El centenario de la asunción de Hipólito Yrigoyen a la Presidencia de la Nación dio lugar a una curiosidad, indicativa tal vez de la situación actual del radicalismo: los tres grandes actos conmemorativos que se llevaron a cabo tuvieron como principales oradores a tres políticos que, en rigor, no son militantes radicales.
Cristina Kirchner fue la primera, invitada por la facción marginal del radicalismo que encabeza Leopoldo Moreau y con la particularidad de que en las inmediaciones de Atlanta se oyó cantar la marcha peronista.
El miércoles, mientras que el presidente Mauricio Macri convocó a sus socios de Cambiemos para elogiar las dotes democráticas e institucionalistas de los boinas blanca, por la noche el discurso fue proferido por el embajador Martín Lousteau, formalmente no afiliado a la UCR.
Al ser consultado por la polémica en torno a la foto de la ex presidente luciendo una boina blanca, el embajador en los Estados Unidos minimizó el hecho al esbozar una interpretación en la que, por su lugar en la historia, «Yrigoyen es de todos».
En torno a ese futuro, Lousteau dio pocas certezas a los más de 1500 militantes radicales que se reunieron en Parque Norte pero sí promesas: si bien mantuvo la incertidumbre respecto de una posible candidatura en las legislativas del año próximo, dijo que la suya será una decisión consensuada con sus socios de ECO, sostuvo que esa alianza «va a estar en 2017» y prometió que volverá a pelear por la Jefatura de Gobierno en 2019.
A su turno, Emiliano Yacobitti, presidente del Comité Capital de la UCR, afirmó que el radicalismo «discutirá en las urnas cuáles son las prioridades de la Ciudad».
En diálogo con los medios, Lousteau evitó la confrontación directa con el PRO, pero se las arregló para marcar diferencias. Así, señaló que «si las elecciones no nos asignan la posibilidad de gobernar, tenemos que recordar que el poder no es el único fin al que puede aspirar un partido de principios ni el único resorte que pueda influir en los destinos del país».