Ayer Cristina Fernández se presentó a declarar en una de las más emblemáticas causas de la historia argentina: la que inculpa a la expresidenta por un presunto direccionamiento de la obra pública en la Provincia de Santa Cruz.

Ya escribimos una amplia nota donde se cuenta porqué la causa es de las más endebles que se recuerden, y sin embargo, la que más lejos ha llegado. Podría decirse que la causa casi no tiene pruebas del delito, sino que se basa en hechos no delictivos ocurridos y otros presuntos para determinar que Cristina Kirchner comandó una asociación ilícita que heredó de su marido, Néstor Kirchner.

Esta es una de las pocas causas que quedan en pie de las que juzgan a Cristina Kirchner. El resto, una a una, han ido cayendo principalmente porque el gobierno va perdiendo capacidad de presión en los jueces y éstos no se arriesgan a ir más allá.

Pero mientras tanto, ayer, CFK realizó su alegato final en el marco de la causa. Allí dijo varias cosas que merecen ser repasadas desde el punto de vista jurídico, si es que algo así todavía existe en este país.

Lawfare y desprestigio

Cristina gusta de llamar «lawfare» al sistema organizado entre los medios de comunicación y la política con el fin de desprestigiar a ciertos políticos, crear información falsa que se presenta como verdadera, y así vencer resistencias a futuras medidas de gobierno.

Este caso es obviamente un gran ejemplo de lawfare, y ayer Cristina dejó en claro cómo se operó esa causa entre medios de comunicación y políticos para destruir la imagen pública de la expresidenta. No alcanzó, según parece. Cristina ganó las elecciones, será vicepresidenta de la Nación en 7 días.

¿Grieta?

Los minutos finales de CFK no tienen desperdicio para quien anda buscando comprender la política argentina. Los dedicó a hablar de la «grieta».

Así, la expresidenta enfocó el tema de otra perspectiva: la grieta es una construcción ideológica que se presenta como una forma de separar a quienes piensan de una manera de quienes piensan de otra. Pero en realidad termina por generar adhesión política a formas anticonstitucionales y violentas con las que se maneja el poder judicial, legislativo o ejecutivo.

«¿No entienden que no es la grieta? ¿No entienden que son los intereses de millones de argentinos trabajadores que perdieron el trabajo, empresarios que perdieron sus empresas, gente que duerme en la calle? ¡Que grieta!», lanzó CFK en los minutos finales.

«Son minorías, que (se) empoderan en base a esto que hemos descrito y errores que cometimos«, explicó sobre quienes están detrás del proceso que se lleva adelante sin ninguna de las garantías que otorga la ley.

«Había que condenar a un gobierno, el de Néstor Kirchner, el que desendeudó al país el que pagó al Fondo Monetario. Había que traer de vuelta al FMI y para traerlo de vuelta había que convencer que el que pagó, el que desendeudó era un chorro y que vino a la presidencia solamente a robar y saquear al país», dijo la vicepresidenta electa en referencia a que la acusación se basa en que su esposo habría liderado una banda de ladrones estatales que luego heredó CFK.

«Eso es lo que hicieron y por eso estoy sentada acá. No estoy sentada por otra cosa, no soy amiga de Lázaro Báez, nunca fui amiga. Pero tampoco voy a tolerar que porque digan que alguien es amigo de alguien hay que condenarlo. Eso pasaba en la dictadura, cuando te encontraban en una agenda porque era amigo», recordó la expresidenta el principio de inocencia del derech, pero que el tribunal que la juzga asoció la figura de «amigo» a la de «cómplice». No corresponde.

«Estoy segura que este tribunal que es un Tribunal del lawfare ya tiene la condena escrita. No me interesa, he elegido la historia antes que ellos me declaren absuelta. A mí ya me absolvió la historia, y a ustedes los va a condenar la historia», cerró.

Acto seguido la vicepresidenta electa recogió el material con el que realizó su defensa por casi cuatro horas. Al volver a su lugar y salir del estrado le consultaron si respondería preguntas de las partes. Cristina respondió: «¿Preguntas? Preguntas tienen que contestar ustedes, no yo».