Diversos países han puesto en duda esta semana la seguridad de la vacuna AstraZeneca, elaborada en Oxford. Se trata de las autoridades sanitarias españolas, alemanas, italianas, francesas y portuguesas que han declarado la suspensión preventiva debido a supuestos reportes de coágulos en personas inoculadas con esa vacuna.

Mientras la OMS recomendó seguir la vacunación mientras se estudian los casos, por su parte, AstraZeneca comunicó el domingo pasado que no encontró pruebas de que su vacuna contra el coronavirus provoque un aumento del riesgo de la aparición de coágulos de sangre.

La empresa aseguró que llevó a cabo «una cuidadosa revisión» de todos los datos disponibles de más de 17 millones pacientes inoculados con su fármaco en la Unión Europea y el Reino Unido. Según subrayó la compañía, los resultados «no mostraron evidencia de un mayor riesgo de embolia pulmonar, trombosis venosa profunda o trombocitopenia, en ningún grupo de edad definido, género, lote o en ningún país en particular».

Algunos expertos señalan que debido a que las campañas de vacunación se están realizando primero para los individuos más vulnerables, es muy probable que esas personas ya estén sufriendo de dolencias previas, y por lo tanto es difícil comprobar que la vacuna es la responsable de algo que ocurre después.

La portavoz de la Organización Mundial de la Salud, Margaret Harris, indicó la semana pasada que no hay razón para dejar de usar la vacuna contra el covid-19 de AstraZeneca.

Aun así los países aguardan a que la Agencia Europea de los Medicamentos (AEM) emita sus conclusiones el jueves. Aunque se rumorea fuertemente que también coincide con la OMS en que la vacuna desarrollada en Reino Unido debería seguir usándose.

Basado en el estimado que 17 millones de personas en Reino Unido y la Unión Europea recibieron ya una dosis de la vacuna y se reportaron menos de 40 casos de coágulos hasta la pasada semana, según los datos oficiales.

Fuente: InfoGEI