cortar accesos, porque, como dijo el jefe de gabinete Carlos Bianco, esa medida no puede ser tomada por los intendentes ni el gobernador, solo el presidente.

Sin embargo, los intendentes fueron más allá y en los últimos días, a la par que reclamaban más medidas, aplicaron en muchos distritos toques de sirenas y cortes de circulación que equivalieron a un «toque de queda».

La medida se estableció por ejemplo en General Viamonte, en Roque Pérez y en Chacabuco.

Otro lugar donde se aplica es en Tandil a las 11 y a las 19 horas, pero no está relacionado con los horarios de circulación, que son más amplios. La atención comercial se acotó entre las 7 y las 20 horas. Allí tampoco hay casos.

La Municipalidad de Ayacucho fijó el horario a las 15 horas, la de Villa Gesell a las 19.00 horas, Guaminí lo hizo antes, el sábado, con un horario de cierre comercial a las 17 horas, mientras que Puán a las 21 horas.

En todos los casos hay toques de sirenas, una forma que perturba la vida de los habitantes de las ciudades del interior y que tiñen el aire de un olor a guerra, a miedo.

Queda claro que los intendentes se manejaron por la suya, y que por más unidad que se intente mostrar, incluso en medio de la una pandemia, cada quien cuida lo suyo.