El profesor de Historia, David Chiecchio, contextualiza en esta nota de opinión lo que fue la presentación del libro «Sinceramente» entre interrogantes y afirmaciones, realiza un recorrido del discurso de CFK con su significado político, cultural e internacional.


«Sinceramente» | ¿Qué sinceridad esperar de Cristina Fernández?

Hubo varios análisis que se realizaron esta semana luego de la presentación del libro Sinceramente de Cristina Fernández. Se dijeron muchas cosas, pero también otras faltaron decir.

Lo primero es afirmar que fue un acto político y que ni la presidenta de la rural ni el titular del grupo Penguin Randon House lo dejaron pasar como tal. También decir que este último, Juan Boido, representa a la gran empresa que no para de absorber editoriales en crisis, como posteó Sandra Carli, investigadora del CONICET y reconocida autora de la historia de la educación.

Ni le suma ni le resta mérito a CFK, solo es parte de aquella cultura que aún no logra cuestionar y dimensionar la política. Y que en todo caso, es CFK la dirigente que más se acerca a ensayar una crítica de esa naturaleza.

Macri cae, se desmarcan. Cristina sube, ¿se alinean?

Para decirlo rápidamente y pasar a lo que en verdad importa analizar, fue un acto de presentación de un libro con un claro mensaje político que dio la expresidenta: mi candidatura está sólida y habrá condiciones.

Se podría postular: si Macri está en caída libre, y todos los que están «atados» a su imagen intentan «correrse» para recibir menos ese impacto (Vidal, los intendentes, los gobernadores que adelantan elecciones); la contrapremisa sería que todos los que tienen la posibilidad de alinearse detrás de Cristina harán todo lo posible para sumarse allí y fortalecerla en tanto esperan que el crecimiento exponencial de su imagen también los beneficie. No hay dudas, a esta altura, que en cualquier escenario político hoy Cristina accedería a un tercer mandato. Y si hay certezas de ello no es por la evolución de Cristina, sino porque el gobierno, en virtud de los acuerdos que tejió, está atado en sus márgenes de maniobra, y puede hacer poco para revertir una crisis económica que es la principal preocupación de los argentinos.

Más: Entre los invitados especiales había tal «pluralidad» que dejó pasmado al conductor Feinmann cuando vio a Daniel Vila, dueño todopoderoso del grupo América, entre los presentes. Quien se quiera conformar como Feinmann que allí hubo sólo «aplaudidores», desaprovecha un análisis político que no tiene desperdicios.

«Un contrato social de ciudadanía responsable»

Eso también formó parte del mensaje. La pluridad y diversidad como expresión de una alianza política, que CFK expresó en el pedido de «un contrato social de ciudadanía responsable».

Esa es la principal de todas las definiciones que realizó la expresidenta. No hay que buscar más porque esa definición lleva implícita todas las otras que pudo decir.

Otro punto que no hay que dejar pasar es casi un detalle, revelador. Su referencia a Borges. Mientras los militantes cantaban que habían «copado La rural», Cristina les lanzó «como dijo Borges, ustedes son incorregibles».

Allí se expresó, más que en ningún otro lado, qué lugar le asigna CFK al pensamiento diferente. Borges, un antiperonista, conservador, con una posición política anclada en el ya acabado reino de las oligarquías, es, fue y sigue siendo un excelente escritor. No merece una defensa, tampoco la exclusión.

Para no caer en el simplismo de los críticos, hay que añadir dos cosas: primero que CFK dedicó su presentación, precisamente a criticar esa cultura política del enfrentamiento, incluso hizo gestos en este sentido, por ejemplo, cuando pidió a los militantes que no insulten al presidente de la Nación. Acá la pregunta es ¿qué tipo de ciudadanía imagina CFK?

Segundo: la mención a Borges no comulga con el pedido de no criticar al presidente, no hay dudas. Pero no quita que podamos decir, que la propia CFK dio verdaderamente un discurso de conciliación, por el tono, las palabras, y algunas declaraciones. La mención a Borges en este caso hay que interpretarla como «Yo pido respeto y critico esta cultura, pero miren que también participo de ella». No es una contradicción, es un interrogante.

¿Qué hay que esperar de Cristina?

Y aquí aparece el problema que el peronismo tendrá por delante para definirse tanto nacionalmente como localmente: ¿Qué hay que esperar de Cristina? ¿Habrá como de costumbre definiciones para último momento? ¿Cómo interpretar la frase «un contrato social de ciudadanía responsable»? ¿Por qué hizo una referencia a Trump?

Un «contrato social de ciudadanía responsable» hace referencia exclusiva, para un lector más o menos avisado al pensador francés Jean Jacques Rousseau autor del libro «El contrato social» que plantea cuestiones preliminares para la constitución de una sociedad democrática. El libro influenció a la generación de mayo, principalmente a Mariano Moreno, que tuvo una discutida participación en la traducción del volumen y su impresión en el Río de la Plata antes de la Revolución de Mayo. Un 25 de mayo, como el día en que asumió Kirchner la presidencia y planteó aquel acuerdo para los argentinos que elevó su imagen a las nubes.

Cristina está llena de sorpresas y las fechas, por cábala o lo que fuere, tienen gran significación en su discurso: para bien y para mal. Por ejemplo, despachó a todos con la presentación del libro. Ante la noticia, los grandes diarios nacionales se preguntaban cómo fue posible que no se filtrara el dato. Si faltaba sopresa, incluso calculó presentar el libro un 9 de mayo, cuando se casaron con Kirchner en La Plata, dijo, hace 44 años.

La contracara de la sorpresa: ¿qué supone ese pacto social? ¿Cómo se construirá? ¿Cómo participarán de él quienes piensan diferente? No hay precisiones, pero en el reino de la opinión hay quienes proponen una reforma constitucional, un paso arriesgado, pero que podría abrir la puerta para rever un sistema de gobierno que a estas alturas es casi un anacronismo. Baste una pregunta: ¿por qué si es el pueblo quien elige a sus representantes sólo debe hacerse por un mandato de cuatro años sin someterse a ningún tipo de revisión de los ciudadanos? Es injusto, y es una de las claves de la debilidad democrática.

¿Trump?

Cuando Cristina hizo referencia al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, fue también un breve episodio, un pasaje: «Sería bueno que los que viajan tanto, imiten lo que hacen allá». Desde la oposición criticaron a la expresidente recordando el fragmento de la marcha peronista «combatiendo el capital». Del lado del peronismo, silencio.

Dos datos. El primero, oculto, es que a esa hora la expresidenta ya conocía de primera mano que el presidente de la Nación, Mauricio Macri, esperaba un llamado del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Una acción que el gobierno coordinó con Estados Unidos para contrarrestar la noticia de la presentación del libro de la expresidenta.

Lo segundo es que Trump es un personaje muy complicado para el análisis político tradicional basado en las izquierdas y derechas. Primero, que a Trump no le va mal en su país (algo diferente a decir cómo le va a algunos sectores sociales con Trump). Recuperó la industria, celebró nuevos acuerdos comerciales, redujo el gasto en defensa, y sobrellevó numerosos episodios complicados de su administración con relativo buen tacto aunque tardío.

Por ejemplo, recientemente se anunció que los Estados Unidos volvieron a tener la tasa más baja de desocupación en los últimos 50 años. ¿Qué tal? Otra noticia de esa índole es que Trump recientemente puso en entredicho las pérdidas que mantiene en su balanza comercial con China, la única economía con capacidad de hacerle frente a los Estados Unidos. Ese tuit desplomó los mercados chinos. Sería devastador para China, un país comunista cuya economía capitalista depende exclusivamente de su integración con la de Estados Unidos.

No puede inclinarse una interpretación tajante, pero se podría pensar que el proteccionismo de Trump y su política industrial tienen que ver más con la forma política del peronismo que con la del sector ideológico que representa Mauricio Macri. Pero la similitud económica se pierde en el terreno de la política internacional: a Estados Unidos no le da lo mismo que el presidente sea Mauricio Macri que Cristina Fernández de Kirchner.

Por último, este es un momento donde todas las definiciones categóricas deben aplazarse. El antecedente de Unidad Ciudadana es el más fuerte, y hay que respetarlo. Pero también es cierto, que en términos políticos no aporta ninguna guía. Las sorpresas de aquel 2017 serán diferentes a las que podramos esperar.