El jefe de la Distrital de Lomas de Zamora Norte, comisario inspector Damián Lozano, tardó unos minutos en salir, cuando Asuntos Internos tocó timbre en su casa. Le daba vergüenza salir esposado de su casa. No sabía exactamente porque lo buscaban, si por brindarle protección a un prostíbulo, extorsionar a comerciantes o cobrarles a los “trapitos” en la cancha de Racing.
Intentó negociar una entrega pero fracasó: ahora está preso acusado de integrar una red de corrupción.
La investigación, que lleva adelante el juez federal Federico Villena tiene además a otros dos policías y ocho civiles detenidos. Los agentes son el capitán Roberto Frías, de la comisaría 7° de Lomas de Zamora, y Raúl Hernández, jefe de una de las brigadas de la Delegación de Drogas Ilícitas de Quilmes. Están sospechados de recaudar para Lozano.
La causa comenzó en octubre de 2015 a partir de una denuncia anónima por el funcionamiento de un prostíbulo en Cosquín al 2600, a tres cuadras del Puente La Noria. Durante la investigación, se descubrió que en el lugar le pagaban a la Policía a cambio de protección, que incluía también el monopolio del negocio en la zona. Les aseguraban no tener competencia, dijo una fuente del caso a Clarín.
Por todos estos servicios, “Lula”, la dueña, desembolsaba unos 25 mil pesos a la semana. La mujer ahora está detenida junto con la encargada del lugar y la de una parrilla, ubicada al lado del prostíbulo. Al parecer, abajo estaban las mesas para comer y, arriba, las camas. Uno de los civiles detenidos es un inspector municipal, identificado como Sebastián Andrés Marasco. Está sospechado de cobrarle al prostíbulo a cambio de avisarle cuándo iba a haber una inspección y de darle recomendaciones sobre cómo actuar.
Pero la Policía no solo recaudaba por el prostíbulo. Las escuchas telefónicas ordenadas por el juez Villena revelaron que Frías también les pedía plata a los comerciantes a cambio de seguridad.
El de los trapitos era otro de los rubros por el que entraba dinero al jefe distrital. “Hernández, junto a un civil, eran los encargados de cobrarles a los trapitos cuando jugaban Racing e Independiente”, dijo una fuente con acceso al expediente.
La red de recaudación no tenía límites. “Marcaban casas para robar y les cobraban a los ladrones para protegerlos”, contó un vocero.
En total, los investigadores calculan que Lozano y sus cómplices recaudaban cerca de 1 millón de pesos al mes. “Esto no va a terminar acá”, aseguró un investigador. Apuntan a que pueden llegar a caer jefes de mayor rango.