Ignacio Naya es psicólogo. Se recibió en la Universidad Nacional de Rosario en 2017, vive en Chacabuco y dedica parte de su tiempo a su consultorio atendiendo a pacientes de todas las edades y otra parte en el Hogar San José, una institución que alberga a adultos de la tercera edad.

Allí Naya logró hacer una experiencia con ese grupo, «yo no tenía mucho conocimiento sobre el campo de la vejez. Se me presentó contigentemente la oportunidad y la tomé. A partir de ese momento empecé a estudiar un poco el tema porque no traía muchas cosas yo, era bastante nuevo para mí».

Al principio su trabajo en el Hogar fue ad honorem, desde entonces transcurrieron dos años de compromiso que le ha permitido ir interiorizándose para trabajar no solo con los residentes sino también con el personal.

En esta entrevista que le realizamos hablamos de su trabajo con los viejos (como él les llama)y sobre la institucionalización que considera «no es sin consecuencias para él, tampoco para la familia«.

Asimismo propone diferenciar a la soledad de ser aislado, y considera que en la actual situación de pandemia para los residentes con los que tiene contacto les está siendo difícil mantener cierta estabilidad emocional.

Desde La Posta le consultamos sobre su trabajo, el acompañamiento a la tercera edad en el contexto actual. La importancia en esa etapa de la vida de mantener contacto y cómo afectó el aislamiento social.

¿Cómo es tu trabajo, desde la psicología, con los adultos mayores?

-Mi trabajo con adultos mayores es estrictamente institucional, he tenido pacientes mayores en mi consultorio, pero el grueso de mi trabajo con ellos lo realizo en residencias. En este sentido yo pienso que la institucionalización de un viejo no es sin consecuencias para él, tampoco para la familia. Muchas veces esas consecuencias son positivas, ya que el nuevo residente encuentra un lugar donde ya no está más solo, se siente seguro, cuidado y acompañado. Pero muchas otras veces la institucionalización puede tener efectos devastadores para la subjetividad del adulto mayor y acá me parece que mi práctica puede ser una ayuda para paliar el malestar que puede derivar de esta situación. Hay que tener en consideración que el adulto mayor ha sido separado de su casa, de sus cosas, de sus vecinos, de sus tiempos y rutinas, y es ingresado a un lugar que no conoce muy bien, con gente nueva, donde va a tener que respetar otros tiempos y otros horarios. Supone un cambio rotundo en el modo de vida que llevaba hasta el momento. Entonces se impone la necesidad de elaborar estrategias que de ningún modo pueden ser del tipo receta, ya que cuando se trata de personas hay algo de incalculable en la respuesta que pueden llegar a dar respecto a lo que se le propone. Entonces, se trabaja con miras hacia la adaptación pero que no es mera sumisión a lo impuesto, porque no solo apuntamos a que se adapte el viejo a la institución, sino también a la inversa, poder acomodar, en la medida de lo posible la institución a los requerimientos del nuevo residente. Lo fundamental para esto es escuchar, no presuponer. En eso la práctica del psicoanálisis es pionera.
Pero también me gustaría resaltar que la cuestión de los adultos mayores institucionalizados es muy compleja, por ende requiere trabajar en forma interdisciplinaria, o sea con varios profesionales de distintas ramas, esto no es para nada fácil, ya que cada uno habla su lengua, pero por suerte me ha tocado trabajar junto a un grupo excelente de profesionales con los que se puede dialogar, pensar y repensar todas estas cuestiones.

¿Qué es acompañar la tercera edad y aún más en este contexto de pandemia?

-Diría que el acompañamiento es casi un arte porque no es una práctica del orden de la técnica, de una receta a llevar a cabo, como dije antes no se debe presuponer porque las suposiciones se basan en prejuicios, lo principal es abrir un espacio para que pueda surgir algo de lo propio y que no quede ahogado en la apurada dinámica cotidiana de las instituciones. También me parece atinado aclarar que ofrecer una presencia que brinde un acompañamiento efectivo no solo es posible para los profesionales de la salud mental, cualquier persona sensible al detalle del otro va a estar cumpliendo esta función quizás sin saberlo.  En este punto quisiera subrayar la tarea de talleristas y asistentes, quienes son los que pasan más tiempo con los residentes y por ende son quienes pueden hacer una verdadera diferencia.

Como te decía, acompañar los primeros tiempos de la institucionalización me parece vital en todos los sentidos de la palabra. Es un momento de cambio donde la vida puede conmoverse. La vida no es algo que va de suyo,  la vida pesa, la vida es algo que hay que soportar, pero no desde una posición de sumisión o resignación, sino todo lo contrario; a la vida hay que darle un soporte, un armado, una trama configurada desde las coordenadas del deseo y del placer para ese sujeto. Esto resulta vivificante, nos ata a la vida y la hace más soportable, de lo contrario es mera supervivencia. En mi opinión acompañar a un sujeto es poder ayudarlo a construir y sostener este armado que no es de una vez y para siempre.  Por ello otro concepto que me sirve para ubicar mi posición en una institución es el de «disponibilidad», adoptar una postura tal que permita un estado de apertura, de receptividad a lo que allí surja para alojarlo y hacer algo con eso.

Hay adultos mayores que se encuentran solos en sus hogares u otros que están en cuidados de hogares geriátricos lejos de su familia ¿Qué importancia tiene seguir manteniendo contacto con ellos? ¿Cómo?

-La cuestión de la soledad en la vejez es un tema importante para considerar. En principio habría que diferenciar aislamiento de soledad, porque uno puede sentirse solo aun estando conviviendo con la familia, quiero decir que uno puede ser aislado aunque este sentado en la misma mesa que su familia, por ejemplo no hablándole de ciertos temas porque se cree que no van a comprender, infantilizándolos o lisa y llanamente ignorándolos, no teniendo en cuenta su opinión. Entonces lo importante es la calidad del contacto no tanto el medio por el cual este se establece.

En estos días difíciles para todos en cuanto a establecer vínculos y relaciones sociales ¿Cómo crees que afectó el aislamiento social y obligatorio en la tercera edad?

-Yo no podría opinar respecto a cómo les afecto el aislamiento a todos los sujetos que se incluyen bajo la llamada tercera edad porque todas las generalizaciones son en algún punto abusivas. Pero sí podría dar mi lectura de la situación actual de las instituciones a las que concurro y los residentes con los que frecuento. Y podría decir que en este punto del aislamiento se está haciendo muy difícil para muchos de ellos en el sentido de mantener cierta estabilidad emocional, los afectos depresivos están a la orden del día, tales como la tristeza, la acidia, el hastío, el malhumor. Pero también hay que señalar que muchos otros comprenden perfectamente la situación y ponen todo su empeño en no quedar presos de estos afectos.

Ignacio Naya / Psicólogo / M.P. 10.765 / Tel: 2364-410351