Hace 20 años que en Chacabuco existen y se reciben psicólogos y psicólogas sociales. Cumplen un rol fundamental en la atención de problemas grupales y sociales, pero sin embargo no son reconocidas desde el Estado que recurre a otros profesionales ignorando su especialidad.

Este tema se reflota con la alarma que se encendió en el Estado municipal cuando se registraron una serie de suicidios de varones jóvenes en nuestra ciudad. Para contener la problemática se apeló a la atención psicológica y a la contención de algunos referentes comunitarios.

Para conocer la mirada de la psicología social sobre lo que sucede en nuestra sociedad entrevistamos a Fabiana Cano, quien nos aporta una mirada distinta, sensiblemente diferente a la que estamos acostumbrado.

Cano propone, a través de un repaso de su experiencia, invertir algunas preguntas que nos hacemos. «Nos tenemos que preguntar los adultos qué pasa que no estamos escuchando lo que les está pasando», explica.

También cuestiona si existen espacios para los adolescentes promovidos desde el Estado, y propone hacernos cargo los adultos de lo que nos pasa como sociedad: «Tenemos que mirarlos, y somos nosotros los adultos, desde todos los lugares«.

-¿Cuál es el rol del psicólogo/a social?

-En Chacabuco van a hacer veinte años que estamos recibidos varios psicólogos sociales. Te cuento algo que tiene que ver con cómo surge la Escuela de Psicología Social acá en Chacabuco. Hace veinte años, estamos hablando más o menos del 2001 que fue cuando iniciamos, generó la necesidad de estudiar Psicología Social el hecho de que justamente habían aparecido muchos casos de suicidios adolescentes y allí fue donde esa necesidad digamos se vio así como con una urgencia y aparece la escuela de Psicología Social donde yo me recibí, nos recibimos dos o tres grupos de psicólogos sociales, pero lamentablemente no pudimos encajar digamos dentro de lo que es la salud y la salud mental. Eso por un lado.

A partir de la creación de esta escuela, ya te digo, tuvimos maestros como Alfredo Grande, Vicente Zito Lema. Alfredo Moffatt, por supuesto fue el primero de todos los profesores. La escuela en ese momento se llamaba Instituto de Estudios Humanos y Sociales, algo así, estaba en ese momento Graciela Olivera a cargo y hoy día tengo entendido que continúa digamos tomando esta temática la escuela.

Estaba recordando que hace veinte años comenzó la Escuela de Psicología Social acá, justamente por un brote de suicidios adolescentes que fueron el emergente en ese momento y creo que lo es ahora también, porque cuando suceden estas situaciones uno tiene que tomarlo como un analizador, ¿no? Y un poco lo que hablábamos, no tanto ir a las causas, el por qué, sino qué nos está pasando como sociedad que no podemos dar respuesta a adolescentes que claramente están con un dolor muy intenso para llegar a tomar una decisión tan drástica. Con respecto a los psicólogos sociales, como profesionales estamos preparados para tomar situaciones en el momento mismo que están sucediendo pero también trabajar en la prevención, por sobre todas las cosas y la promoción. Tenemos la carrera hecha en función de trabajo, dinámicas de grupo que es el principio privilegiado para poder detectar cualquier tipo de situación que tenga que ver, básicamente un dolor.

El trabajo de los grupos lo que tiene de maravilloso, el rol que cumple un psicólogo social dentro de un grupo es justamente estar preparado para detectar así como un antropólogo detecta en qué lugar cavar, un psicólogo social sabe en qué lugar justamente por el laburo que hace dentro de un grupo familiar o un grupo etario determinado, adolescentes en una escuela, en un barrio, logra determinar qué es la problemática que presenta ese grupo pero si hay situaciones individuales, tiene los elementos y las herramientas necesarias para poder lograr la apertura en el trabajo de grupo. Esto lo puse en práctica en dos oportunidades: una el trabajo con chicos en situación de vulnerabilidad o situación de calle en La Plata durante seis años en lo que se llamó la Asamblea Permanente por los Derechos de la Niñez que trabajábamos muy en contacto con el movimiento Chicos de Pueblo de Alberto Morlachetti, este movimiento que algutina alrededor de 300 o más organizaciones sociales que trabajan toda la problemática que tiene que ver con la pobreza y casualmente una de las consignas es «hambre es un crimen» y «ni un pibe menos«, en el sentido de no perder vidas de niños, niñas y adolescentes por situaciones de pobreza, de no alcanzar a sistemas de salud, de educación, si no también «gatillo fácil» y varias otras causas. Ellos hacen una marcha todos los años, donde convergen muchísimas organizaciones sociales pero básicamente son niños.

Nosotros empezamos a armar lo que fue la asamblea permanente por los derechos de la niñez, y la olla por los pibes en La Plata a partir de una situación concreta que fue la represión por parte de la Policía en aquel momento, año 2008, de la Policía sobre niños, estamos hablando en ese momento de un grupo de chicos, de pibes que habitaban la plaza San Martín de La Plata, fueron golpeados, puestos en celdas con gente mayor y a la que la policía hostigaba constantemente. Lo que yo te puedo rescatar de esa situación, lo pensaba hace unos días teniendo en cuenta estas tremendas muertes que han sucedido acá en el pueblo, yo pensaba en los años de trabajo con los chicos, veíamos situaciones de tremendo dolor, te hacía muy mal al alma escuchar los relatos de las vidas de esas criaturas que en algunos casos eran muy chiquitos, seis, cinco años, en situación de calle, durmiendo en el Teatro Argentino, en los cajeros, algo que nosotros no vivimos acá en los pueblos todavía, por suerte, pero esto pasaba en La Plata. Nunca ví que con los chicos que atendíamos nos haya tocado trabajar temáticas de suicidio. Reforzábamos por todos los lugares, digamos situaciones de juegos, talleres donde se podían poner en palabras situaciones muy dolorosas que vivían de abusos, de castigos, de irse de la casa de muy chiquitos por situaciones de violencia, persecución de las instituciones policiales, en fin, mucha cosa, mucho, pero nunca tuvimos que trabajar con situaciones de pibes, nunca trabajamos o tuvimos casos de pibes. ¿Por qué? Porque como dice Alfredo Grande o Vicente Zito Lema, el pibe que está en situación de calle arma una familia, arma un grupo, una ranchada, está en grupo y al estar en grupo pone en palabras con otros lo que le pasa. No está solo, entonces ese chico o esa chica siempre va a estar digamos con algún otro par, inclusive chicos de edades de 14, 15 años haciéndose cargo de pibes más chiquitos, cuidándolos. La calle tiene sus códigos, sus situaciones de peligro y nunca vivimos situaciones de tomar la decisión drástica de suicidarse o de elegir terminar con la vida, y había muchísimas cuestiones que se cruzaban, por ejemplo la adicción, la violencia y yo decía: el que no está solo, el que tiene un otro donde mirarse, un otro donde espejar digamos, así sea una palabra, un acompañamiento a la noche, ‘fumarse el porro’ como hacían en esa época y seguirán haciéndolo ahora, era como un rito.

Nosotros íbamos a la mañana llevándoles un café con leche, que nos pedían que le pusiéramos zucoa, nunca entendíamos por qué era eso, y es que a la mañana necesitaban tener algo muy dulce en su organismo, entonces nos pedían que al café con leche le agregáramos chocolate, y era en el único momento donde podíamos hablar con ellos porque después empezaba la movida de andar en la calle, por ahí robar algo o hacer alguna changa para poder comer y juntarse en la ranchada, y era en el único momento donde todavía estaban lúcidos, ya a partir de que empezaban la vida, la rutina entraba también la droga a través de distintas formas, desde un porro hasta ir a la estación de servicio y que le vendieran una botellita de medio litro de nafta para jalar, aún así no recuerdo que los chicos tuvieran decisiones de terminar con sus vidas, tiraban para adelante en un contexto bastante difícil, y no es romantizarlo esto, simplemente era la realidad, se sentían acompañados, estaban entre ellos digamos, estaban en un grupo, cuidándose unos con otros. Eso recuerdo de esa experiencia. 

Después otra experiencia que me tocó cercana de otro trabajo con chicos fueron los cuatro años de trabajo como psicóloga social en los talleres de la escuela Manuel Belgrano, que surgen también a partir de unas problemáticas de violencia donde la directora en ese momento Ruth Williams me convoca para que presente algún tipo de proyecto porque estaban sucediendo situaciones de violencia constante, no solo dentro sino fuera por la cercanía con otros colegios. Ahí comencé un trabajo con los primeros años, ya en cuarto hay lo que llamamos un ‘grupo hecho’ digamos, ya un grupo que tiene sus códigos, ya está armado como grupo inclusive con sus pequeños subgrupos o alianzas, entonces de tal manera vos vas a encontrar en cuarto año el grupo de tales chicas y tales pibes, los que son repitentes por ahí que vienen aguantándose en el grupo desde primer año porque saben que son los más grandes, y ahí de distintas edades y géneros, entonces ya están como mejor armados, pero primero segundo y tercero es la etapa donde están sueltos, buscándose, viendo con quién. Aparecía mucho en esos momentos el bullying por distintos tipos de segregación, ya sea por barrio, situación económica, nacionalidades, por ahí había en el curso chicos paraguayos, bolivianos y eso marcaba distintas situaciones de encontronazos, por culturas diferentes.

Había uno o dos casos con problemáticas concretas en cuanto a condiciones, puedo decirte trastorno espectro autista, o de déficit de atención que también generaban en el resto ciertas molestias y situaciones de tensión por las formas de comunicarse, porque tanto en una condición como en la otra hay distintas maneras de comunicarse y de aislarse, entonces la etapa esta de los primeros años, como todavía no estas armado como grupo, te estás conociendo, son muy pocos los pibes que vienen juntos de otro colegio o de la primaria, es como que recién ahí el grupo empieza a formarse, por eso es notorio cómo en tercer y cuarto año ya están en otra etapa, ya ves situaciones no sé si de amistad, pero de vínculo un poco más sano. Primero, segundo y tercero son años donde afloran las emociones mas fuertes y que tiene que ver para mí por lo que pude sacar de esos años de trabajo. Es la soledad, los pibes están muy solos, por situaciones que tienen que ver con el país en el que vivimos, por el laburo, padres que laburan muchas horas… Recuerdo haber tomado nota sobre situaciones concretas que eran muchas mamás que trabajan en el Hospital cuidando internados o muchas mamas solas en el sentido de que no tenían una pareja, lo cual a mi manera de ver no es ninguna problemática, pero te quiero decir, una mamá que tiene que hacer tareas en la casa, y que tiene que atender un kiosco, o que limpia casas, entonces a lo mejor ese chico se levantaba, nunca temprano, ese era un dato: en 4 años, los chicos se acostaban muy tarde con el celular, madrugada ya casi amaneciendo, 5, 6, 7 de la mañana y a las 11 y media, 12 menos cuarto tenían que salir para la escuela. Era una característica que el colegio es céntrico porque está frente a la plaza pero los pibes son de la zona periférica, entonces venían de barrios lejos, había pocos casos que estaban cercanos a la escuela, entonces eran 15 o 20 cuadras, algunos caminando, otros en bici, el que tenía posibilidades lo traían en auto, en alguna moto, pero eso hacía que llegaran muy cansados, mal comidos, porque no desayunaban y la particularidad era de acuerdo a lo que ellos comentaban cómo estaban formadas sus situaciones familiares, o estaban con familias ensambladas y dependía ese día si estaba en la casa de un papá o de la mamá, dependía de la situación, fluctuaba, estoy en lo de mi vieja con tantos hermanos, este día por ahí preparó alguna comida, llegaba comido el chico. La mayor parte de las veces llegaban a la escuela sin mucha comida, lo recuerdo porque a la hora del primer recreo comían bolsitas de rueditas que no eran alimentos y un detalle del salón era la cantidad de bolsitas porque era el alimento del mediodía.

-¿Qué temáticas se trabajan y cómo se abordan desde la Psicología Social?

-En aquel momento yo armé un proyecto desde la Psicología Social y la educación popular. Yo tomé a los adultos de la escuela, en este caso mayormente los preceptores y algunos profesores, es decir, el taller estaba abierto a los profesores que estaban en esa hora que yo entraba a hacer mi aporte, así fuera el profesor de matemática, de lengua, de lo que fuera, estaba invitado, pero más importante aún era que estuvieran los miembros del equipo de orientación escolar, por suerte pude trabajar con gente muy valiosa, como trabajadoras sociales y preceptoras, que de muy buena gana formaron parte del grupo que trabajábamos con los chicos. 

Yo lo encaraba en principio siempre teniendo en cuenta, como una especie de ley del rol del psicólogo social es tomar la necesidad grupal, no es ni lo que yo quiero, lo que a mí me parece, si no lo que los pibes necesitan, entonces había rondas de presentación, de entrar en confianza, de contarnos, de decirnos quiénes éramos, a qué venían, y una vez que se rompía un poco esa idea del adulto que me viene a molestar a ver «qué es lo que quieren conmigo», una vez que entrábamos en un ida y vuelta interesante, ellos mismos planteaban qué temas querían trabajar, y los temas eran muy variados, pero a lo largo de los cuatro años tuvieron que ver siempre con situaciones relacionadas con la violencia por sobre todas las cosas, no nombraban el bullying, pero laburamos eso. Mucho lo que tenía que ver con violencia y con violencia de género y por sobre todas las cosas sexualidad. Fue del 2014 al 2017 mas o menos, me di cuenta de la gran necesidad de la ESI en las escuelas porque surgían problemáticas que tenían que ver no solamente con saber como cuidarse en una relación sexual, sino mucha situación de desamparo digamos, tanto en varones como en mujeres y en otras personas que tal vez estaban buscando autopercibirse y no encontraban dónde canalizar sus dudas, preguntas, entonces ellos mediante talleres, juegos, dispositivos que tenían que ver con trabajar esas necesidades veíamos de qué manera, nos ingeniábamos entre todos para darle un rumbo a ese taller. Yo siempre decía que el taller era de ellos, esas horas que eran dos horas, eran de ellos, ellos disponían de esas horas, no era yo quien iba a ir a decirles «bueno hoy vamos a hablar de tal cosa», no, buscábamos con quien, por ejemplo traer a una persona que hablara sobre adicciones, que era otro tema que les interesaba mucho, pedían hablar sobre adicciones, sexualidad, sexuación, una vez tuvimos un taller muy interesante con un psicólogo de Chacabuco, Dortoni el apellido, que fue maravilloso porque ellos decían que querían varias veces charlar con él porque habían sacado dudas con respecto a en qué momento uno siente o se autopercibe varón o mujer, en qué momento de su edad, en la niñez. En esos tiempos había salido el libro de la historia de Luana, «yo nena, yo princesa», y entonces ellos había temas puntuales que querían tocar, y luego, mucha problemática de las familias. Muchas veces me llamaban para contarme algo aparte, situaciones de contención por llanto, por situaciones de violencia, violencia en los noviazgos, entre varones y mujeres por cuestiones de machismo dentro de la escuela, también la misma situación entre las mujeres, entre chicos, deconstruir palabras que tenían que ver con nombrar a una mujer con algún tipo de insulto hiriente o despectivo entre ellas mismas, romper todos esos conceptos y volver a armarlos, desde donde nos habían enseñado.

Lo que recuerdo, es muchas situaciones de dolor y muchas de acompañamiento de ellos, de estos chicos que pude conocer durante cuatro años. De hecho, los últimos chicos con los que trabajé están ahora en quinto año, y recuerdo por ejemplo muchas situaciones de acompañamiento y de contención de ellos a situaciones que habían pasado en el colegio, por ejemplo por la muerte de un compañero, de un familiar cercano de un profesor. Si vos abrías las puertas, encontrabas que había sujetos con necesidades pero también con deseos y eso es lo interesante para mí, ahí está el punto, con deseos de hacer algo por otro. A mi me parece que ahí está un poco la cuestión ahora de estas situaciones que se viven de que nada tiene sentido, nada tiene valor, nada importa. Hay una antropóloga, Rita Segato, habla de las contrapedagogías de la crueldad. Lo toma mucho para las situaciones de violencia que vivimos mayormente las mujeres, porque por algo salimos a la pelea, a la lucha por nuestros derechos, pero esto se traslada a otras cosas. Ella dice que son estas pedagogías de la crueldad que aparecen día a día, las vemos todo el tiempo, como el caso de los rugbiers tan latente, ella dice que son esos actos, esas acciones, eso hábitos que se les enseñan a los sujetos cotidianamente, haciendo que estos sujetos elijan o truequeen la pulsión de vida, lo que nos hace poner en acción la utopía ponele de Galeano, «¿por qué caminamos?, porque vamos tras la utopía», ese deseo, esa gana de, lo hace trocarlo por cosas inamovibles, que tienen un valor de compra o venta y es terrible esto. Cambias la pulsión de vida que es lo que generalmente hace que uno transforme, sea creativo, genere un paso adelante, aunque venga la que venga, vos decís «vamos a meterle onda, vamos a hacer otra cosa, vamos a crear, a ver de qué manera construimos, aportamos para que haya un cambio, una transformación», hemos vivido años bastante duros, entonces estamos como preparados para eso si queremos, pero en vez de elegir eso, se elige todo lo que tenga que ver con la cosificación, y esa cosificación, esos objetos que tienen un valor de compra venta. Entonces si vos no estás en la lista de los posibles adquisidores, es una vida muy terrible, es muy triste, entonces yo pensaba, si una persona a los 60 años o más está sintiendo que ya terminó su ciclo laboral, y que debería estar jubilado o jubilándose y siente que las jubilaciones no están cubriendo las necesidades básicas que necesita un ser humano y sobre todo a partir de una edad cubrir su salud y su ocio, y le está sucediendo a una persona de 60, 70, en adelante, ¿qué le pasa a una personita de 17 años que no está teniendo digamos, no solamente la posibilidad de ser escuchado? Ahí nos tenemos que preguntar los adultos qué pasa que no estamos escuchando lo que les está pasando, no nos estamos abriendo, y qué les está pasando a niveles de posibilidades. Hay datos de UNICEF que tienen que ver con la cantidad de pibes que viven bajo situación de pobreza en nuestro país, las pocas posibilidades dentro de la educación y de la salud. No están cubiertos los espacios de salud y hablo no solo de salud mental, sino salud pública y también la cobertura, que le alcance a la mayoría de ese grupo etario, de 0 a 18 años y no solo eso, si no las posibilidades de estudio. De dos pibes que entran al secundario, uno lo termina y lo termina no en el tiempo que se espera, si no un poco más, con mucho esfuerzo, y la gran cantidad de deserción escolar. Eso en los cuatro años de taller lo ví, de hecho era una de las causas por las cuales el taller tenía sentido de ser y lo trabajabamos con la directora Ruth Williams: lograr que los pibes se escolarizaran, que lograron tener una educación porque sabemos que no solamente tiene que ver con el tema del trabajo que es una pata en la vida de cualquier persona, trabajo – amor, si no la posibilidad de sentirse útil, porque si un pibe a los 17, 20 años, 18, 24, siente que no hay valor, no hay nada que puede hacer, lo que te da la idea es que hay una soledad muy grande, está muy solo. Yo lo que recuerdo de esos años, a veces me encuentro con algunos chicos y hay como un hilo, como una palabra que siempre me resuena mucho cuando me los encuentro, por ahí en el «¿cómo andas? ¿terminaste cuarto?, ¿estás en quinto?», «Sí señora, ya me estoy por recibir, viste que al final seguí la escuela» y los que me dicen «señora cómo nos abríamos nosotros» esa palabra me queda todo el tiempo golpeándome la cabeza, «abrir». «Nosotros en el taller de la señora nos abríamos» y era eso, yo a veces a mi casa iba con un desgaste bastante grande, porque digo, es necesaria la intervención de los psicólogos.

-Es un trabajo al que uno le tiene que poner el cuerpo, la cabeza y hoy no está reconocido en las instituciones. ¿Cuál es la importancia de que sea considerado y de empezar a formar parte de los equipos de orientación?

-Nosotros hace muchos años presentamos con una compañera psicóloga social, diez razones, al intendente de ese momento, Golía si no me equivoco, diez razones por las cuales tomar psicólogos sociales. Apenas recibidos hicimos esa tarea, de por qué tomar psicólogos sociales en el área de la salud y la educación. Es decir, en equipos de orientación escolar y en equipos de salud en las salitas. En ese momento había una controversia, un conflicto y todavía continúa lamentablemente en un punto, aunque no tanto ya, creo que pasa por otro tipo de decisiones, y era cuál es el rol o el lugar de incumbencia del psicólogo social con respecto a lo que es un psicólogo. Tenemos puntos de comparación porque trabajamos con personas, pero la diferencia es que nosotros trabajamos en grupo, no trabajamos individualidades. La importancia de tomar un psicólogo social dentro de los EOE o dentro de un equipo de salud en una salita barrial, en el hospital, es ser ni más ni menos que un ayudante, un aporte con nuestra mirada de lo que vemos en un grupo. Si vos laburás en una escuela, en un EOE, lo puedo decir porque lo trabajé y tuve suerte de tener compañeros que responden, no siempre sucede eso, hay mucha competencia por ejemplo si sos psicólogo social, si sos asistente social, si sos trabajador social, si sos psicopedagogo, no debe existir eso, es una estupidez porque cada cual tiene una tarea y aporta otra cosa, lo que hay que hacer es equipos inter o transdisciplinarios. Transdisciplinarios significa que vos sos psicóloga, otro es psicopedagogo, otro trabajador social, otra es asistente o maestro orientador y un psicólogo social. Todos van a mirar un mismo objeto, que va a ser un chico, un adolescente, una niña, un niño o un adolescente de los 16, 14, 12, hasta los 18 porque entrás dentro de la categoría adolescente hasta los 18.

Tenés esa persona para trabajar con qué le está pasando, cada uno de esos profesionales va a mirar una parte, la va a poner en lo que ve desde donde se orientó su estudio, su especialidad, lo va a poner para compartirlo con el resto de profesionales, pero no solamente eso, que cada uno va a poner lo que vio, porque así dividiría a esa persona y hablar de miles de personas en una, entonces hay que hacer una síntesis de todo eso. ¿Como se hace? Cada uno de los que estemos hablando de esta situación concreta, de este sujeto que está en conflicto o lo que sea, qué nos pasa a nosotros con eso también, porque nosotros estamos directamente involucrados. Muchas veces contestamos de una manera que es como si vos tuvieras ahí un mate o un frasco, no, es un ser humano, hay que poner un pedazo grande de humanidad a todo esto.

¿Cómo lo logramos? Cuando nosotros ponemos el cuerpo, porque lo ponemos, lo pone un psicólogo, por eso tiene que hacer supervisión y nosotros los psicólogos sociales también tenemos que ser supervisados, porque esto que decis, nos afecta, yo me iba afectada a mi casa porque sentía la carga de muchos dolores, de muchos pibes que me depositaban en mano situaciones de vida que eran dolorosas. Entonces si vos eso lo traes a situaciones donde un chico se sienta realmente muy solo, no tenga con quien, y esto es, no es que no está la familia, no es que no tiene amigos, es que esa persona, de a poquito se va aislando, y hay puntuales situaciones que uno si se pone a leer un poco esto, se da cuenta, va viendo que siempre te están dando algún tipo de idea de la cosa por donde viene, por angustias, por depresiones, y también hay que ver otra cosa, son necesarios los EOE dentro de las escuelas donde haya psicólogos, psicopedagogos y donde se pueda derivar. Los psicólogos sociales estaríamos pura y exclusivamente para eso, trabajar los grupos y desde allí si encontramos, detectamos situaciones que son para trabajo de alguien específico se deriva, se plantea, pero siempre logrando que el equipo transdisciplinario no solo ponga en estudio a esa persona si no que también pongamos lo que nos pasa a nosotros ahí, porque si no es como que lo estamos haciendo todo muy frío, y esa persona queda decuartizada ahí. 

Otro de los temas es el de los turnos en los hospitales, yo sé que hay una lista que salió a la luz de posibilidades para hacer atención psicológica en estas situaciones de crisis concretas, pero esto sería bueno que en las salitas, en los barrios exista no solo la posiblidad de tomar un turno con un psicólogo y que uno pueda ir por motus propio a ver qué me pasa, porque si me duele el estómago voy a un médico, si me duele la cabeza o me quebré, voy a un médico. Y si me duele el alma también, otros por ahí tomarán otras situaciones como las religiones, bueno, lo que es operativo para una persona entendámoslo desde ese lado. Si para alguien es operativo hablar con alguien de una iglesia determinada, es su decisión. Nosotros o por lo menos yo lo estoy mirando desde el lugar o rol de un profesional determinado, es muy interesante la mirada de todos estos profesionales sobre un sujeto que está sufriendo. Pero ese sujeto viene de algún lado, tiene un grupo familiar, un grupo etario, y vos sabes si está cercano, si pudiste charlar, tener un ida y vuelta, si esa persona está con mucho dolor, con mucha angustia, si esto tiene que ver con una depresión fuerte que puede pasar por situaciones de adicciones, de desesperación y de patologías que no podemos determinar nosotros si no un estudio concreto. Entonces ahí un psicólogo, tal vez un psiquiatra, si hay alguna situación que requiere medicación porque es muy fuerte el síntoma, hay miles de patologías que se tienen que trabajar desde lugares de encuentro psicólogos con psiquiatras. Nosotros los psicólogos sociales no estamos para eso, sí para levantar el emergente. En este momento es un llamador, un analizador. Este tema que está volviendo a suceder 20 años después de haber empezado a estudiar la carrera que nos llevó cinco años y que tuvimos profesores casi fundadores de la psicología social, grandes que tuvimos en nuestra escuela, 20 años después nos volvemos a encontrar con esta situación tremenda. 

-En un mes y medio hubo cuatro suicidios, mucha de las preguntas son: ¿qué le habrá pasado por la cabeza? ¿en qué estaría pensando? Preguntarte, ¿qué estamos haciendo como sociedad? ¿qué podemos hacer? Suicidio como una cuestión social y no personal

– Lo último que le pasó a la persona que decide tomar esa drástica decisión no es el punto, es lo que viene pasándole y no siempre es una enfermedad, una patología determinada, a veces es una situación de no poder resolver, y en estos momentos tenemos situaciones de conflicto interno que tal vez no llegan a formar una patología como podría ser una patología determinada que hace que esa persona tenga conductas suicidas o de riesgo para su vida. Esto que te nombraba de la pedagogía como crueldad tiene que ver con un tiempo que estamos viviendo y también esta situación de soledad.

Yo creo que hay una situación de vacío que hace que quienes toman estas decisiones, no importa cuál fue la causa ni cuántas fueron, porque serán tantas y muchas de acuerdo a cada una de las personas. Pero hubo algo que no se pudo escuchar, ver, ni detectar. Esa persona por más que sea una persona que se retrotraiga, que esté para adentro, ya esa conducta es una conducta para tener en cuenta.

hay como una ayuda, un aporte de la sociedad, de todos nosotros a no hablar de ciertas cosas, a no generar espacios

Fabiana Cano

Lo que digo es: no hay espacios para la juventud que en otros aspectos vos ves que tienen salida, digamos, porque a lo largo de toda la vida la juventud a una determinada edad tiene ideales o metas, o determinadas utopías que muchas veces se transforman en realidad. Con esto quiero decir que, hay mucha juventud que por ahí elige militar, que elige formar parte de alguna organización solidaria o que le gusta estudiar y le mete al estudio. No todos tienen esa posibilidad de formar parte de, de tener grupo de pertenencia quiero decir. Hay muchos que andan sueltos, y ni hablar que en estos momentos se agregan situaciones que tienen que ver con la identidad, la religión, cuestiones del autopercibimiento de las personas. No hace mucho pasó una situación de ataque hacia una persona que se autopercibía varón, es una situación de violencia porque se elige tomar decisiones drásticas o irse, estamos viendo situaciones de violencia terrible como es esto del ataque en manada, ya sea un varón y ni hablar las mujeres con el tema de la violencia, el abuso y las violaciones.

Pero ahora esta situación tan terrible de ataque de muchos violentamente hasta la muerte a un chico, que también tiene que ver ahí el tema de las nacionalidades, si es paraguayo, es muy tremendo todo eso. Entonces digo, hay como una situación de soledad, hay temas que no se tocan, hay como una ayuda, un aporte de la sociedad, de todos nosotros a no hablar de ciertas cosas, a no generar espacios. Esto digo, para mí es muy importante los espacios de encuentro de la juventud. Hay juventud que se encuentra en la militancia política, otra en una organización solidaria, hay juventud que estudia, hay juventud que no encuentra eso, y hay juventud que no tiene acceso ni a la educación, ni a la posibilidad de un trabajo, ni a una casa que contenga, una familia, entonces las posibilidades de estar solo y perdido y vacío, y además con esta pedagogía de la crueldad que hace que valga más una cosa, algo vendible o comprable que la vida misma, que la pulsión de vida, genera en algún ser humano el deseo de no estar, el deseo de esto es todo, la negrura, ¿para donde voy? y la falta de espacios de discusión, de debate de estas temáticas, porque después los pibes buscan en las militancias, otros no, no tienen esa posibilidad. Existen quienes no lo hacen, existen quienes están muy solos con su soledad, y no tiene que ver con que la familia no está atenta, hay miles de cosas que pueden estar dando vueltas alrededor de ese ser, muchas. No vamos a decir, «¿qué le pasó?, ¿que le habrá pasado por la cabeza?» y… muchas cosas le vinieron pasando por la cabeza y no hubo una oreja, un oído.

María Fabiana Cano, psicóloga social

Estoy haciendo una especie de seguimiento a un grupo que me llama mucho la atención, me gusta mucho, que está en la plaza Belgrano. Es un grupo de pibes que hacen hip-hop, van y llevan colgadito su radio, su equipito, ponen una música e improvisan. Hay pibes y pibas de distintas edades. Yo me estoy acercando de a poquito, prácticamente estoy mirando, porque no quiero molestar, pero porque me llama mucho la atención las letras de lo que nos dicen. Entonces digo, si están saliendo como antes, como hace 30 o 40 años atrás, salíamos a cantar con nuestras guitarras a las plazas en la época en que éramos hippies y militantes de esa hermosa juventud, que después la pasó tan mal, salíamos no solamente a pedir derechos, si no a cantar y a pedir en contra de esas injusticias que veíamos. Ahora, hay otros pibes que también lo están haciendo, y particularmente me llamaba mucho la atención ese grupo. Es un grupo que se reúne en la plaza a una hora determinada, cuando ya está mas o menos el sol cayendo y es muy interesante escuchar las letras a estos pibes, lo que dicen. Si vos estas solito o solita, es particular también el caso de que hayan sido todos varones los pibes que lamentablemente han decidido terminar su vida y muy jóvenes. Si estás solo, si no tenés un grupo de pertenencia, si no tenés orejas que te escuchen, si no hay espacios dentro de la salud mental, en los lugares que deberían estar, no solamente la posibilidad de sacar un turno, si no lugares donde se planteen talleres en los barrios, en las salitas y en el hospital mismo, sitios de encuentro, donde los pibes puedan decir lo que les duele, lo que les está pasando, porque a lo mejor es una cosa muy pequeña y esa persona no está pudiendo, le está ganando la pulsión de muerte a la pulsión de vida, y porque además tenemos todo un mundo que nos ayuda, hay una crueldad muy grande, hay una pedagogía de la crueldad que está funcionando a los costados nuestros y que nos hace todo el tiempo repensar como sociedad, ¿qué nos está pasando? Y yo digo, hace 20 años que hay psicólogos sociales acá, no hacemos magia, solamente hacemos un pequeño y gran aporte, igual de importante que el de un trabajador social o el de un psicólogo con los cuales trabajaríamos yo creo que maravillosamente si pudiera lograrse algún día que empezáramos a tener incidencia en estas cuestiones, porque estamos preparados para trabajar en situaciones de crisis.

Tenemos que mirarlos, y somos nosotros los adultos, desde todos los lugares

Fabiana Cano

Eso también, hay como una pequeña caja de herramientas que tenemos, que podemos poner en funcionamiento para que se diga, se ponga en palabras lo que está doliendo. Y yo creo que duele mucho la sociedad que tenemos. Duele mucho, ese es un punto para mí importante a trabajar. Yo creo que esto es un tema para nosotros los adultos porque siempre, a lo largo de los años, de las décadas hay distintas juventudes, entonces vos escuchabas a tus viejos, a tus abuelos: «ah, pero nosotros en nuestra época…» y bueno, nosotros ahora nos encontramos también diciendo lo mismo y no, escuchémoslos a ellos, qué quieren, qué necesitan. Y una cosa fundamental que es importante, es que no se está teniendo en cuenta el deseo, es más importante que la necesidad, porque una persona que no tiene deseo, que pierde el deseo dentro de la vida, pierde el 90 por ciento de todo, porque la necesidad es como más cortita, bueno «necesito comer un sandwich o tomarme un vaso de agua, un beso, un abrazo o llorar.» Lo lográs, lo hacés, y quedás como satisfecho. El deseo es lo que te mueve a buscar otra cosa mas lejana, no me conformo, quiero otro, quiero aquello, quiero lo demás. Estoy viviendo, la vida es deseo, y muchas veces reprimimos y vivimos en una sociedad represora, «esto no, esto está mal, como vas a hacer eso» hay mucho de la culpa y el castigo. Hay seres que están creciendo por suerte con otra libertad pero hay otros que no están encontrando ese camino y esa puerta para poder llenarse de esa libertad, fortalecerse y salir a la vida a pelearla un poco más fortalecidos. Tenemos que mirarlos, y somos nosotros los adultos, desde todos los lugares. Hablo del rol del psicólogo social porque es lo que me toca, pero como seres humanos.