Qué con qué…!
¡quién con quién…!,
¡cuándo también…!

¡Cómo y por qué,
unos primero
y otros después!

(«Romance para un negro milonguero»)

Una de las historias que más conmoción causa es la de Juan Carlos Daluisio, ex-combatiente y único sobreviviente de Chacabuco del ARA General Belgrano, el buque insignia hundido el 2 de mayo de 1982, fuera de la zona de combate, durante la guerra de Malvinas.

Morir por la patria

«Coronados de gloria vivamos o juremos con gloria morir» reza nuestro himno, que como todos saben es una composición en verso mucho más prolongada. La que cantamos es una versión breve para que se recuerde mejor y sea fácilmente enseñado y aprendido.

En el año 1900, nada menos, Julio Argentino Roca presentó un proyecto de ley que modificó sustancialmente el himno nacional tal como se lo conocía, suprimiendo algunas estrofas, y creando una versión breve, fácil de recordar.

El texto pedía que «En las fiestas oficiales o públicas, así como en los colegios y escuelas del Estado, sólo se cantarán la primera y la última cuarteta y el coro de la Canción Nacional sancionada por la Asamblea General el 11 de mayo de 1813.»

Las marchas, como nuestro himno, han nacido de los bastiones militares. Y todos los himnos incluyen aquella famosa idea de la fidelidad a la nación: «Morir por la patria».

Hoy, en el acto oficial, junto al presidente Macri, el ex-jefe del Estado Mayor conjunto agradeció a las familias que perdieron sus hijos:»ustedes ofrendaron el más preciado de sus tesoros a la Patria. ¿Es acaso la patria un Dios que exige sacrificios humanos?

¿Qué otra justificación que la «patria» podría encontrar en la hartura y el dolor de la guerra, quien sin estar preparado para ella se ve envuelto en un drama que sus ojos no logran dimensionar?

La naturaleza de la guerra

¿Cómo impacta la guerra en quienes la viven? ¿Y en quienes viven la tragedia de la muerte de un ser querido o un miembro de la comunidad, cómo llevan adelante aquel duelo? ¿Puede haber guerras justas? ¿Por qué la experiencia de Malvinas es narrada de diferentes formas en los testimonios?

Malvinas, no hay dudas, fue el sello de fuego de una generación. Alimentada con el plomo y el fuego de la dictadura. Una generación acostumbrada a volver temprano a casa por el estado de sitio, a vivir el silencio de radio que las tres largas dictaduras que se precipitaron desde 1955 le impusieron.

Durante la época, los símbolos patrios proliferaron. La única bandera que se exhibía era la nacional. A nada profesa mayor amor quien se ha formado en los círculos castrenses, que a la bandera. También a las armas, en tanto estas son la mejor manera de representar aquello que por la patria uno está dispuesto a morir. Lo cantamos desde niños, ¿no?

La única forma de decirlo, de explicar lo inexplicable es por la metáfora. Así el actual presidente, como otras antes, pudo decir hoy mismo que «estamos acá para rendir homenajes a padres, hijos y amigos que se llevó la Guerra hace 37 años». La guerra, la hacen los hombres. Por qué la muerte es reemplazada por un «la guerra se llevó»?

Experiencias

Juan Carlos Daluisio es ex-combatiente. Actualmente desarrolla su actividad profesional, pero el cúmulo de hechos que llevaron al desenlace conocido como Guerra de Malvinas lo posicionó en un lugar tristemente privilegiado.

Cuando abordó el buque ARA General Belgrano, Daluisio ni sospechaba que viviría el episodio más cruento de la guerra: el hundimiento del crucero fuera de la zona de combate.

Quienes también vivieron aquel episodio fueron otros dos hijos de Chacabuco, Rubén Darío Caticha y Roberto Luis Díaz, quienes trágicamente no sobrevivieron, y hoy permanecen junto a los otros fallecidos en la guerra de Malvinas en el recuerdo impostergable de los vecinos de la ciudad.

De modo que Daluisio tiene otro punto importante en su testimonio: ha vivido un hecho de dimensiones trágicas y además lo ha sobrevivió. Vaya privilegio que la guerra le otorgó a sólo un puñado de la tripulación del ARA Belgrano.

La experiencia de la guerra

En un entrevista que brindó a La Posta hace ya tiempo, Daluisio describió dos puntos que vienen al caso.

El primero de ellos es lo que en esa entrevista narró sobre cómo se topó con la experiencia de la guerra. Una vez conscripto, y abordo del Belgrano, participó de una expedición al Cabo de Hornos, en el límite sur con Chile, momento en que la Argentina vivía tensiones militares con el vecino país.

La primera conclusión es que la dictadura buscaba una hipótesis de conflicto. Allí hubo los primeros movimientos que Daluisio presenció. «Uno toma consciencia de lo que está haciendo y de cómo se manejan las Fuerzas Armadas», fue la conclusión entonces. La realidad había superado ampliamente lo imaginado.

El conflicto por las islas Daluisio, contó en 2016, lo precibió cuando «empezamos a ver» porque «íbamos observando esos movimientos» que se desplegaban tropas y había directrices propias de la guerra.

Dos días después se levantaron con la noticia «lo que menos pensamos es Malvinas». No hace falta agregar comentarios a las palabras de Daluisio.

La gloria, sólo para los muertos

Daluisio, que logró sobrevivir al hundimiento del ARA Belgrano, no pudo con su genio. Una vez arriba de la balsa, rescataba a sus compañeros que aún permanecían con vida. Algunos segundos totalmente sumergido en aquellas aguas gélidas bastaban para apagar la vida.

Sorpresivamente, tras rescatar a varios compañeros, Daluisio sintió que algo más frío que las aguas se apoyaba en su cabeza: era el cañón del arma que empuñaba un jefe bajo la orden de dejar de rescatar compañeros. La balsa tenía un límite de pasajeros. Respetarlo era salvar a quienes estaban arriba, y dejar morir a quienes pedían auxilio. «O juremos con gloria morir». Daluisio forcejeó, pero debió desistir.

Una vez en tierra, Daluisio junto a los sobrevivientes del hundimiento permanecieron en puerto. Algunos días después fueron devueltos a sus ciudades. Daluisio llegó en medio de la noche a Chacabuco. Nadie los esperaba.

Aquí la condición de aquellos conscriptos se asemejó a los detenidos de la dictadura. A total disposición de quienes parecían ser sus dueños: su familia «No sabía si yo estaba o no estaba».

De su llegada, Daluisio recordó «pasamos totalmente desapercibidos». ¿Y la gloria?

«Unos primeros, otros después»

La «experiencia» de la guerra no terminó allí. En el libro de Juan José Chazarreta, Operación Chacabuco, el testimonio de Daluisio cuenta cómo luego de unos días en Chacabuco fueron enviados nuevamente a terminar el Servicio Militar (¿?).

Nada más ni nada menos que a la ESMA. Allí, cuenta Daluisio en Operación Chacabuco «El primer día nos meten en un galpón, en el cual había camas pero no colchones. Nos mandan a un subsuelo a buscar colchones, que no tenía luz, no se veía nada. Cuando salimos con los colchones en las manos nos damos cuenta que estaban manchados de sangre. Nos negamos a usarlos y nos amotinamos, porque nos dimos cuenta de que ahí habían torturado gente. No queríamos usar esos colchones y nos reprime la policía militar».

No hay dudas que Malvinas, a 37 años  sigue dando puntos de reflexión. ¿Cómo debemos leer a Malvinas en el marco de la dictadura? ¿Y la guerra en el marco de la dictadura, qué decir? ¿Qué es la guerra? ¿Por qué morir en ella?

La experiencia de la guerra y la muerte han marcado a quienes sobrevivieron. como dice Daluisio: «Sigo siendo un soldado de Malvinas».