El día de ayer en Bolivia fue de máxima tensión en varias de sus formas. Hasta el momento la situación es que la vicepresidenta segunda del Senado se ha autoproclamado presidenta interina de la nación.

En la sesión que lo realizó, Jeanine Áñez no contaba con quórum para sesionar, pero igual avanzó con la declaración. Su autoridad es débil y el golpe de Estado solo controla una parte del departamento capital de Bolivia, La Paz.

Pero la Asamblea Legislativa, dominada al igual que el Senado por los partidarios de Evo desconoció la autoridad del golpe y ratificó que la autoridad legítima sigue siendo Morales.

A la vez, ayer también impactó fuerte en Bolivia la declaración del Senado argentino que repudió el golpe de Estado, mientras la diplomacia argentina realiza maniobras imposibles para reconocer al gobierno surgido del golpe de Estado pero a la vez dejar la puerta abierta a un posible rechazo ante la posibilidad que el golpe conducido por Camacho se desvirtúe.

Sin embargo, la noticia que dominó las pantallas ayer fue el ataque que recibieron los périodistas de Telefé, de Canal Trece, Crónica TV y América. Todos fueron atacados por manifestantes en las calles que no los dejaban transmitir, los insultaban o los golpeaban.

Lo dejó sin respuesta

Todo comenzó cuando Mariano García, de Telefé, le realizó varias preguntas a Camacho, el líder militar del golpe y lo dejó a traspié. Camacho se mostró muy molesto, ya que a su modo el periodismo argentino es el único que estaba cubriendo con objetividad lo que sucede. En la prensa boliviana domina el apoyo al golpe y el ocultamiento de los casos de represión.

El periodista argentino mientras entrevistaba a Camacho le cuestionó que la situación en el país sea de total normalidad como expresaba el líder del alzamiento.

Camacho se mostró sumamente molesto con las preguntas de García, quien realizó una tarea que fue resaltada por colegas del periodismo de todo el mundo.

Sin embargo, horas después de ello los equipos periodísticos de todos los canales comenzaron a ser increpados cuando transmitían en vivo e intentaban mostrar las detenciones arbitrarias en las calles o informar el clima de tensión que se vive. Quien peor parte se llevó fue el periodista Rolando Graña.

A raíz de ello debieron refugiarse en diferentes hoteles que le negaron la estadía allí, y como afuera una turba de gente los aguardaba la situación se volvió en extremo peligrosa.

A partir de allí debió intervenir la Embajada Argentina con un operativo especial para poder poner a resguardo a los periodistas que se trasladaron a El Alto, la zona que no controla el golpe de Estado.

Sedición

Como si fuera poco una representante del gobierno surgido del golpe de Estado acusó a los periodistas argentinos de «sedición», y aseguró que se les aplicaría la ley correspondiente. Esas horas fueron de máxima tensión ya que podría haberles ocurrido cualquier cosa.

El canciller argentino Jorge Faurie no pudo dar una explicación satisfactoria, ya que como el golpe no tiene poder suficiente el gobierno no está constituido y no existe un interlocutor válido para el servicio exterior, la embajada o la cancillería.

Esto generó el repudio de los medios, principalmente del conductor Rodolfo Barili de Telefé, el equipo más afectado por la situación.