La situación económica en Chacabuco recrudece. No es ninguna novedad que la avenida principal de esta ciudad tiene tantos locales abiertos como cerrados. Que la actividad comercial es poca, y casi nula en los días de semana, especialmente en los días del mes que están lejos de las fechas habituales de cobro.
La excepción son las casas de préstamo de dinero. Y las inversiones financieras son las únicas que reditúan. Por ejemplo, un plazo fijo colocado en un banco público deja más dinero seguro que arrojarse a instalar un emprendimiento. Incluso es más rentable que trabajar.
En los últimos días circula en Chacabuco información sobre varias empresas que cerrarían sus puertas en los próximos meses. Desde pequeños comercios familiares a empresas con larga trayectoria.
En tanto, los negocios y empresas que persisten en su funcionamiento experimentan grandes problemas para hacer frente a compromisos de pagos, pero sobre todo para poder vender.
La morosidad de los consumidores aumenta, las tarjetas de crédito sobrepasan sus límites, y las tasas de interés convierten rápidamente a cualquier deuda en incobrable. Excepto en los almacenes, los más amenazados por trabajar con libreta.
En el rubro alimentos es peor. Menos consumo, más disperso, y consumidores que se organizan para aprovechar los descuentos en grandes cadenas, como el caso de los que ofrece el Banco Provincia. Esto tiene fuerte impacto en pequeños supermercados o almacenes. Allí, quienes despachan ponen al corriente a los vecinos que preguntan cómo va la cosa.
También hay empresas que abren. Por ejemplo, el intendente visitó una empresa que se instaló, y que se dedica a recomponer cañerías y desagües. Asimismo, entregó lotes en el parque industrial a otras dos que expandirán su producción.
Entre los comerciantes locales que consultamos, predomina una frase: «No se sabe hasta dónde va a aguantar». Unos auguran que en diciembre el panorama podría menguar, pero la mayoría se mantiene escéptico a un rápido cambio de la situación, y esperan una «estabilización» para entrado el 2020.
Coinciden en que la caída de las ventas se había detenido hace un mes, luego de la crisis, pero a consecuencia que la devaluación se tradujo a precios, esto ha tenido un impacto negativo en los mostradores.
Esta semana se conocieron las cifras oficiales de la inflación para el mes de septiembre. Fue la más alta del año: 5,9%. Para los más pobres, el número supera el 6%.
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