En los últimos días, el gobierno municipal anunció la puesta en marcha del programa «Esfuerzos Compartidos«, que había sido aprobado en el Concejo Deliberante a fines de 2018. Ahora, en conferencia de prensa, se brindaron los detalles de este polémico proyecto.

Según se explicó, el programa tiene que ver con que, a partir de un «esfuerzo» económico de los vecinos, se llevarán a cabo obras de infraestructura de distintos tipos: obras de alumbrado público, cloacas, agua, pavimentación y cordón cuneta, entre otras.

El secretario de Obras Públicas, Osmar Echevarría, aseguró que «esto permite que con una adhesión del 70% de los beneficiarios de la obra, se puedan llevar a cabo distintos tipos de obras. Para ello hay un formulario que tienen que llenar los vecinos y reclamar o pedir al municipio en obras públicas el tipo de obra que pretenden realizar. Son obras que se realizan en adhesión, y debe ser de un mínimo de 70%. Se mide sobre las bases de metros lineales de frente que tiene cada propietario».

Y luego explicó: «Lo aclaro porque nos podemos encontrar con calles en las cuales de un lado hay un solo vecino, un solo titular y a lo mejor del otro lado hay varios lotes, entonces para hacer algo en esa calle, si tenemos la firma de todos los vecinos de un lado, tenemos el 50%, si no firma el que tiene un solo lote no llegamos al porcentaje». Luego, se contó que el programa se basa en que los vecinos paguen en conjunto la mitad del total de la obra, mientras que el resto se hará cargo el Municipio.

«Una vez que tenemos esto hacemos el cálculo que le corresponde pagar a cada vecino y lo pasamos a la Secretaría de Hacienda para que formalice los planes de pago con cada vecino y se llegue a la chequera de pago que se emite desde el área de recaudación», siguió explicando Echevarría. «Los planes de pago van desde contado hasta un determinado número de cuotas que está establecido por el tipo de obra que es y el monto a pagar, no es lo mismo pagar una obra de pavimentación que una de alumbrado público«, continuó.

Por otro lado, el vecino debe saber que con organizarse y aprobarse el trámite de la obra no basta para comenzar. Recién luego de un determinado «aporte» de los vecinos, la obra daría inicio. «No es que se formalizan los planes de pago y la obra inicia de forma inmediata, hay un monto determinado por parte de los vecinos que debe acreditarse para que se transforme en obligatorio y rápido el inicio de la obra«, dijo Echevarría.

Ahora, la polémica se expresa con la concepción del Estado que se mantiene desde el Municipio y el pedido a los vecinos, ciudadanos. Lo que tenemos aquí son vecinos pagando doblemente lo mismo. Lo que ellos pagan con impuestos y tasas, se les quiere cobrar nuevamente.

El Estado, se supone, debe garantizar el bienestar y mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos, y no ponerse en el rol del mero administrador. El Estado no sólo debe administrar, sino también realizar y garantizar mejoras en sus condiciones. No es una empresa privada que administra, no es un mero mediador.

Se supone que la planificación del Estado debe contemplar que si una calle no tiene iluminación, debe tenerla; si un barrio no tiene agua potable o cloacas, debe tenerlo; si no tiene asfalto, deberá construírse. Más tarde o más temprano, eso debe hacerse. Por lo cual, el vecino estaría pagando algo que el Estado debe hacerse cargo.

El Estado no es lo mismo que un ciudadano de pie. El Estado no tiene las mismas responsabilidades que un ciudadano, y los esfuerzos no pueden ser «fifty-fifty». Tal vez, con el correr del tiempo, el proyecto vaya limando sus detalles, o cambiando programáticamente sus ejes, para lograr, por ejemplo, establecer un sistema de devolución de lo invertido por los vecinos.

A priori, y antes de su efectivización, el ruido es estruendoso por la idea con la que se piensa la relación de los ciudadanos con el Estado municipal. En la idea de «esfuerzo compartido» se esconde una trampa: el ciudadano, que ya financia el Estado, porque él mismo es parte y controlador del Estado que un gobierno que él mismo eligió lo administre. Pedirle un esfuerzo compartido a quien ya realiza el esfuerzo diariamente es poco cortés, es pensar los servicios públicos y la obra pública como una contraprestación.

Primero se dijo que el pago de tasas era una condición para que Chacabuco tenga obras públicas, ahora ha nacido una nueva propuesta: tras la idea de «esfuerzo compartido» el Estado no realiza nada, sólo administra y controla la realización de una obra que los vecinos pagarán enteramente: la parte del Estado a través de sus impuestos y la parte «privada» (el esfuerzo compartido) a través de planes de pagos, chequeras y cuotas.

Parece que la necesidad de repensar al Estado es todo un desafío que deberá alcanzar también al Estado Municipal.