Un caso de violencia de género en Formosa es encubierto por el poder político. Mónica Álvarez reveló que desde que denunció su ex-pareja, un concejal de Villa Dos Trece por lesiones, la echaron de su trabajo en la municipalidad y la amenazaron.

Mónica Álvarez era empleada municipal desde hacía casi diez años y fue en ese ámbito donde conoció al concejal Alberto Ríos. Tuvieron una relación durante dos años.

«Estuvimos en pareja dos años, parecía todo perfecto hasta que se empezó a ponerse un poco violento verbalmente y se empezó a alejar unos veinte días antes de Semana Santa, cuando él me pegó», relató Mónica.

Separados, Mónica contó que su expareja tenía intenciones de seducir a unas vecinas. Sin embargo, consultada por la madre de las chicas, ella se desligó del concejal y le explicó que ya no estaban juntos. Cuando él se enteró de esta situación, la invitó a subirse a su auto para charlar pero ahí explotó.

Ríos la atacó salvajemente dentro de su auto. «Me agarró del cuello y me golpeó contra el tablero». Tras hablar con una amiga, Álvarez se decidió a hacer la denuncia. Pero allí comenzó otro calvario. Primero un empleado de la Municipalidad la llevó a retirar la denuncia pero no pudo hacerlo porque ya había sido trasladada a Formosa.

Luego, se enteró de que el intendente, Lorenzo Schmidt, la había dejado sin trabajo. «Que te sirva de experiencia, no más con casados memos (sic) solterones con hijo», le escribió en un mensaje de WhatsApp. Sus compañeras también se alejaron por miedo a represalias.

A pesar de que la hostigaron para que se retractara, la Justicia ya había actuado: abrieron una causa por lesiones en la ciudad de Formosa y un juez ordenó una perimetral contra Ríos de 200 metros. En el expediente figura el informe de una médica que constató las heridas.

Ríos tampoco respetó nunca la orden de restricción perimetral. «Tenía una orden de detención pero andaba jugando al fútbol por ahí», explicó Mónica.

Como si fuera poco, el funcionario también logró esquivar un juicio político en su contra. El concejal radical, Pablo Metrofano, explicó que la presidenta del Concejo Deliberante le permitió al acusado votar en su propia destitución y así logró alcanzar los votos para que siguiera en su cargo.

Al ser consultado sobre el caso y el despido, las respuestas del intendente Schmidt fueron insólitas. Primero negó haber despedido a la mujer y aseguró que «ella no se presentó más».

Además, en la entrevista que le hicieron reiteró varias veces que «no es la primera vez que le pasa» y destacó que era la víctima quien tenía «problemas con los hombres». Hasta incluso dijo que «dudaba» de las fotos y el informe médico.

«¿Por qué hay tanta violencia de género? No sé, ha de ser porque el hombre se saca de la paciencia de la torturación (sic) que le hacen las mujeres. Porque, entre nosotros, somos torturadoras ustedes», le dijo divertido Schmidt a la cronista.

«Yo tengo miedo, de lo que me puedan hacer. Él se saca fotos con cartelitos en contra de la violencia de género», se lamenta Mónica.

Pero los aprietes no terminaron allí. A partir de la visibilización del caso, la mujer contó que la volvieron a amenazar por haber hablado y expuesto al concejal.

De manera inmediata, desde el Instituto Nacional de las Mujeres se pusieron en contacto con ella para brindarle su apoyo.