Para ejercitar la memoria: Juan José Chazarreta nos propone un artículo más de una serie dedicada a la historia reciente de Chacabuco durante los años del terrorismo de Estado.

Chazarreta actualmente está radicado en Santiago del Estero, es militante del MOCASE-VC (Movimiento Campesino de Santiago del Estero – Vía Campesina), y autor del libro Operación Chacabuco publicado en 2016 y hasta el momento el único que estudió lo sucedido en Chacabuco, desde las primeras manifestaciones del terrorismo de Estado y los años de la dictadura cívico militar junto a sus repercusiones en democracia.

La Posta agradece expresamente la colaboración desinteresada de Juan.

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«Miguel Máximo Gil, nuestra propia historia»

Por Juan José Chazarreta

Es la noche del 27 de abril de 1975… un auto se detiene en la puerta de la casa del presidente del Concejo Deliberante, Miguel Máximo Gil. Una persona se baja del vehículo y lo llama. Gil desconfía y no sale. Le fuerzan la puerta y lo secuestran. Vecinos, amigos y compañeros lo buscan desesperadamente. Nadie sabe su paradero, por varias horas está desaparecido. Al amanecer del día siguiente un viajante que viene por la Ruta 7 identifica el cuerpo de Gil con disparos de balas de plomo en todo su cuerpo.

Algunos dicen, un crimen doméstico, otros dicen que unos locos vinieron de Buenos Aires y lo mataron porque Gil «era bueno». Nada de eso. La explicación es política, está metida en nuestra memoria histórica. Si bien después del 24 de marzo de 1976, el terror de estado cobra enormes dimensiones en término de cantidad de víctimas; las primeras manifestaciones de su puesta en práctica golpean la puerta de la historia de Chacabuco con este suceso.

[Más sobre máximo Gil: «Consejos»: Una poesía inédita de Miguel Máximo Gil // ¿Por qué matar a Miguel Máximo Gil? | A 44 años del asesinato]

Los grupos armados de la extrema derecha peronista, como la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) y la CNU (Concentración Nacionalista Universitaria) matan a mansalva a dirigentes políticos identificados con ideas de izquierda por todo el país. Estas agrupaciones dependen del gobierno nacional y provincial ya colmados por los sectores más conservadores y ortodoxos del peronismo. Ser de la izquierda peronista, abrazar la idea de que el peronismo llevaría la Patria al socialismo podía costarte la vida.

Chacabuco también está gobernada por la derecha peronista para 1975. En muchísimas intendencias y gobernaciones, la derecha fuerza la destitución de quien había sido elegido por el pueblo para poder gobernar. Luis Sffaeir y su esposa Nin Sarachaga son los referentes locales de la derecha peronista, quienes ya se habían desecho del gobierno elegido por el pueblo y puesto su propio gabinete en la intendencia de Chacabuco. Granados, elegido en la histórica contienda electoral del 11 de marzo de 1973 había sido destituido y reemplazado por Lanzavecchia y demás dirigentes peronistas cercanos a Sffaeir. Solo quedaba Miguel Gil refugiado en el Concejo Deliberante dándole batalla a las artimañas del «Turco» y su gente.

«Gil traidor, Gil comunista» se ve pintado en las calles de Chacabuco. Gil quiere transformar la municipalidad en un aguantadero de «zurdos». Denunciado el sujeto, se pone en marcha el crimen.

Desde Lomas de Zamora llega la patota de la CNU que asesina a Miguel Gil, contratada por el mismo Sffaeir. Está comandada por Juan Domingo López y seguida por Mao, Trerotola e Ibañez. Desde la Municipalidad de Chacabuco, Catacata en Obras Públicas le cede las credenciales a los matones y Pedro Márquez le presta el Corralón como base operativa. Ese 27 de abril el comisario Maturano se va de la comisaría y deja zona liberada. El doctor Errico falsificó la primera autopsia para desviar la investigación judicial. El cuerpo de Gil es velado con los plomos en su cuerpo. Una serie de complicidades de nuestra propia gente de Chacabuco que no termina. El Terror de Estado se impone: quienes gobiernan disponen que la municipalidad adopte prácticas de un estado terrorista.

Algunos interesados deciden ocultar ciertos sucesos locales que incomodan, dando ejemplos que no sucedieron aquí, como el de López Rega, que no fue pariente de nadie en la ciudad. Pero ¿qué pasa cuando aparecen los nombres de los protagonistas locales que en este caso perpetraron un crimen? Dejar de lado los criminales locales es más difícil aun, se recuerda un hecho sucedido en el mismo Chacabuco. Esta vez sí esquivarle el bulto a nuestra propia historia, para aquellos que proponen la amnesia colectiva, será imposible.

El Día del Concejal es rememorar a este gran hombre, a este inmigrante obrero, sindicalista, artista y peronista, venido con el tiempo, en su última función pública, la de presidir el Concejo Deliberante.