Con las escenas de violencia de los últimos días de diciembre aún frescas, y en medio de las vacaciones de buena parte de los dirigentes del oficialismo y de la oposición, el Gobierno resolvió postergar para después de febrero el debate en torno a la reforma laboral, motivado por la falta de consenso en el sindicalismo y en los bloques opositores.
El proyecto ya ingresó al Senado, Mauricio Macri lo incluyó en el temario para las sesiones extraordinarias y en la Casa Rosada venían trabajando para conseguir el aval de al menos buena parte de los dirigentes gremiales.
Ahora los funcionarios llevarán las negociaciones a otro ritmo, ya sin forzar los tiempos para evitar el riesgo de un paso en falso y jornadas violentas como con la reforma previsional.
Otra alternativa era impulsar una parte de la reforma y dejar los puntos más controvertidos para más adelante, pero también perdió chances esta misma.
El Gobierno también se tomará con calma el tratamiento de la reforma política e incluso imagina en el Congreso un período «más tranquilo que lo habitual» en años no electorales. Macri convocó este miércoles a Rogelio Frigerio, Ministro del Interior, a Villa La Angostura para participar de una reunión con gobernadores de las provincias del sur, donde allí hablarán también de la estrategia parlamentaria.
En el diario La Nación incluso, evaluaron que la reforma laboral no será tratada este año ya que los bloques aliados y el gremialismo no quieren arriesgarse ante el rechazo que podría generar la normativa nueva.